La complejidad del problema de la dislexia

La complejidad del problema de la dislexia abarca principalmente,  las innumerables variables que participan dentro de este, tanto desde el punto de vista de su diagnóstico, como desde el punto de vista de su evolución y tratamiento. Es importante dar a conocer que si bien la dislexia representa dificultades para leer y comprender, esto no se relaciona con problemas en la inteligencia, sino que en el procesamiento de palabras.  La preocupación por los aspectos clínicos y cognitivos de las DEA ha dirigido el interés de la investigación psicológica y psicoeducativa (Rodríguez, 2017), por lo que la visión que se tiene de las estos trastornos como lo son las dificultades del aprendizaje ha ido modificándose, pero sin embargo aún no se ha obtenido un mayor avance en sus valoraciones, siendo vistas aun como personas “flojas” que no quieren aprender.

La dislexia puede tratarse mejorando la habilidad para leer y la comprensión lectora, para conseguir esto, se debe trabajar de forma constante, no solo en el colegio sino también con el apoyo de sus padres en casa, para así progresar y mantener motivado al niño. Inicialmente, y luego del diagnóstico de un especialista que debe detectar cual es la dificultad concreta del niño y así entregar a los padres técnicas educativas para realizar en casa, ya que la intensidad en cuanto a la dificultad en la que se manifiesta, varía en cada persona, a partir de esto, trabajar junto a el niño, actividades específicas para su caso, como lo es la lectura de libros de interés para el niño. Además de la utilización del juego como herramienta de trabajo, para que así el niño no se sienta presionado debido a que para él, ya es un esfuerzo constante por lo que es fundamental mantener la motivación para así lograr en el niño paciencia, ya que así lograra ver progresos favorables (Díaz, 2002). En cuanto al ámbito escolar, situaciones como adaptar las evaluaciones y actividades a orales y no escritas, pueden facilitar a que así los niños puedan explayarse y no presentar problemas, pero si,  manteniéndose un nivel de desafío constante, para así aumentar su sensación de eficacia y con ello mejorar su motivación (Valmaseda en Coll, Marchessi & Palacios 2002). También es el otorgar el permiso para grabar las explicaciones del profesor, suelen ser situaciones que perciben como mínimas, pero las cuales ayudan al niño en un óptimo y correcto desarrollo de sus capacidades.

Del mismo modo, es importante abordar las dificultades específicas de aprendizaje (DEA) debido a suelen traer consigo consecuencias emocionales y en el comportamiento, relacionadas con el fracaso escolar.  Puesto que para un niño con dislexia leer no es proceso automático, este debe emplear todos sus recursos cognitivos lo que genera que se cansen y cometer muchos errores y quedar atrás en comparación a sus compañeros (Zuppardo, 2017). Se ha señalado que los niños con DEA tienen un concepto de sí mismos más negativo con respecto a los niños sin dificultades (Tabassam e Grainger, 2002 citado en Zuppardo, 2017), por lo que es muy importante que la gente con dislexia reciba apoyo emocional. En especial porque es durante la infancia y adolescencia que la autoestima se vincula estrechamente al rendimiento escolar. Haeussler y Millicic (1996) afirman que los niños con buen rendimiento escolar tienen una buena autoestima, y estos tienden a confiar en sus capacidades resultando en mostrarse participativas, logrando enfrentarse bien en su entorno y mostrando tendencia a aprender más; todas estas capacidades que derivar de una buena autoestima facilitan el desarrollo de la persona en diversos ámbitos (Haeussler y Millicic, 1996). Al contrario, los alumnos con con una autoestima tienden a presentar bajo rendimiento tienden a presentar baja motivación a aprender, no se esfuerzan para alcanzar sus metas debido a que no conocen o no toman en cuenta sus capacidades y tienden a tener una apreciación negativa con todo lo que estén involucrados (Haeussler y Millicic, 1996) A su vez, estos problemas podrían resurgir en problemas sociales, como consecuencia del retraimiento, por ejemplo, el evitar la compañía de otros compañeros con más éxito en la escuela, o problemas de atención y de pensamiento, como consecuencia de la indefensión aprendida generada por no conseguir buenas notas, pese a estudiar y poner más esfuerzo en la escuela (Zuppardo, 2017) Lo que también puede conducir a otros problemas en la edad adulta ya que la incapacidad para leer y comprender puede impedir que un niño llegue a su máximo potencial cuando sea adulto. Esto puede tener consecuencias educativas, sociales y económicas a largo plazo, debido a que no manejaba recursos que pudieran haberle facilitado su aprendizaje durante su etapa escolar.

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