Morir De ESTRES
Enviado por chema1242 • 20 de Septiembre de 2012 • 2.268 Palabras (10 Páginas) • 516 Visitas
Morir de estrés
Los científicos proponen nuevas fórmulas que midan las consecuencias de la tensión emocional e insisten en que el ejercicio es la mejor estrategia para prevenirlas
PATRICIA MATEY
El estrés profesional le empujó a beberse una botella de arsénico. La sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León que saltó a las páginas de este diario el lunes pasado es un ejemplo más. Un trabajador de la compañía Metal Air, de Valladolid, intentó quitarse la vida al "encontrarse bajo un fuerte estrés laboral, viviendo con gran responsabilidad la difícil situación laboral por la que atravesaba la empresa... asumiendo como personales los fracasos de los proyectos de la empresa", reza la sentencia.
Hoy, ni la Justicia duda ya de la veracidad de uno de los conceptos que más ha revolucionado la medicina del siglo XX: que el estrés es uno de los responsables directos de las enfermedades psíquicas y físicas más comunes y más mortales que afectan a la Humanidad: patología cardiovascular, diabetes, asma, cáncer, hipertensión, osteoporosis, ansiedad, depresión, insomnio, pérdida de memoria e, incluso, envejecimiento.
Las teorías sobre el estrés, lanzadas por el fisiólogo Walter Canon, primero, y el científico Hans Seyle, después, se han convertido, por fin, en evidencia científica.
La revista New England Journal of Medicinepublicaba hace tres semanas un artículo de revisión que sienta las bases sobre las consecuencias de vivir bajo estrés.
La trascendencia, el valor, del artículo del New England reside en que se trata de una revisión. Y así se denomina a los trabajos en los que un experto en una materia concreta del campo de la medicina repasa minuciosamente las mejores investigaciones que se han realizado sobre su especialidad.
El artículo, en el que finalmente se citan 113 estudios que han sido difundidos en varias revistas científicas, redefine lo que es el estrés, sus tipos y sus efectos a largo plazo.
O como dirían los profanos, por qué un trabajador intenta quitarse la vida debido a presiones profesionales. Por qué algunas mujeres enferman de cáncer años después de sufrir un tragedia familiar. O por qué hay ejecutivos que ni fumaban ni bebían y llevaban una vida sana, pero murieron de un infarto tras vivir durante décadas bajo la presión de la cuenta de resultados.
Ante cualquier situación de estrés, externo o interno, el sistema nervioso central, el eje hipotalámico hipofisario (HPA), el sistema cardiovascular, el metabólico y el inmune responden.
El precio que cada persona paga por adaptarse a las situaciones estresantes es lo que el científico Bruce S. McEwen, de la Universidad Rockefellery autor del artículo de la revista New England, denomina carga alostática.
Es, en definitiva, el desgaste que se produce tanto por una actividad extrema o demasiado baja de los sistemas enumerados anteriormente como respuesta a las tensiones.
Y ese precio no es el mismo para todos. Bruce S. McEwen pone un ejemplo. A la mayoría de las personas se les activa el HPA cuando tiene que hablar en público. Después de tener que enfrentarse repetidamente a este suceso, muchas de estas personas se habitúan y la secreción de cortisol (un glucocorticoide, hormonas segregadas por las glándulas suprarrenales como respuesta al estrés) no se incrementa como lo hizo durante los primeros discursos. Sin embargo, un 10% de estos individuos se pondrá siempre tenso cuando tenga que dar una conferencia y sus niveles de cortisol aumentarán en todas esas ocasiones. Otros, en cambio, pagarán esta tensión aumentando su presión arterial.
Dos factores determinan cómo se enfrenta cada individuo a una situación de estrés. La forma en que cada uno percibe esa momento (mientras que para algunos volar en avión no supone un factor de estrés, para otros sí lo es) y el estado general de salud, que está determinado por factores genéticos, ambientales o el estilo de vida.
Así, por ejemplo, las personas cuya tensión arterial se eleva durante horas después de producirse un hecho estresante suelen tener un familiar directo, padre o madre, hipertenso. Son los genes, por tanto, los que están elevando su susceptibilidad a sufrir estrés cardiovascular.
Y si no todas las personas reaccionan igual ante una situación estresante, tampoco todas las tensiones provocan la misma carga alostática.
El primer tipo de carga alostática es la que está provocada por el estrés frecuente, aquél que causa una respuesta física inmediata. Una persona tiene que acudir a una cita importante y un atasco le impide llegar a tiempo.
Esta situación desencadena un estrés inmediato. Como consecuencia, se eleva la tensión arterial, lo que puede incrementar las probabilidades de infarto en las personas con factores de riesgo.
La segunda clase es la respuesta normal, pero mantenida, constante, al estrés. El resultado: una exposición prolongada a las llamadas hormonas del estrés (las catecolaminas, adrenalina y noradrenalina, que son las hormonas que libera elsistema nervioso simpático, y los glucocorticoides). Determinados profesionales, como periodistas, ejecutivos, pilotos o médicos, son los que más sufren este tipo de carga alostática.
La tercera: cuando la respuesta física al estrés se prolonga en el tiempo. Un ejemplo. Está demostrado que las mujeres depresivas sufren una pérdida de masa ósea. Estas féminas, cuya carga alostática es crónica debido a su estado mental, poseen concentraciones elevadas de cortisol que inhiben la formación de hueso.
En el cuarto tipo de carga alostática se produce una respuesta física inadecuada al estrés. Es decir, cuando uno de nuestros sistemas no responde correctamente ante los estímulos estresantes, ante una amenaza, el organismo actúa activando otros sistemas que no suelen ser los corrientes.
Así, si una situación tensa no eleva, por ejemplo, los niveles de cortisol de un individuo, su fisiología tiene que compensar esta deficiencia y responde con un aumento de citoquinas inflamatorias. Ensayos en ratas han demostrado que las consecuencias de esta respuesta anormal aumentan la susceptibilidad de estos animales de laboratorio a padecer trastornos autoinmunes o inflamatorios. Pero, cómo afectan estos tipos de estrés a los diferentes sistemas del organismo:
Corazón.- El sistema cardiovascular puede verse seriamente afectado por el estrés. Investigaciones que han demostrado que las personas con bajo control sobre sus trabajos y una fuerte demanda psicológica tienen más riesgo de sufrir enfermedad coronaria, o trabajos que han asociado las tensiones y las frustraciones diarias con un mayor riesgo de sufrir un infarto de miocardio lo demuestran.
"La relación entre estrés
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