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LA CRISIS DE VALORES

Mucho se ha hablado de la crisis de valores, ¿pero en verdad existe? Algunos dicen que si, pero otros afirman que los valores son reemplazados por otros dependiendo de la época que estemos viviendo. En mi opinión, creo que las dos posturas están en lo cierto, ya que es verdad que en la actualidad, sobre todo en los jóvenes; vemos muy frecuentemente una carencia de valores morales muy marcada, ya no respetan a los padres, mucho menos al resto de la sociedad y esto se debe al descuido de la misma en transmitirles esos valores.

Los padres de hoy vivimos en la vorágine del consumismo, en donde el trabajo es la prioridad dejando de lado la formación moral de los hijos y atiborrándolos de lujos y comodidades que según nosotros son indispensables para que la sociedad los acepte, dando más importancia a lo material argumentando que “trabajamos para que tengan lo que nosotros no tuvimos”, pero formando generaciones faltas de respeto, libertinas y sobre todo individualistas porque solo piensan en sus necesidades, sin importarles nada ni nadie más.

“La prosperidad económica no es suficiente para alcanzar el bienestar social. Éste sin la justicia, la tolerancia, la solidaridad, sin la presencia operativa de los valores fundamentales es una quimera.” (Gutiérrez y col., 2004, p. 13).

Hemos sido muy condescendientes, y la verdad, queremos echarle la culpa a las escuelas de nuestros errores, dejándoles una enorme responsabilidad para educar a nuestros hijos pero con la carga de una lucha constante del docente por tratar de corregirlos y no ser agredido o acusado de ser el agresor por parte de los mismos padres.

Así pues:

El único valor que sobrevive a una visión tan catastrófica como difícil de combatir es el individualismo. El individualismo que se manifiesta, más que en el egoísmo puro y duro, en la extensa pero monótona serie de sectarismos, tribalismos, corporativismos que no nos permiten mirar al otro.(Camps, Victoria, 1993 p. 91.)

Por lo tanto, algunos valores deben perdurar porque son la base de la buena relación y de la convivencia humana, contrario de otros; considerados valores en tiempos pasados tales como la sumisión, la pasividad, la religiosidad son considerados retrógrados y reaccionarios deben desaparecer por completo.

La sociedad debe fomentar las aptitudes y actitudes que quiere en el hombre para el futuro. Un hombre integral, capaz de resolver problemas, crítico, audaz y a su vez con una sensibilidad para sus semejantes, respetuoso, tolerante. Autónomo, pero no individualista, decidido pero no ventajista. En conclusión un “ser humano”.

No podemos pasar por alto decir que la escuela es después de la familia, la base para transmitir los valores que el ser humano adoptará para desarrollarse dentro de la sociedad.

Por lo tanto; debemos hacer hincapié en que es importante un buen programa de valores en la escuela, desde nivel preescolar hasta en la universidad.

“El objetivo final, el éxito de la educación es el poder desaparecer como padres y como educadores en el momento en que nuestros hijos son capaces de gobernar por si mismos su propia vida”. (Gutiérrez y col., 2004, p. 88).

Pero para poder lograr este objetivo, debemos analizar detenidamente lo que hace falta en la sociedad, cuales valores son los más importantes destacar y cuales vamos a criticar de acuerdo a nuestra realidad actual.

Últimamente hemos visto mucho en la televisión, la promoción de algunos valores como las de igualdad hacia las mujeres, la dignidad, el respeto, también los valores éticos, como el de “no a la piratería”, el de la falsificación de las profesiones, que se ha dado mucho en los tiempos anteriores y nos horroriza cada vez más dado que no les importa el daño que se cause a las personas que los contratan. Si se dice médico puede matar a un paciente, y si se dice abogado puede mandar a un inocente a la cárcel de por vida.

¿Cómo podemos permitir que sucedan estas cosas? ¿Porque hay gente sin escrúpulos?

La respuesta es definitivamente la falta de valores que no les transmitieron desde su casa, o la inmadurez de distinguir el bien y el mal por la sobreprotección de los propios padres que no permiten a los hijos tomar decisiones propias, siendo ellos quienes toman el control. Pero al llegar a la madurez, los hijos no son capaces de sobrellevar la carga de responsabilidad y a menudo toman las opciones equivocadas.

“En efecto, si desde pequeño se acostumbra al niño a que el adulto tome las decisiones por él, se corre el riesgo de prolongar la inmadurez juvenil acostumbrándolo a ser perpetuamente dependiente de modelos exteriores para tomar decisiones”(Torres y Gutiérrez, 2004, p. 73).

Otra de las causas, contraria a la anterior, es que los padres no les prestan la atención debida a los hijos, sólo los reprenden cuando hacen algo malo, pero no los premian ni los incentivan cuando logran buenas acciones, así que el niño se desorienta y se revela ante la situación, haciendo cosas malas para así llamar la atención de los padres. Pero desgraciadamente los padres no les explican a los hijos porque son reprendidos haciendo un círculo vicioso de imposiciones por ambas partes.

En fin, existe una crisis de autoridad familiar más que de valores. Los padres por cualquier motivo; sea de trabajo o simplemente por desatención, no están a cargo de la educación moral de sus hijos. Tal vez por el miedo a ser criticado por ser exigente y rígido, ya que en épocas pasadas esto era un abuso, se pregonaba que los jóvenes tienen derecho de ser libres, de divertirse, de expresarse,

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