La escencia de ser docente
Enviado por Ismalbert Alvarado • 18 de Mayo de 2024 • Ensayo • 2.817 Palabras (12 Páginas) • 20 Visitas
INTRODUCCIÓN
La llamada profesión docente constituye, sin lugar a dudas, una de las actividades que ha invitado al estudio y reflexión en la historia. Sin importar las denominaciones con las que se ha definido esta práctica: maestro, profesor o docente, existe una amplia evidencia del interés por analizar esta práctica aún antes de que se conformara el sistema educativo. Así, a través de la historia varios pensadores, dejaron diversas reflexiones sobre las teorías educativas, siendo esta práctica vista como un apostolado.
La labor docente es por excelencia una labor social, está constituida por el empuje y la responsabilidad que de alguna manera podrían caracterizar a cualquier trabajador. Partiendo de esta afirmación, se entiende que en la práctica, el educador ha de formar un puente, una conexión con sus estudiantes que le permita establecer los mecanismos idóneos para alcanzar las expectativas del proceso enseñanza-aprendizaje. De modo que, el oficio de enseñar es una de las ocupaciones más desafiantes y gratificantes que alguien puede emprender.
A lo largo de este ensayo, hemos tomado como base varios textos que arrojan luces sobre la naturaleza y el papel del docente, desde la pasión y la dedicación requeridas hasta la responsabilidad de guiar y nutrir a las generaciones futuras. Estos textos capturan la esencia de ser docente, combinando elementos de arte y ciencia, que juntos dan forma a esta noble vocación. En este ensayo, reflexionaremos sobre las ideas más relevantes de los autores Dussel, Southwell, Terigi, Pineau, entre otros y profundizaremos en la esencia de ser docente.
La educación es una de las bases fundamentales para el desarrollo de una sociedad, y en este proceso, el rol docente juega un papel crucial. Los docentes ejercen la responsabilidad de impartir saberes y habilidades a los estudiantes. A lo largo de la historia, los docentes han sido considerados como figuras de autoridad y respeto, y su influencia en la formación de las generaciones futuras es innegable.
Sin embargo, la docencia enfrenta grandes expectativas y cuestionamientos en la sociedad actual. Se esperan que los docentes desempeñen múltiples roles que van más allá de la transmisión de conocimientos. La actividad docente no solo comprende la responsabilidad con los educandos, cumplimiento de exigencias de planificación por parte de los directivos y las políticas educativas, que van a contribuir directa o indirectamente en la formación de los estudiantes atendidos en el sistema de educación formal; sino que también abarca relaciones interpersonales que conforman el ambiente educativo en el que se debe desempeñar el educador en su día a día, y al cual debe adaptarse con el fin de cumplir a cabalidad su función. Además, debemos subrayar la responsabilidad de los docentes en mediar entre los saberes que poseen y los caminos que se abren para los alumnos. Esto último concuerda con la teoría de Ausubel, la idea de que los nuevos conocimientos deben relacionarse de manera significativa con el conocimiento previo de los estudiantes como principio clave del aprendizaje significativo.
Por otra parte, los docentes enfrentan desafíos tanto clásicos como nuevos en su labor, y que deben recurrir a nuevas preguntas y herramientas para adaptarse a la pluralidad de experiencias y contextos educativos. Entender la vocación y la profesión de ser docente es adentrarse en un campo lleno de desafíos, responsabilidades y, al mismo tiempo, oportunidades de construir un impacto duradero en la sociedad. En este sentido, la responsabilidad política y pedagógica de los docentes adquiere una importancia significativa. Los docentes no pueden limitarse a cumplir un rol pasivo y seguir órdenes. Deben asumir una posición ética y política, reconociendo su capacidad de influir en la formación de las nuevas generaciones en pro de una sociedad más justa e inclusiva y separándose tanto de la omnipotencia como de la victimización.
Esto último introduce la noción de "responsabilidad político-pedagógica", que implica abandonar la posición de víctima de las decisiones de otros actores (gobierno, Estado, sindicato, padres) y asumir un rol ético y político centrado en las oportunidades y posibilidades que se presentan. La escuela no solo construye una relación con la cultura y la política a través de los contenidos curriculares, sino también a través de la forma en que la justicia y la ética se manifiestan en el entorno escolar, incluyendo los pasillos, patios y las interacciones cotidianas. Estos elementos contribuyen a la formación de la política, la autoridad y la ética en el contexto educativo. El núcleo del trabajo de enseñar es entonces la transmisión de la cultura, tanto a nivel personal como en la que se promueve para los demás. Esto se articula con la idea de Durkheim, donde la educación es vista como un mecanismo de transmisión de la cultura y valores sociales. El docente debe ofrecer un repertorio rico de la cultura, promoviendo la apertura de posibilidades para sus estudiantes. Esto implica un diálogo con la sociedad, sus tendencias, necesidades, problemas y dilemas, en lugar de obedecer de manera pasiva a la transmisión de conocimiento.
Su labor trasciende el simple acto de enseñar contenidos académicos, ya que también deben fomentar del pensamiento crítico, la creatividad y el desarrollo de competencias sociales. Siguiendo la perspectiva de Freire, que abogaba por un papel activo del docente en la formación de ciudadanos críticos. El proceso educativo se concibe como una oportunidad para la emancipación, los docentes no deben limitarse a un rol pasivo sino más bien actuar como un facilitador a través del diálogo profundo y constructivo y la reflexión crítica, empoderando así a los alumnos.
De igual forma, Dussel y Southwell nos instan a ver a los alumnos como sujetos activos y participantes en su propio proceso de aprendizaje, lo que requiere una atención genuina a sus necesidades y experiencias. Este enfoque también coloca a los docentes en el papel de facilitadores del conocimiento y creadores de un ambiente de aprendizaje enriquecedor. De manera que, la educación es un acto profundamente humano basado en la empatía y la comprensión; no es un acto aislado, sino que está intrínsecamente ligada a la sociedad y a la justicia. El educador tiene la responsabilidad de fomentar la equidad y la inclusión en el aula, abordando las desigualdades en el sistema educativo y empoderando a los estudiantes para convertirse en agentes de cambio en sus comunidades. Esto último, se alinea con la pedagogía liberadora de Freire, que enfatiza la importancia del desarrollo de la conciencia crítica y la participación activa para generar un cambio y transformar su realidad.
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