DERECHOS DEL TRABAJADOR Y TRABAJADORA.
Enviado por 7430 • 8 de Julio de 2013 • Tesina • 6.265 Palabras (26 Páginas) • 426 Visitas
TEMA :DERECHOS DEL TRABAJADOR Y TRABAJADORA.
ORIGEN E HISTORIA DE LOS DERECHOS DEL TRABAJADOR Y TRABAJADORA
Consciente de las dificultades y riesgos que supone proyectar el futuro de una disciplina que como la del mundo del trabajo implican el diestro manejo de variables socio-económicos, asumo el reto no sin temor a quedarme en el mero campo especulativo.
El hecho de que las antiguas "civilizaciones" que marcaron el conjunto de valores preconizados por las sociedades contemporáneas y mundializadas, fueran de corte esclavista y segregador, nos hace suponer que la primacía de la autoridad (Sacerdotal-Feudal-Patronal) combinaba tolerancias paternales con rigores despóticos y tiránicos, de tal manera que resultaría quimérico el suponer un régimen jurídico de igualdad y estabilidad. La propia dinámica social y la evolución natural de las concepciones sociales, económicas y filosóficas favorecieron la necesidad de someter a las relaciones de trabajo por cauces de precaria pero indubitable juridicidad.
Cada época de la historia de la humanidad ha conocido una forma de trabajo predominante. Ello ha servido para clasificar la vida humana en grandes períodos: la esclavitud, la servidumbre, el sistema corporativo y el salariado.
Para STAMMLER la historia de la vida social se desenvuelve constantemente de modo cíclico: los fenómenos sociales presentes originan una nueva estructura social; ésta, a su vez, da lugar a nuevos fenómenos sociales. De esta forma, resulta comprensible que ante relaciones laborales rudimentarias alrededor del artesanado y la agricultura, habría de ser el derecho civil el llamado a regular el contrato de trabajo, reivindicando los postulados jus-económicos del liberalismo, de la autonomía de la voluntad y de la libertad contractual.
Ingenua o pérfidamente, las ideas plasmadas por Adam Smith (La riqueza de las Naciones) resumidas en el principio del LAISSEZ FAIRE-LAISSEZ. PASSER que predominaron en los hechos durante las postrimerías del siglo XVIII y albores del XX, reposaban en la creencia de que la producción y la distribución se coordinaban entre sí espontáneamente y sin necesidad de orientación administrativa.
La señalada actitud de indiferencia adoptada por el Estado produjo una situación de hecho cuya derivación fueron las huelgas, los choques violentos en los que las clases sociales se desangraban, empeñadas en obtener por lucha directa, unas veces, las reinvindicaciones de sus justos derechos; otras, los objetivos de sus ilegítimas ambiciones (G. Cabanellas). La igualdad de las partes contractuales establecidas en el Código Civil, no pasó de ser una simple ilusión, que condujo a la explotación del hombre por el hombre: la jornada de trabajo excedía las doce horas al día, y en ocasiones alcanzaba las dieciséis; los salarios disminuían ante los brazos necesitados de empleos; "los niños y mujeres eran llevados a la fábricas, y estudios de la época revelan que niños de cuatro, cinco y seis años eran utilizados en el trabajo, permaneciendo hasta diecisiete horas de pies cada día". (Informe del doctor Villerme, citado por R...)
Ante tan infausto panorama, las tesis socio-económicas y filosóficas de Marx y Engels provocaron la reacción de las escuelas socialistas y social-cristianas, también partidarias del intervencionismo estatal; el Papa León XIII en su encíclica Rerum Novarum, expresaba: "Los obreros se han visto entregados, solos e indefensos, por la condición de los tiempos, a la inhumanidad de sus amos y a la desenfrenada codicia de sus competidores, de suerte, que unos cuantos hombres, opulentos y riquísimos, han puesto sobre los hombros de la multitud innumerable de proletariados, un yugo que difiere poco del de los esclavos". Para Caldera, a propósito de la Cuestión Social, la pervertida organización económica y la defectuosa repartición de la riqueza en el mundo de hoy, repercute intensamente en todos los resortes del complejo social.
En respuesta al estado de cosas denunciado en la Cuestión Social, Sismondi, reconocido como el padre del sistema intervencionista (A. BRUN Y H. GALLAND): criticó duramente el principio de la no intervención del Estado y lo consideró como una hipocresía, abogó por la limitación de la jornada de trabajo, el descanso semanal, el reconocimiento del derecho de coalición, y por medidas provisorias para las causas de enfermedad, vejez y la desocupación.
La consolidación de distintas clases sociales, la concentración creciente de capitales (Fusiones societarias / "multinacionalización"), urbanización de la población, precisaron que las luchas de clases (capital/ clase proletaria) se desarrollaran en ambiente de "civilizada tolerancia", hasta culminar en la armonía de sus ideas y la suavización de sus asperezas tradicionales; para ello será necesaria la intermediación de una fuerza extraña a sus pasiones: el Estado.
Con el Tratado de Paz de Versalles (1919) que puso fin a la Primera Guerra Mundial, se inicia efectivamente la disciplina que hoy conocemos con el nombre de Derecho del Trabajo, rama distintiva de las ciencias jurídicas, desprendida del Derecho Civil; en adición, la revolución Bolchevique de 1917, catapultó la necesaria reivindicación del mundo laboral (CAMERLINCK).
El intervencionismo del Estado, en todos los países de economía dirigida se concreta en disposiciones con marcado carácter de orden público, a través de la determinación de: descansos mínimos, jornada máxima, salario mínimo, sistema previsional, indemnizaciones por despidos injustos etc.
El derecho de trabajo, imbuido de un espíritu eminentemente social y opuesto al individualismo jurídico, ocupó rol de principalía en su afán por incorporar constante mejoramiento en las condiciones de trabajo; sin embargo, a partir del decenio de los setentas el Estado, movido por "premuras de interés general", hubo de participar en toma de decisiones económicas, algo distanciadas de los marcos tradicionales de esa disciplina (Alburquerque). PERSPECTIVAS:
Las indudables innovaciones tecnológicas han producido una notable transformación en el proceso productivo, pero que sin embargo no ha sido suficiente para enfrentar las tendencias económicas inflacionarias y la presencia del desempleo masivo, lo que ha conducido a muchos a preconizar el agotamiento del sistema del intervencionismo estatal, y que por ello se precisa la exclusión del Estado como sujeto económico. Se aconseja además, restringir el gasto social, suprimir los controles de precios, eliminar los subsidios y las prácticas proteccionistas y se recomienda abrir las aduanas, sacralizando las fuerzas
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