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El rol del docente como formador de Lectores


Enviado por   •  15 de Noviembre de 2014  •  1.538 Palabras (7 Páginas)  •  409 Visitas

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El rol del docente como formador de Lectores

"Los libros consuelan, calman, preparan, enriquecen y redimen"

José Martí (Cuba, 1853-1895)

A lo largo de la historia de nuestro país, la construcción de sujetos sociales estuvo asignada de manera casi exclusiva a la escuela. La identidad que ella producía existía y luchaba contra otras para imponerse, y era el docente la materialización de la autoridad y figura encargada de “guardar” las claves de esa construcción. Al mismo tiempo la Literatura, en especial la llamada “literatura nacional”, fue vehículo ideologizante en la formación de esos sujetos. La lectura y la interpretación que de los textos canónicos realizaban tanto alumnos como docentes eran un mismo “empaque” cerrado que los más altos órganos estatales “enviaban” a aquellos establecimientos.

En la actualidad, las concepciones acerca de la escuela, de los sujetos que en ella se forman y aún de la misma lectura han variado considerablemente. En nuestro presente son otros los obstáculos que impiden el libre desarrollo de las identidades múltiples de los sujetos que asisten a ella. Pero el sitio que la lectura ocupa en este sentido continúa siendo fundamental.

En primer lugar, porque los discursos sociales que circulan en nuestros tiempos son múltiples, y conviven con los canónicos a veces en el mismo nivel; nuestros alumnos son consumidores activos y es por esta razón que la escuela se ve en la obligación de abrir el espectro de textos y géneros discursivos que ofrece en las aulas. Por otro lado, a diferencia del siglo pasado, dentro del ámbito específicamente literario los “clásicos” coexisten a la par de obras más recientes, incluso con aquellas gestadas en “la periferia”.

Pero además -y fundamentalmente- la lectura interpretativa es la posibilidad que el sujeto tiene de incorporarse a la cultura de la lengua escrita, indispensable para su inserción social en el mundo laboral y/ o académico. Es por ello que la escuela y, más específicamente, el docente, debe garantizarle al niño/joven esta posibilidad. En otras palabras, el rol del docente como formador de lectores es de una importancia capital para el desarrollo de las capacidades que a ese sujeto le permitirán desenvolverse competentemente en el ambiente social.

Para analizar tan importante función, es necesario que nos detengamos en el significado del térmido “formador” y, a partir de allí, en las concepciones sociales que circulan acerca de la lectura:

El término “formador” se deriva del verbo latino formāre, que significa “dar forma”, “modelar la materia”, “construir”. Se utiliza con la acepción “educar” si se refiere al sujeto, por ejemplo, “formāre puerum”. Dar forma o construir, entonces, implica para el formador la responsabilidad social de colaborar activamente en la construcción social del sujeto lector.

Mempo Giardinelli (2004), reconocido escritor, periodista y gestor de formación docente en la promoción de la lectura, la conceptualiza como un “espacio único de inclusión, expansión y placer”. Por su parte, Elba Rosa Amado (2003) entiende la lectura como “la capacidad de los sujetos de construir significados en su encuentro con un texto escrito, valiéndose de estrategias cognitivas y lingüísticas y de conocimientos previos del mundo y de los textos”. Genevive Patte, reconocida defensora de las bibliotecas como instancia efectiva para formar lectores, afirma que “las lecturas de los niños, su calidad, su evolución, dependen esencialmente de los libros que van a encontrar –sin tener que buscarlos- en su medio más próximo; dependen de lo que les cae en la mano”. Desde estas perspectivas, entonces, el rol del docente como formador de lectores no se constituye a partir de la imposición real o virtual de textos, sino de la creatividad para generar espacios de lectura placentera y provechosa.

La Didáctica de la Lengua y la Literatura, en su carácter multi e interdisciplinario (Gómez dos Santos, 1998), se constituye en una herramienta insoslayable para la práctica pedagógica de promoción de lectura. El docente debe tener en cuenta que en cada comunidad, no todos leen de igual manera, ni comparten las mismas técnicas intelectuales, ni otorgan el mismo significado y valor al gesto aparentemente idéntico de leer un texto. En este sentido, Gustavo Bombini considera que la escuela es el lugar en donde se pactan los diversos modos de leer de los sujetos, donde conviven los modelos de lector que cada uno lleva consigo e incluso donde se produce la confrontación entre estos y los propios modelos –concientes o no- que posee el docente.

La apropiación de la lengua escrita por parte de los alumnos no es sólo un deber, sino también un derecho y un poder que deben ser conquistados dentro del ámbito escolar, porque fuera de él muchos de ellos verán vulnerados sus derechos a la posesión de un capital simbólico, quedarán excluidos. Pero si además de esta realidad el docente conceptualiza

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