Fuera Del Circulo De Tiza
Enviado por • 5 de Octubre de 2013 • 891 Palabras (4 Páginas) • 408 Visitas
No había cumplido los tres años de edad. Mi padre trabajaba en la Junta Local de Caminos. Probablemente estaba ocupado en la construcción de la carretera que une la capital del estado con la ciudad de Huatusco, pasando por el puente de Los Pescados hasta llegar al pueblo de Totutla. Era un hombre al que le gustaba caminar, caminaba mucho, imagino que en esos tiempos no había suficientes medios de transporte y ahorraba dinero caminando. Atravesaba cerros, arroyos y sembradíos durante horas y horas para desplazarse del trabajo a la casa, para ir y regresar al centro de la ciudad.
En el camino pepenaba lo que encontraba. Siempre que llegaba a casa se soltaba la algarabía para mirar lo que había encontrado en el camino: un tlacuache para los tamales, un armadillo para hacerlo en adobo, una culebra para asar, un racimo de plátanos, unas naranjas, algún pedazo de tronco que serviría después como banco o base de una lámpara, ciertas yerbas para comer o preparar una infusión.
Realmente viví poco tiempo con él. Para entonces ya se habían separado mis padres. Los recuerdos que tengo de mi progenitor no están asociados con la presencia de mi madre, sino con su ausencia, pero no de una separación dolorosa. Más bien con su inexistencia porque a esa edad no me preocupaba de su paradero. Ella se fue de la casa con mi hermana cuatro años mayor, yo me quedé en el hogar de mi predecesor. Ése fue el acuerdo que tuvieron.
No recuerdo cómo, pero en el poco tiempo que estuve con papá había otra mujer en casa, la que fue su compañera hasta que él murió. Vivíamos por la loma de la salida a Briones, muy cerca del campo. En la parte alta de la loma, a un costado de la escuela primaria, vivía mi abuela. Nosotros teníamos nuestra casa en la parte baja, en una falda de lo que entonces era una pequeña barranca.
Por las tardes me gustaba esperar la llegada de mi padre, pero no lo hacía abajo sino en la loma, en la banquetita que estaba junto a la puerta de la tienda que también era la casa de mi abuela. Le rogaba para que me fiara un vaso de tepache y un plátano que, cuando me daba, le ponía chile en polvo después de rebanarlo. No siempre se conmovía la abuela. Entonces, con plátano o sin él, me tiraba en la banqueta, subiendo los pies contra la pared y cantando canciones que ya han desaparecido de mi memoria.
La imagen que tengo de mi padre es la de un hombre joven, moreno, delgado, con un sombrero de palma en la cabeza, un bigote negro recortado como su cabello. Me parece que era alegre aunque no estoy seguro, en todo caso no era un hombre triste ni amargado. Creo que eventualmente me cargaba o abrazaba, pero tampoco estoy muy seguro de eso. Sin embargo, hay dos momentos que vienen a mi mente con nitidez.
El primero era de noche, ya muy avanzada, lloraba yo desconsoladamente porque me dolía un diente. De la penumbra alumbrada por una
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