El Tiempo
Enviado por nelsonandrade • 1 de Febrero de 2014 • 1.481 Palabras (6 Páginas) • 163 Visitas
El Tiempo y la Eternidad
El libro de la vida es el libro supremo que no se puede cerrar o volver a abrir a elección el pasaje interesante no se puede leer dos veces pero la hoja fatídica se pasa sola se quisiera volver a la página en que se ama y la página de la muerte está ya bajo nuestros dedos.
La huida del tiempo ha sido cantada por todos los poetas. Cuando el filósofo detiene en ella su atención, se asombra ante el paso incesante de todas las cosas. Todo pasa y por ello la pregunta se dirige a su existencia, aquí y ahora, ante la inquietud y angustia de la nada, de donde todo viene y a donde todo parece ir. El paso del tiempo engendra la tristeza, porque, con él, la vida se acaba poco a poco; el tiempo nos aparece como una prisión que desemboca en la muerte. Preguntarse por el tiempo es preguntarse por la existencia: ¿por qué hay seres que existen? La palabra «existente» expresa bien esta síntesis de tiempo y ser de la que estamos hechos.
La aceptación del tiempo es una conquista difícil. Estamos naturalmente aterrorizados por la irreversibilidad de nuestra propia duración, por la perspectiva de nuestra personal corrupción futura: por eso nos gustaría detener el curso del tiempo. En otras palabras: no podemos experimentar el tiempo sin aspirar inmediatamente a lo eterno. Pero, ¿en qué se funda esta aspiración? ¿Basta el tiempo para afirmar la eternidad? ¿No sería ésta, entonces, el fruto ilusorio de nuestro rechazo del tiempo? Cuestión grave, porque si no existiera la eternidad, ¿en qué se fundaría nuestra aspiración? ¿Puede exigir la adhesión y justificar el martirio un ideal destinado a desaparecer?
Para evitar la ilusión, es necesario partir de datos, es decir, de la experiencia común que todos tenemos del tiempo. Vivimos en el tiempo, y a partir de él nos interrogamos sobre lo eterno. Pero si ambos se reparten la totalidad de lo real, ¿dónde encontrar la eternidad?, ¿al final del tiempo o en el tiempo? ¿La eternidad, no debe estar fuera del tiempo? Si se quiere solucionar el problema de la existencia temporal, se presentan todas estas cuestiones.
¿Y si todo fuera apariencia? Si el tiempo fuera un mal sueño donde la identidad se disipa; una distracción del alma, como pensaba Plotino, por la que la unidad se dispersa. En cualquier caso tendríamos que explicar esta apariencia, porque lo temporal cambiante acaba aflorando como algo irreductible: no se puede negar el tiempo.
Nuestra idea del tiempo nace de la observación del movimiento. La realidad no es simultánea, no es un conjunto estático que podamos explicar cómo una combinación de leyes que tuviera su sede en un pensamiento intemporal, porque para aplicar las leyes hay que apelar a la experiencia, que es temporal; la intemporalidad del pensamiento, suponiendo que exista, no podría negar la sucesión de lo cambiante.
El tiempo existe porque existe el cambio. Aristóteles lo definía como la medida de lo que cambia. ¿Pero el tiempo reside en lo que transcurre en el movimiento de la cosa que cambia- o en el sujeto que lo mide? En cuanto a su forma de existencia, el tiempo no es una realidad independiente; está ligado por una parte a la inteligencia, dotada de una memoria que numera las etapas de la sucesión, y por otra es inseparable de la existencia del cambio. Kant quiso resolver esta paradoja haciendo del tiempo una forma a priori de la sensibilidad. A sus ojos, el tiempo depende por completo del espíritu, que capta las cosas, necesariamente, según el tiempo. Se puede concebir un tiempo sin objeto, declara, pero no un objeto sin tiempo. Hegel perseguirá esta integración del tiempo en el espíritu, por medio de la dialéctica. Los tres momentos tesis, antítesis, síntesis constituyen toda la realidad según un proceso que es la historia del Espíritu aprehendiéndose a través de sus obras. Todo lo real es racional y todo lo racional es real. Esta fórmula significa que el tiempo no se induce de lo real, sino que es lo que permite deducir, a priori, todo lo que es.
La Eternidad
El tiempo no puede concebirse sin la eternidad. ¿Es esto una necesidad del pensamiento sin fundamento en la realidad o una necesidad del ser? Si sólo percibimos el ser en movimiento, ¿cómo concebirlo inmóvil?, ¿cómo hacer de la eternidad algo real y evitar la ilusión?
En un mundo en devenir,
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