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LOS HABITOS DEL PENSAMIENTO RIGUROSO

SOBRE LA ACTITUD DEL HOMBRE DE CIENCIA

Estas reflexiones pretenden plantear un problema específico del quehacer intelectual y científico referido a la adquisición de los hábitos del pensamiento riguroso. La correcta solución de este problema se convierte en una condición sinequa-non del trabajo intelectual.

El tema de los hábitos es competencia principal de la Filosofía y la Psicología, soslayado en el tratamiento de los múltiples problemas de la ciencia moderna. El tema de los hábitos del pensamiento gira alrededor del complejo problema de la actitud del hombre de ciencia , no solo al investigador científico, profesión centra en la ciencia y en la reflexión su tarea ordinaria sino a quien se vincula en forma estable con la vida universitaria y académica, aquellos profesionales que se vinculan a los “saberes liberales” de la crisis actual del pensamiento, para considerar la noción misma de ciencia, como hábito la caracterización de los habitos intelectuales y el problema de la generación de dichos hábitos.

1. Crisis de Pensamiento y Capacidad Propia de Juicio

“obscurecimiento de la inteligencia”, nuestra situación intelectual; juicios ambos que no hacen sino precisar analíticamente y desde la perspectiva de la filosofía al señalar la creciente “pérdida de capacidad de juicio propia” del hombre medio.

La importancia que atribuimos a la creación de hábitos de pensamiento riguroso, se vincula directamente con este aspecto especifico de la crisis de la sociedad contemporánea. Los diagnosticos de la crisis de la cultura occidental que, desde distintas y variadas perspectivas, han hecho pensadores de este siglo, coinciden no sólo en cuanto al carácter estructural de la crisis sino también en el hecho de que es ella, una crisis de la inteligencia.

Karl Mannheim habla de la creación de los hábitos intelectuales, afirma: la sociedad moderna, estructurada y organizada, en lugar de conducir a los hombres a comportamientos cada vez mas racionales, los lleva a conductas cada vez mas irracionales los cuales inducen a situación de crisis.

El problema radica en que la creciente organización racional-funcional de la sociedad moderna “favorece por  fuerza solo la racionalidad funcional” y no exige en igual medida la racionalidad substancial, en decir, la facultad de actuar en situaciones dadas con capacidad de juicio en base a una inteligencia propia de las conexiones. La  esencia de la racionalidad funcional es eximir al individuo medio del pensamiento, de la inteligencia, de la responsabilidad y transpasar esas facultades a los individuos que dirigen la racionalización de la sociedad. “El control sistemático de los impulsos que el individuo tiene que proponerse de antemano cuando los quiere operar o ser insertado en una estructura objetiva de actividad racional”, es sólo a través de la educación que se podrá poner un dique a este proceso de deterioro.

Debe existir una esfera donde predomine la continuidad y una conformidad básica. Esa es la tarea de la inteligencia, avance en la comprensión del desarrollo físico y mental ha sido mucho menos notorio la comprensión de su desarrollo social, los efectos sociales de la educación concibe como un fenómeno social básico y central de la vida de convivencia. En el ámbito de la educación universitaria se dan tres tendencias fácilmente comprobables: la pérdida creciente del sentido de los saberes estrictos; la pérdida de la necesaria subalternacion de las ciencias y la creciente pérdida del fin propio.

1. LOS HÁBITOS

El deterioro se ha debido a su identificación con conceptos tales como costumbre que  de automático del proceso o del comportamiento, usamos el termino hábito por dos razones porque desde la antigüedad clásica se ha atribuido siempre a los hábitos un peso esencial en la educación. Los buenos hábitos facilitan enormemente el desenvolvimiento de la existencia humana.

Platón define la educación como la creación del habito virtuoso, donde se trata de las normas para la mejor conducción de las Polis.

Aristóteles señaló que la mente humana puede perfeccionarse de dos maneras: primero por el conocimiento del objeto, por el conocimiento del método adecuado al estudio del objeto de ampliar indefinidamente los conocimientos. Es a este segundo tipo de conocimiento al que nos referimos cuando hablamos de hábitos del entendimiento o hábitos del pensamiento riguroso.

El habito es propiamente una forma permanente o una cualidad de una potencia, como principio productor de actos, caracterizados precisamente por su permanencia, señala Santo Tomás, los hábitos son necesarios para lograr tres características  en el obrar: la firmeza, la prontitud y la deleitación. Los hábitos son connaturales al hombre.

1. LOS HABITOS DEL PENSAMIENTO.

Hablar del pensar riguroso, como hábito es una forma que el individuo va generando; forma permanente, firme, pronta, deleitable, de encarar los problemas  o interrogantes que se le presentan que tienen como fin el esclarecimiento o solución de dichos problemas.

En relación a la formación de los habitos de pensamiento podríamos remitirnos a las reglas de Descartes: el habito de pensar se adquiere o se afianza en la medida del entendimiento, el pensamiento riguroso se genera en la medida en que se generen los habitos de definir de distinguir, etcera.

1. EL HABITO DE LA DEFINICION

Definir es decir lo que la cosa es; es tener en claro el significado y sentido de un término dentro de un contexto, adquirir el hábito de la definición supone entrenarse y entrenar al alumno, la rigurosidad de las definiciones, ambigüedad y subjetivismos.

Debe enunciarse por el género próximo y la última diferencia o que no debe incluir elementos sobreentendidos que debe ser breve y debe ser mas clara, se debe evitar conceptos por medio de términos lo suficientemente ambiguos, para exigir a su vez, ser definidos.

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