Recursos de “extrañamiento” como estrategias en El caballo perdido
Enviado por noraambar • 17 de Abril de 2018 • Ensayo • 1.320 Palabras (6 Páginas) • 206 Visitas
Recursos de “extrañamiento” como estrategias en El caballo perdido
En “El Caballo Perdido” de Felisberto Hernández, se pueden identificar diversos recursos que producen en el lector un efecto de “extrañamiento”. Esto se debe a la anti convencionalidad característica de la escritura de este autor. Particularmente por las conexiones inusuales e inesperadas que realiza, que no se limitan a las que son corrientes en el arte de vanguardia, sino que, como sostiene Ana María Barrenechea, van más allá y ponen en relación cualidades y acciones: “El hilo de los acontecimientos se demora en nexos desacostumbrados: de seres humanos o de objetos inanimados entre ellos mismos, y de personas con cosas. Así se establece una curiosa red de relaciones en las que los objetos llegan a actuar de misteriosos intermediarios” (BARRENECHEA, 1972: 160).
Entre los recursos utilizados para producir este extrañamiento, se puede identificar por un lado, la presencia de objetos que se animan, actúan, tienen y producen sentimientos. Al referirse a unas fotografías el narrador afirma: “cuando yo sin querer caía bajo la mirada del marido y bajaba rápidamente la vista, sentía contrariedad y fastidio” (HERNÁNDEZ, 1983: 14). Este recurso de dar vida a las cosas, es muy frecuente en los pasajes descriptivos del texto: “Al empezar, los troncos eran muy gruesos, ellos ya habrían calculado hasta dónde iban a subir y el peso que tendrían que aguantar, pues las copas estaban cargadísimas de hojas oscuras y grandes flores blancas..” (HERNÁNDEZ, 1983: 11). Además, algunos de estos objetos, se vinculan de una forma inusual con quien narra: “yo tuve bastante tiempo para entrar en relación íntima con todo lo que había en la sala. Claro que cuando venía Celina los muebles y yo nos portábamos como si nada hubiera pasado.” (HERNÁNDEZ, 1983: 11).
También se puede ver la personificación que el autor realiza de sensaciones, percepciones, o de los recuerdos mismos: “El recuerdo de Celina volvió al otro día y a los siguientes. Pero mientras lo dejaba solo, él hacía en mi casa algo que yo no sabía. No sé qué pequeñas cosas cambiaba…” (HERNÁNDEZ, 1983: 31). Estos recuerdos han pasado a ser verdaderos actantes. Recuperan una capacidad de actuar, tienen atributos propios de los personajes.
Por otra parte, se puede observar la fragmentación de entidades tomadas generalmente como un todo: “puede ocurrir (…) presentar segmentos aislados de una entidad que nos hemos acostumbrado a percibir como un todo, es decir en romper relaciones de dependencia de las partes con respecto a la globalidad” (BARRENECHEA, 1972: 161). De esta manera, en el texto encontramos frases como: “mi cabeza entendía pero las manos no” (HERNÁNDEZ, 1983: 22), “su cara no se le reía” (HERNÁNDEZ, 1983: 24). Los seres se “cosifican”: “Había otras personas que también eran muebles cerrados pero tan agradables, que si uno hacía silencio sentía que adentro tenían música, como instrumentos que tocaran solos” (HERNÁNDEZ, 1983: 28). Todos estos elementos dan cuenta de una ruptura en el tratamiento de los personajes, el cual dista mucho del utilizado en la narrativa realista.
Estas estrategias utilizadas por Felisberto Hernández para producir una atmósfera de extrañamiento tienen en el lenguaje un sostén fundamental. Es el trabajo realizado con el lenguaje lo que permite lograr un mundo ajeno con elementos que son cotidianos. En este texto que no sigue ningún orden lógico en el encadenamiento de las acciones, que transgrede las leyes convencionales del tiempo, el espacio, los personajes, el narrador, lo importante es el relato en sí mismo.
La fragmentación, además de provocar extrañamiento, da cuenta de la falta de unidad del sujeto. Podemos observar en el cuento que el narrador se encuentra fragmentado en niño/socio, y a su vez, como sujeto se fragmenta en el tiempo y el espacio: “entre la persona que fui y el tipo que yo iba a ser, quedaría una cosa común: los recuerdos. Pero los recuerdos, a medida que iban siendo del tipo que yo sería, a pesar de conservar los mismos límites visuales y parecida organización de los datos, iban teniendo un alma distinta.” (HERNÁNDEZ, 1983:38). Este recurso da cuenta de un sujeto fragmentado en recuerdos, en cosas, en relaciones con las cosas y los recuerdos, siguiendo con Barrenechea: “La fragmentación del Yo y la impenetrabilidad de los espacios van unidas a la disyunción temporal del antes y el ahora. El tiempo del recuerdo y del recordar se opone al tiempo de la vida y el escribir. Escribir es la única amarra para anclar en el presente y no dejarse arrastrar hacia un pasado que hunda en la locura y quizás en la muerte.” (BARRENECHEA, 1972: 190).
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