Enfoque Estructuralista
Enviado por CQCrysalis • 6 de Octubre de 2013 • 9.262 Palabras (38 Páginas) • 645 Visitas
Introducción
A comienzos del siglo XX, el sociólogo alemán Max Weber publicó una bibliografía acerca de las grandes organizaciones de su época, a las que denominó burocracias, y consideró el siglo XX como el siglo de las burocracias, pues creía que éstas eran las organizaciones características de una nueva época, plena de nuevos valores y nuevas exigencias. Las burocracias surgieron después de la era victoriana debido a la necesidad de orden y precisión sentida por las organizaciones y las exigencias de los trabajadores de un trato justo e imparcial.
El modelo burocrático de organización surgió como reacción en contra de la crueldad, el nepotismo y los juicios tendenciosos y parcializados, típicos de las prácticas administrativas inhumanas e injustas de comienzos de la Revolución Industrial. Aunque tenga sus raíces en la Antigüedad histórica, la burocracia fue una invención social perfeccionada durante la Revolución Industrial, con la finalidad de organizar en detalle las actividades de las empresas y dirigirlas con la mayor eficiencia posible.
La forma burocrática de administración se difundió rápidamente en todos los tipos de organizaciones humanas, como empresas fabriles, empresas de prestación de servicios, oficinas públicas y entidades gubernamentales, organizaciones educativas, militares, religiosas, filantrópicas, etc. Ante la aparición de las burocracias, su crecimiento y proliferación, la teoría administrativa -hasta entonces eminentemente introspectiva y orientada sólo hacia los fenómenos internos de la organización- obtuvo una nueva dimensión a través del enfoque estructuralista: además del enfoque intraorganizacional, surgió el enfoque interorganizacional.
La visión estrecha y limitada de los aspectos internos de la organización se amplió y fue sustituida por una visión más general que involucró la organización y sus relaciones con otras organizaciones dentro de una sociedad más extensa. A partir de allí, el enfoque estructuralista se impone en definitiva sobre él.
Capitulo III
Enfoque Estructuralista
3.1 Max Weber
Sociólogo alemán, trata temas de economía, sociología y política. Escribió los libros “Economía y sociedad”,” La Ética protestante y el espíritu del Capitalismo”. Se le puede estudiar desde varios enfoques, pero aquí se hará desde el del estructuralismo que se analiza en el libro Economía y sociedad.
Weber define la dominación como la probabilidad de encontrar obediencia dentro de un grupo determinado para mandatos específicos (o para toda clase de mandatos). Por lo tanto, no se trata de cualquier probabilidad de ejercer “poder” o “influjo” sobre los hombres. Concretamente esta dominación (autoridad), en el sentido indicado, puede descansar en los más diversos motivos de sumisión, desde la habituación inconsciente, hasta lo que son consideraciones puramente racionales con arreglo a fines. Un mínimo de voluntad de obediencia, o sea de interés (externo o interno) en obedecer, es esencial en toda la relación de autoridad.
Los dos conceptos que permiten comprender el desarrollo de la sociología weberiana son los de «actor socializado» y «acción instituida»; ambos permiten superar el tópico del “individualismo sociológico” que es más complejo de lo que su explicación elemental sugiere.
Hablar de «actor socializado», sugiere que el individuo forma parte de una serie de redes de relaciones sociales, fuera de las cuales no puede ser comprendido. El punto de vista del «actor socializado», es decir, la comprensión que los propios actores tienen de su propia función es sociológicamente fundamental. Esos actores, organizados, son la base de toda acción social.
Weber distingue entre “clases sociales”, “grupos de estatus” y “partidos políticos”, estratos distintos que corresponden respectivamente a los órdenes económico, social y político.
Así, a diferencia de Marx, en Weber las clases son únicamente una de las formas de la estratificación social, atendiendo a las condiciones de vida material, y no constituyen un grupo consciente de su propia unidad más allá de ciertas condiciones de vida.
Los “grupos de estatus” se distinguen por su modo de consumo y por sus prácticas sociales diferenciadas que dependen a la vez de elementos objetivos (nacimiento, profesión, nivel educativo) y de otros puramente subjetivos (consideración, reputación...). Estos “grupos de estatus” se distinguen unos de otros por estilos o “modos de vida” (concepto que hay que comprender por oposición a “nivel de vida”).
Este análisis tridimensional pone de relieve que en las sociedades modernas hay diversos criterios de jerarquización de los grupos sociales. Entre los diversos modos de pertenencia a un grupo, el “grupo de estatus” posee una especial relevancia: es ahí donde se adquieren y se comparten los valores, las normas de comportamiento y las prácticas significativas que los especifican.
Una teoría de la acción social debe dar cuenta, en consecuencia, de la forma como unos individuos interaccionan con otros para modificar sus comportamientos; lo que no necesariamente se produce de forma racional.
De ahí que la sociología deba dar cuenta también de la «acción instituida» que es algo más que la pura “elección racional” del supuesto individualismo metodológico. La elección de los valores, que incumbe al individuo, se refiere implícitamente a su “grupo de estatus”. Promocionar, o no, determinados valores depende de un grupo que siempre es institucional.
Weber en la famosa primera frase de ECONOMÍA Y SOCIEDAD, define la sociología como: «... una ciencia que se propone comprender por interpretación la actividad social interpretándola, y a partir de ahí explicar causalmente su desarrollo y sus efectos».
De aquí se derivan las tres etapas de toda sociología: comprensión interpretación y explicación, que no han de considerarse como peldaños de una escalera sino como formas de análisis convergentes de la realidad social, sin que quepa considerar a una “superior” a otra.
La teorización weberiana del Estado moderno se inserta en su análisis de las formas de racionalización. Pero lo que caracteriza al Estado moderno es que no usa la violencia al modo brutal de los Estados antiguos; más bien al contrario ha conseguido hacerse indispensable en la vida de los humanos, convirtiéndose en la fuente única de legitimación, gestionando servicios, etc. Lo fascinante de la dominación estatal es que se logra sin una violencia aparente, a través del convencimiento y de mecanismos carismáticos.
Los tres mecanismos que pone en marcha la autoridad política son: «dominio», «obediencia» y «legitimidad».
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