ESTUDIO DE DESARROLLO DE HABILIDADES SOCIALES EN ESCOLARES
Enviado por Magdalena Artigues Salvo • 25 de Abril de 2016 • Informe • 3.698 Palabras (15 Páginas) • 301 Visitas
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Estudio del Desarrollo de Habilidades Sociales en escolares.
Integrante: Magdalena Artigues
Raúl Toledo
Profesor (a): Jimena Miranda
Claudio Bustos
Verónica Villarroel
Concepción, 28 de Junio del 2012
- Resumen o Abstract.
En el siguiente estudio se dará a conocer la influencia de la relación entre establecimiento escolar, años de educación prescolar y estilos de apego para el desarrollo de habilidades sociales. Para ello se revisaron diversas investigaciones relacionadas con el tema y que en cierta medida, concordaban con el objetivo principal de esta investigación. En los resultados, se pudo comprobar que la principal relación entre estas variables, era entre el tipo de establecimiento y el desarrollo de las habilidades sociales, en contrario de lo que se planteó como hipótesis, entregándole mayor importancia al establecimiento para que los niños puedan tener un buen desarrollo de las habilidades sociales.
- Marco teórico.
La siguiente investigación científica abordará cuatro variables que serán relacionadas entre sí para poder evaluar el desarrollo de niños en la etapa preescolar y escolar. Estas variables se dividen en independientes (tipo de colegio y años de educación preescolar) y en dependientes (tipo de apego y desarrollo de habilidades sociales).
Para abordar el tema es importante dar a conocer los conceptos a tratar. En primer lugar se puede entender el apego como un vínculo que se establece entre el niño (a) con su figura más cercana de crianza, que en la mayoría de los casos coincide con la madre (Jiménez, 2009).
Es conocido que el estilo de apego generado es influyente en el desarrollo del niño, referente a aspectos tanto físicos como emocionales, pero además interviene en la integración con la sociedad. En este sentido, la familia cumple un rol importante en el desarrollo socio-afectivo del infante, esto porque los modelos, valores, normas, roles y habilidades se aprenden principalmente en el período de la infancia, la cual se encuentra relacionada con el manejo y resolución de conflictos o problemas, con las habilidades sociales y adaptativos de los niños, con las conductas prosociales y con la regulación emocional de cada niño, entre otras (Cuervo, 2009)
Es importante destacar las experiencias tempranas que desarrolla la madre con su hijo. Respecto a esto, se ha señalado que las estrategias de intervención temprana van a propiciar una educación integral de la persona y va a permitir satisfacer las necesidades físicas, emocionales, cognoscitivas, sociales y espirituales de niños y niñas (Carballo, 2006).
La infancia temprana, es un período crítico para el desarrollo de todas las personas, en especial, si está apoyado de la educación preescolar. Esto a raíz de diversas investigaciones en distintos campos de estudio como son la psicología del desarrollo, sociología o la neurociencia que señalan que el período crítico de desarrollo influye en gran medida sobre la vida de todas las personas (San Martín, 2009). En este sentido, el entorno tanto social como cultural y la estimulación tanto cognitiva como socioemocional serían de suma importancia para el desarrollo mental de cualquier persona.
Diversas investigaciones señalan que la experiencia temprana de las personas provee de una base para una buena salud física y mental en períodos de tiempo largos. En cambio, los niños con poco nivel de estimulación temprana y que presenten carencia emocional (con figura de apego, padres, docentes, pares, etc.), suelen presentar problemas socioemocionales a lo largo de sus vidas (Shweinhart et. al, 2006 en San Martín, 2009).
Por otro lado, es fundamental la socialización escolar, que está directamente relacionada con el manejo de las habilidades del niño (a) y con la interacción con sus pares, esto, teniendo en consideración que es necesario que dentro del aula de clases, se atiendan las individualidades de cada niño (a) para así favorecer su afectividad y creatividad. Todo lo dicho anteriormente, es con el propósito de que se afiance la seguridad y la autoconfianza en el manejo de sus posibilidades (Jiménez, 2009).
En este sentido, cobra suma importancia el valor que posee el docente dentro de la etapa escolar, ya que será un referente fundamental para todos los años educativos del niño, primordialmente en los primero años de enseñanza. Un buen manejo en el aula favorecerá la autoestima del niño (a), y a raíz de esto es que se podrán potenciar sus habilidades, tanto emocionales como académicas. De esta forma y a través del vínculo afectivo que se genere entre ambos, el docente podrá ayudar y apoyar de mejor manera el fortalecimiento de la autoimagen, potenciando así las habilidades de socialización del niño (a), y siendo cauto al momento de las comparaciones dentro del aula (Jiménez, 2009).
Sin embargo, no solo los docentes cumplen un rol importante en el desarrollo de las habilidades esperadas, sino que también se hace referencia al rol que desempeñas las relaciones interpersonales con los pares. Autores señalan que los pares pasan a ser agentes cruciales para el ajuste social correcto, actuando como impulsadores psicoemocionales, socioeducativos y conductuales, ya que se trata de figuras con perspectivas similares, que favorecen la adquisición de habilidades sociales (Del Carmen, García, Nicasio y Pacheco, 2010).
Si bien se recalca la importancia de la familia y la interacción con otros, los centros educativos a los pertenecen estos niños son también un aporte significativo y decisivo, ya que es en estos establecimientos donde se potencia el desarrollo y se establece un vínculo más directo con la realidad. La calidad del ambiente educativo en la que se encuentran inmersos, se considera como una dimensión compleja que posee tres aspectos cruciales que se deben considerar, en primer lugar se encuentran los aspectos estructurales, tanto del contexto (equipamiento disponible) como del agente educativo o docente (título, perfeccionamiento, etc.); en segundo se encuentras los aspecto del proceso educativo propiamente tal, es decir, las interacciones educativas que se producen; y en tercer lugar, los aspectos en las orientaciones educativas de los docentes (Herrera, Mathiesen y Recart, 2004).
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