La Lengua Y Los Hablantes
Enviado por AimeeG10 • 2 de Junio de 2013 • 2.783 Palabras (12 Páginas) • 683 Visitas
La Lengua y los Hablantes; Raúl Ávila
Lingüística. Signo lingüístico. Lengua española. Significado. Contexto. Lenguas. Habla. Relaciones paradigmáticas. Sintagma. Comunicación. Fonemas
• Enviado por: Gina Maldonado
• Idioma: castellano
• País: México
• 25 páginas
1.- EL SIGNO Y LOS SIGNOS.
Cuando tomamos un objeto como representante de otro hecho distinto del objeto mismo, estamos considerándolo como signo. Un signo es, pues, un hecho perceptible que nos da información sobre algo distinto del mismo.
Por ejemplo, el que una persona traiga lentes, significa que no ve bien ya sea de lejos o de cerca, es decir, nos está dando una información.
Otro ejemplo de un signo son las palabras que utilizamos al hablar y al escribir; así como cuando levantamos el dedo pulgar hacia arriba haciendo un puño, que puede significar buena suerte o que algo está bien.
En los signos secundarios, la finalidad de comunicar algo más allá del objeto mismo no es la función primaria: por ejemplo, cuando nos vestimos o lo que comemos. En cambio, los signos primarios, su única función es la de comunicar: se producen voluntariamente para establecer la comunicación, por ejemplo, cuando movemos la mano abierta de un lado a otro (saludar o despedir) uno lo hace para poder comunicar ya sea una bienvenida o una despedida. En los signos secundarios, es involuntaria.
Hay otra diferencia entre estos dos tipos de signos. En los primarios, el receptor sabe que el emisor desea establecer la comunicación, conoce su intención comunicativa. En cambio en los secundarios, el receptor no percibe necesariamente la intención comunicativa del emisor.
La semiología se ocupa del estudio de los signos producidos por el hombre. En este sentido caben todos los signos de los que hemos hablado antes, sin embargo hay dos planteamientos del campo semiológico. El extenso; que abarca tanto los signos primarios como los secundarios, y el limitado, que incluye únicamente el estudio de los signos primarios. A la primera se le ha llamado semiología de la significación, y a la segunda semiología de la comunicación.
Dada la complejidad y riqueza de la lengua, y dadas sus características distintivas, hay una disciplina que, dentro de la semiología, se ocupa de su estudio: la lingüística.
Entre la lengua y otras formas no lingüísticas de comunicación, existen varias diferencias. De todas ellas, la que se considera fundamental es la que la lengua esta doblemente articulada; es decir, la primera está formada por los signos en la cadena hablada; y la segunda, por los fonemas, elementos sin significado que se articulan entre sí para formar signos.
Por ejemplo, para preguntar a alguien cual es la hora, hacemos un movimiento con el dedo en el otro brazo al área de la muñeca, este signo tipo mímico no se puede segmentar en dos articulaciones, sólo tiene una, la primera.
En cambio, la expresión lingüística correspondiente puede dividirse en signos por ejemplo en palabras que forman la primera articulación:
Cual + es + la + hora
Y éstas a su vez en elementos de la segunda articulación o fonemas, como a continuación en el cual se utiliza la representación fonológica:
/q/ + /a/ + /l/ /e/ + /s/ /l/ + /a/ /o/ + /r/ + /a/
Ejemplos
*Signos primarios
Transporte escolar
Teléfono publico
Secundarios.
Corazón
Vaca
Dinero
2. EL SIGNO LINGUISTICO
Dentro de los signos producidos por el hombre hay unos de naturaleza oral, además, son primarios en cuanto a que su función esencial es la de establecer la comunicación. Utilizaremos, pues, las palabras para conocer las características del signo lingüístico.
La teoría del signo lingüístico fue desarrollada por Ferdinad De Saussure, quien lo concibió como la asociación de una imagen acústica o significante y una imagen mental o significado. Por ejemplo, podemos esquematizar un signo de una vaca de la siguiente forma:
Significado:
Signo: Vaca
Significante: VACA
Significante y significado están indisolublemente unidos en el signo, Asó pues al escuchar lenguas desconocidas, nuestro oído capta la parte del signo conocida como significante.
El carácter del signo ha sido reconocido desde la antigüedad. Saussure considera que el signo lingüístico es arbitrario por que entre éste y la realidad a la que hace referencia no hay relación natural. En otras palabras, no hay razón para que a determinado animal se le nombre vaca y no rana: el hecho de que se le nombre así es una simple convención de determinada sociedad que usa una lengua específica. Y justamente la existencia de muchas lenguas confirma que los signos no están motivados por la realidad. Si así fuera, una misma cosa tendría el mismo nombre en todas las lenguas del mundo.
Las onomatopeyas tienen cierta relación con la cosa o el fenómeno que designan. En algunas de ellas la relación es muy evidente. Así comprendemos por que el perro ladra, el pato granza o el caballo relincha: los signos ladrar, graznar y relinchar están motivados por los sonidos que producen los respectivos animales.
Sin embargo, el haber seleccionado estos signos implican cierta arbitrariedad en la medida en que no son sino la imitación convencional de ciertos sonidos, imitación que hacemos según las costumbres lingüísticas que son propias de nuestra lengua.
En cuanto a biología y a otras palabras de este tipo, podría pensarse que hay entre ellas una motivación; en el caso del ejemplo, es evidente que significa “estudio de la vida” porque bio en griego significa “vida” y logos “estudio”.
Este fenómeno, llamado derivación, porque una palabra determinada deriva de otros componentes menores, aparece en otras lenguas.
En los signos derivados, aunque se puede hablar de motivación, ésta es de otro tipo; es una motivación producida por las posibilidades de combinación de elementos de la lengua o motivación secundaria, en términos de Saussure, y no por la realidad a la que hacen referencia los signos.
En algunos casos se ha querido buscar motivación a ciertas palabras mediante interpretaciones etimológicas que no corresponden al verdadero origen de los términos. Este fenómeno, llamado etimología popular, es una muestra más de la actitud de los hablantes en su búsqueda de una motivación de los signos.
El fenómeno de la etimología popular, pues, se explica por la necesidad de motivar los signos, pero no contradice el principio básico de la inmotivación, ya que, en último caso, los componentes de las palabras siguen siendo, al igual que
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