Prevención del Síndrome del cuidador
Enviado por Yulissa0901 • 6 de Mayo de 2021 • Apuntes • 2.439 Palabras (10 Páginas) • 103 Visitas
SÍNDROME DE BURNOUT DEL CUIDADOR EN EL HOGAR
Se conoce como Síndrome del cuidador quemado o burnout del cuidador el estado de agotamiento físico, emocional y mental que puede ir acompañado de un cambio en la actitud, pasando de mostrarte una persona positiva y afectuosa a una persona negativa e indiferente.
Los cuidadores son aquellas personas que desempeñan el rol de cuidador principal de una persona en situación de dependencia. Un cuidador se define como “la persona, habitualmente un familiar directo, que convive y mantiene la responsabilidad de proveer recursos que necesita un paciente, incapaz de auto sustentarse”. Por ejemplo, la necesidad de un cuidado permanente de los adultos mayores con múltiples patologías o con demencia, y de los enfermos crónicos avanzados, resulta un fenómeno creciente en la población en vías de envejecimiento.
Tanto el cuidador como el sistema de salud (cuidados paliativos) tienden a marginar las problemática del cuidador, priorizando los problemas del usuario/familiar dependiente, por encima de medidas de autocuidado del cuidador. Estos márgenes del “descuido” del cuidador tienen distintos anclajes, por un lado los aspectos afectivos vinculares que los cuidadores destinan a ese ofrecimiento de cuidado amoroso, solidario por sobre la obligación hacia el otro
Ámbitos y cambios que afectan en la vida del cuidador
La vida del cuidador cambia en los ámbitos radicalmente como consecuencia de la demanda requerida. Su nueva responsabilidad requiere una profunda transformación de su forma y calidad de vida, ya que, en general, nadie está preparado para vivir 24 horas al día con una persona (generalmente un familiar querido) que se deteriora día a día de forma progresiva. Esta situación generará muy probablemente profundas reacciones afectivas y emocionales: tristeza, tensión, ira, culpabilidad, frustración, desconcierto… que tan frecuentemente padecen quienes realizan estas funciones de tipo asistencial.
Algunos de los cambios que se producen en su vida a corto y largo plazo:
- Relaciones familiares (surgen nuevos roles, obligaciones, conflictos, etc).
- Laborales (abandono o absentismo, incremento de gastos, etc).
- Tiempo libre (disminución del tiempo dedicado al ocio, a las relaciones interpersonales)
- Salud (problemas de cansancio, alteración del sueño y del apetito, entre otros)
- Cambios en el estado de ánimo (sentimientos de tristeza, irritabilidad, culpabilidad, preocupación, ansiedad, estrés, etc).
Causas del Síndrome del Cuidador
El estrés del cuidador surge principalmente de las diferentes formas de percibir las necesidades del enfermo, la inversión de tiempo, recursos, conflictos entre sus expectativas y el resto de miembros de la familia, sentimientos de culpa.
En muchas ocasiones, el conflicto surge ante la incapacidad de poder satisfacer las necesidades del enfermo, las familiares y las personales. Es muy habitual que el cuidador renuncie a áreas de su vida social y laboral dado las necesidades que requiere la persona que se encuentra a su cuidado.
Algunos indicios del trastorno del síndrome del cuidador
Es importante que los familiares y amigos del cuidador principal estén atentos a una serie de síntomas que pueden ser indicios de la presencia del trastorno:
- Mayor irritabilidad y conductas de “agresividad” contra los demás
- Tensión contra los cuidadores auxiliares (no atienden al enfermo correctamente)
- Sintomatología depresiva o ansiosa.
- Impaciencia con la persona al cuidado.
- Aislamiento social.
- Problemas físicos: dolores de cabeza, angustia, problemas gástricos, palpitaciones.
Principales síntomas de alerta del síndrome del cuidador
- Agotamiento físico y mental
- Labilidad emocional: cambios de humor repentinos
- Depresión y Ansiedad
- Conductas de consumo abusivas: tabaco, alcohol
- Trastorno del sueño
- Alteraciones del apetito y del peso
- Aislamiento social
- Dificultades cognitivas: problemas de memoria, atención
- Problemas laborales
Retos para el cuidador
No hay duda que trabajar con enfermos enfrentados a experiencias de dolor y de pérdida, plantea para el cuidador unos retos muy difíciles.
Parte de esta dificultal radica en las características de la labor asistencial propia de la atención paliativa, donde deben desplegarse altas dosis de energía para resolver infinidad de problemas que surgen de manera repentina y continua.
Por otro lado, dada la importancia otrogada a la información y al proceso de comunicación, la relación entre el enfermo y el cuidador tiene que ser lo más sana posible. Y ello, no sólo cuando el enfermo se encuentra aislado y desprovisto de apoyo familiar o social, sino también en aquellos casos donde está acompañado, pero donde la Conspiración de Silencio sobre lo que se avecina, carácteriza la pauta de comunicación con sus familiares.
Comunicación y proceso relacional
Para que el proceso de comunicación sea beneficioso tanto para el paciente y su familia como para el cuidador, tiene que presentarse especial atención al proceso relacional y a las emociones que éste genera, este proceso relacional cobra especial relieve en la antesala de la muerte. Ocurre a menudo que, en esta situación, el cuidador se hace pregunta como éstas: ¿hasta dónde me es permitido expresar lo que siento, como tengo que hacerlo, y, al fallecer un paciente, cómo debo afrontar este duelo?, ¿A qué dominio pertenece esta expresión, al dominio personal o al profesional? Este tipo de preguntas suscita a veces más dudas e interrogaciones que respuestas indiscutibles.
Relación interpersonal, estrés y agotamiento
La reacción de estrés (en sus componentes fisiológicos, cognitivos y psicológicos) surge cuando percibimos una situación o suceso que nos resulta amenazante y que al respecto evaluamos que no poseemos los recursos necesarios para su adecuada superación.
Según este modelo, parece ser que en la primera fase de acercamiento a un estresor potencial (cuidar de un paciente agórico, por ejemplo), todos nos cuestionamos acerca de su peligrosidad para nuestra seguridad, tanto física como psicológica. En una segunda fase, nos cuestionamos si nos es posible o no superar el estresor con éxito. Cuando la evaluación resultante es negativa (no puedo con esto), se anticipan los efectos ligados a la amenaza percibida, generando reacciones características de estrés.
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