Tres Modelos De Enseñanza
Enviado por Yamagushi • 25 de Marzo de 2014 • 2.259 Palabras (10 Páginas) • 216 Visitas
Tres Modelos de Enseñanza
Jean-Pierre Astolfi
En su obra L’école, mode d’emploi, Philipe Meirieu nos cuenta con extraordinaria riqueza narrativa las «Histoires de Gianni». Habla allí del tránsito ficticio de un alumno expulsado de la escuela, a quien lleva a encontrarse con Freinet, frecuentar la clase de transición, seguir un coloquio sobre Piaget, visitar Summerhili, dejarse seducir por Rogers, vivir la experiencia del «10%», ubicarse en la línea de tiro de los objetivos, etc.1 De modo mucho más esquemático, presentaremos aquí en forma contrastada tres modelos principales de enseñanza que sirven de base a las prácticas de los maestros -consciente o implícitamente-, con todos los tipos de variantes imaginables. Cada uno dispone de una lógica y de una coherencia que habrá que caracterizar, pero también de limitaciones de uso que intentaremos señalar. Sobre todo, cada uno de estos modelos responde a diferentes situaciones de eficacia.
La transmisión
Podemos utilizar el término impronta para calificar la concepción más tradicional, pero aún vigente, del aprendizaje por parte del alumno: la de una página en blanco por escribir o de un vaso por llenar. El conocimiento sería un contenido de enseñanza que vendría a imprimirse en la cabeza del alumno (el contenedor) como en una cera blanda. Aquí, el aprendizaje se entiende según un esquema más bien rústico de comunicación «emisor/receptor », derivado de la teoría de la información instaurada por Claude Shannon y reactivada por las prácticas didácticas del esquema de las funciones del lenguaje de Roman Jakobson.2
En este modelo, la situación del alumno se considera de manera muy pasiva. Lo primero que se espera de él es que adopte ciertas actitudes en relación al trabajo, las cuales se revelan en las anotaciones habituales de las libretas escolares; es decir, que ponga «atención», que sea «regular en el trabajo y en el esfuerzo», que dé pruebas de «voluntad», etc. Todo esto para evitar que el alumno «se quede atrás».
La pedagogía de la impronta es también una «pedagogía de ideas claras». puesto que bastaría que el maestro se explicara claramente, que comenzara por el principio y expusiera las cosas de manera progresiva, que diera buenos ejemplos, para que el conocimiento se transmitiera y se inscribiera en la memoria. El fracaso y el error deberían normalmente ser evitados. Si pese a todo se produjera, resultaría natural una sanción, puesto que su aparición sería responsabilidad del alumno, quien no habría adoptado la actitud esperada:
¿Significa esta presentación, un tanto crítica, que debemos abandonar este modelo de enseñanza? No. Significa más bien que hay que conocer los límites dentro de los cuales puede ser eficaz. Por ejemplo:
1 Phillippe Meirieu, L’école, mode d’emploi. Des «methods actives» á la pédagogie différenciée.
París, ESF éditeur, 7ª edición, 1992.
2 Roman Jakobson, Essais de linguistique genérale. París, Minuit, 1963.
Claude E. Shnonn, The mathematical theory of communication. Urbana, University of Illinois Press, 1949.
• frente a un público motivado e informado;
• que realiza positivamente la acción de venir a informarse;
• que posee, en general, estructuras intelectuales comparables a las del
maestro (más allá de la disimetría de sus conocimientos disciplinarios), de tal
manera que el mensaje pueda pasar por la simple emisión/recepción;
• que dispone ya de elementos de conocimiento en el campo del aprendizaje en
cuestión, y que aprovecha la exposición sistemática para organizar y
reestructurar la información previa, quizás incompleta y mal jerarquizado.
Tenemos que admitir que, en general, el público escolar actual no cumple con
esas condiciones. Allí radican, sin lugar a dudas, las razones de la poca eficacia que
tiene actualmente este modelo.
El condicionamiento
La pedagogía llamada behaviorista, introducida por Burrhus Skinner,
constituyó un tenaz intento por sustraerse a este primer modelo. Su idea central es
que hay que considerar las estructuras mentales como una caja negra a la que no
tenemos acceso y que, por lo tanto, resulta más eficaz poner atención en las
«centradas» y en las «salidas» que en los procesos mismos.3
El maestro se dedica entonces a definir los conocimientos por adquirir, no de
manera «mentalista» (usando términos como comprensión, espíritu de análisis o de
síntesis... relacionados con lo que ocurre en el interior de la famosa caja negra), sino
en términos del comportamiento observable esperado al final del aprendizaje.
De aquí han surgido, por ejemplo, la enseñanza programada, una buena parte
de la pedagogía por objetivos (PPO) y la enseñanza asistida por computador (EAO).
Su última transformación es probablemente el desarrollo actual de los referenciales.
Toda la metodología clásica de definición de objetivos, popularizada por la conocida
obra de Robert F. Mager, deriva de este modelo de aprendizaje. En efecto, cada
objetivo debe obedecer a la sintaxis: el alumno tendré que ser capaz de... + un verbo
de acción, un verbo activo (distinguir, nombrar, reconocer, clasificar...) y no un verbo
cognitivo (comprender, saber, reflexionar...), es decir, precisamente una salida de la
caja negra, un comportamiento mina] esperado en el alumno.
Destaquemos que a menudo se han opuesto erróneamente los «objetivos de
comportamientos» a los «objetivos de conocimientos», sin observar que el
«comportamiento» que aquí nos preocupa no es una actitud o una manera de ser del
alumno (sentido usual de la palabra cuando se dice que debe mejorar su
comportamiento).
3 Burrhus F. Skinner, La révolution scientifique dans l’enseignement. Bruselas, Dessart, 1968.
Se trata de la manifestación susceptible de ser observada, del dominio de un conocimiento, que nos permitirá asegurar, sin conformarnos con meras palabras, que se ha alcanzado el objetivo propuesto.4
En este modelo behaviorista, el aprendizaje resulta de una serie de condicionamientos. El maestro divide la tarea que hay que cumplir en unidades suficientemente pequeñas como para que los alumnos tengan éxito (estrategia derivada del «condicionamiento operante» que Skinner estudió en las palomas y que opone al «condicionamiento de respuestas» de Pavlov). Enseguida, encadena de la misma manera estas unidades entre sí, recompensando las primeras respuestas buenas, lo que permite su reforzamiento positivo. Por esta razón, el behaviorismo deriva de estudios sobre el aprendizaje
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