Calidad

Hoy han surgido diversos términos que tienen que ver con el desarrollo tecnológico y comercial de los países. Entre ellos puede mencionarse la reingeniería, la ingeniería concurrente y la calidad total. En las aplicaciones de estos conceptos en nuestro medio a menudo se olvida el origen y la razón del desarrollo: el hombre. Robert Hidalgo, uno de los pioneros en el Perú en el tema de calidad total (Total Quality Management), hace notar que, en la mayoría de los casos, se toma al hombre como un factor más en las empresas y los negocios. Esto, dice Hidalgo, disminuye o elimina la potencialidad de los cambios que se quieran imprimir a las empresas.

La ciencia trata de conocer la naturaleza, y la tecnología utiliza los conocimientos para elevar la calidad de vida del ser humano. Siendo el ser humano el que hace ciencia y al mismo tiempo el que se beneficia del progreso, es primordial conocer su naturaleza para crear sistemas que permitan el desarrollo pleno.

Como el hombre está desde el principio hasta el fin en todos los procesos generados en la sociedad, la calidad total de estos procesos se fundamenta en la calidad del hombre, la que comprende todos los aspectos del ser humano, los que son innumerables y vastos. Podríamos decir que la calidad total y el hombre total están ligados por un cordón umbilical abstracto, pero de consecuencias concretas que se manifiestan en el bienestar de la humanidad.

Es claro que el término calidad tiene una innegable base cultural, sobre la que se establece la estructura intelectual construida con la educación y la instrucción.

En el actual periodo de la historia se ha generado una confrontación tecnológica y comercial entre países, lo que se manifiesta como una competencia entre hombres. Los ganadores son indudablemente aquellos que tienen una cultura sólida, los que han tenido un intenso entrenamiento para lograr una manera de ser. Eso le permitiría crear y hacer mejor las cosas.

Analizando el tema del empleo en EE.UU., Peter Drucker plantea (The Aspen Institute Quarterly, 1994) la necesidad de un aprendizaje continuo, perpetuo. Tomando como ejemplo Japón, Drucker recuerda la lección de “aprender a aprender” es decir, la disciplina de aprender y el proceso de aprender. Estos pueden ser más importantes que las materias y el programa de estudios.

Según Hidalgo, el éxito de una empresa ya no depende de las máquinas, sino de la capacidad de sus hombres para pensar y aprender cosas siempre nuevas, que a su vez permitan a la empresa crear y desarrollar productos o servicios de calidad o excelentes para sus consumidores. En consecuencia, la calidad total tiene una finalidad antropológica y necesita una filosofía.

Es conocida la frase despectiva “los peruanos no funcionan”. Esta no debe ser motivo de pesimismo, sino de cuestionamiento de los valores culturales con los que carga nuestro cerebro. Es innegable que algunos de estos

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