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Claves Para El Fomento De La Lectura


Enviado por   •  25 de Septiembre de 2014  •  2.301 Palabras (10 Páginas)  •  175 Visitas

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CLAVES PARA EL FOMENTO DE LA LECTURA

Partimos de la base de que la adquisición de la competencia literaria requiere de la acción conjunta de los dos grandes objetivos de la educación literaria: el fomento de la lectura y el avance en la interpretación. En este artículo nos centraremos en el primero, la formación de lectores talentosos, que no sólo frecuentan los libros sino que tienen la capacidad de apreciar lecturas variadas y de calidad. Las siete claves que siguen sintetizan principios de actuación para abordar la consolidación de loshábitos lectores desde el espacio específico —biblioteca de aula o de centro— destinado a este fin. Se trata de orientaciones para que la acción conjunta del centro escolar, los docentes y los contenidos permita responder con talento al nuevo reto de formar lectores.

1. Delimitar un tiempo para la lectura autónoma y silenciosa

El primer paso para hacer visible el compromiso de la escuela con la lectura consiste en instaurar un tiempo para que los estudiantes lean libros individualmente y en silencio. Si realmente creemos en su derecho a convertirse en lectores, debemos proporcionarles la posibilidad de tener frecuentes y continuadas ocasiones de encuentro con los libros. Estas ocasiones han de ser regulares: conceder tiempo a la lectura sólo de manera esporádica —para entretener a los estudiantes que han acabado los ejercicios o para tranquilizar al grupo los días que los ánimos parecen más alterados que de costumbre— es una manera de negar a los que carecen de un entorno lector la oportunidad de acceder de forma persistente a la lectura.

Es esencial conseguir un tiempo sostenido de inmersión en la lectura, lo cual implica crear un ambiente que permita que todo el grupo lea en silencio:

● Todos leemos. El aula se ha de convertir en un salón de lectura. Es importante la participación de todo el grupo porque, si no conseguimos incorporar a los más reticentes, su boicot acabará desnaturalizando el sentido de práctica social de la actividad, poniendo en primer plano su carácter escolar. En este sentido, las estrategias encaminadas a vencer la postura anti lectora militante de la que hacen gala algunos adolescentes deben incidir en la optatividad de la lectura libre: ofrecer todo tipo de textos (incluidos libros transgresores y sorprendentes que sobrepasen sus expectativas sobre lo que la lectura puede ofrecerles), en distintos soportes (la sorpresa de ver que la literatura también puede ser digital puede vencer alguno de sus prejuicios), con intercambio de sus libros preferidos, flexibilidad en el tiempo que dedican a cada libro, etc. Poco a poco, intentaremos llegar a compromisos que permitan construir un hábito lector con pactos que les lleven a ampliar sus lecturas y el tiempo que conceden a su exploración. Un aula en la que “todos leemos” afecta también al docente. Si éste, en vez de sumergirse en las páginas de un libro, “aprovecha” este espacio para hacer sus tareas, no sólo está transmitiendo a los estudiantes la idea de que la lectura es una actividad escolar más, sino que estará desperdiciando la oportunidad de ofrecerse como modelo lector.

●En silencio. Para ir habituando a los estudiantes a aislarse y a crear un espacio de intimidad con el libro durante un tiempo, tal y como hacemos los lectores cuando nos sumergimos en la lectura, se ha de adecuar la duración de la actividad a su capacidad de atención aumentándola progresivamente. Cada docente decidirá qué período de lectura silenciosa puede obtener de cada grupo y en qué medida aumentarlo de forma gradual. Un recurso para que este tiempo sea percibido como algo placentero es interrumpir la actividad en un momento en el que todos estén abstraídos con su libro, antes de que empiecen a dar los primeros síntomas de cansancio. Quedarse con ganas de más ayuda a asociar este espacio al tiempo de ocio.

2. Dinamizar el tiempo dedicado a la lectura

En las sesiones dedicadas a la lectura deben incluirse, antes o después del tiempo individual, momentos que dinamicen este espacio a la manera de las prácticas sociales en torno a los libros. Es importante concebir estas actividades como un acompañamiento que haga más rica la experiencia lectora, no como un sustituto que distraiga al lector de su encuentro con el libro. En este sentido, puede ser útil someter las iniciativas procedentes de la animación lectora a un filtro que seleccione únicamente las que desemboquen en esa actividad solitaria y silenciosa que es la lectura. Este criterio permitirá descartar actividades festivas —yincanas, concursos de puntos de libro, disfraces de personajes novelescos, etc.— que han inundado los centros con iniciativas bienintencionadas pero que adolecen de cierta frivolización.

Señalamos a continuación algunos tipos de mediación que se han mostrado eficaces para estimular los encuentros con los libros y convertirlos en experiencias relevantes:

●Compartir. Hablar con los demás de los libros que nos gustan parece un reflejo asociado a la práctica lectora, como si la experiencia individual de la lectura tuviera su expansión natural en la interacción con los otros. Canalizar este impulso socializador permite crear espacios de intercambio que refuerzan el sentido de comunidad lectora. En el caso de los adolescentes, que pasan por la etapa de construir su identidad en relación a los vínculos de grupo, es importante que descubran que las afinidades lectoras funcionan también como identificadores de grupo. Además, la participación regular en espacios de discusión permite progresar en la capacidad de construir conjuntamente el significado de los textos. De ahí la eficacia de las actividades en las que se comparten las lecturas que pueden circunscribirse al centro —clubs o círculos de lectura en los que los lectores de un mismo libro se juntan para discutirlo, recomendaciones o presentaciones de los libros leídos, etc.— o aprovechar las posibilidades de internet para establecer lazos con otros lectores a través de la participación en foros y otros espacios de intercambio de lecturas en la red.

●Leer en voz alta. Se suele asociar la actividad de lectura del docente a la clase a los niveles inferiores de primaria. Se olvida así el enorme poder que ejerce en los oyentes de cualquier edad una buena lectura expresiva. El regalo de una lectura expresiva puede adoptar distintas formas: leer el inicio de algunos libros como una invitación a continuarlos, dar voz a textos potentes —poemas, cuentos, álbumes ilustrados cuyas imágenes se proyectan al mismo tiempo— que los estudiantes no abordarían por propia iniciativa, seleccionar fragmentos de libros conocidos para que adivinen su procedencia, etc. Para que la actividad sea efectiva, es imprescindible que el mediador comparta textos con los que se sienta conectado. Es imposible transmitir

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