Crisis de autoridad en el rol docente
MicaParejaMonografía4 de Noviembre de 2019
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INDICE
- Introducción 2
- Despertar el interés 2
- El malestar docente 4
- ¿Por qué desvalorización? 5
-Autores e hipótesis 5
-A modo de cierre 8
- Autoridad 8
-Paradigma social ayer y hoy 9
- Conclusiones 11
- Anexo 12
- Bibliografía 13
INTRODUCCION
¿Cuál es la motivación actual para que alguien se dedique a formarse como docente? Ser docente es una vocación que va más allá de cualquier contexto social y cada vez más jóvenes eligen ser docentes a pesar de las dificultades que atraviesa la educación y la imagen deteriorada de la misma en nuestro país.
¿Por qué hablamos de la imagen del docente deteriorada en nuestro territorio? A lo largo de los años, se ha producido un proceso que conocemos como “desvalorización del rol docente”. Favorecido por el cambio de roles asignados a la familia y el desplazamiento de muchas obligaciones a la escuela y, por tanto, al docente; la violencia que se crea en un sistema que obliga a la permanencia del alumno en el sistema sin garantizarle una salida laboral; los bajos salarios, comparados con los ingresos de otras profesiones y las necesidades reales; y la desvalorización de la que son objeto los docentes por parte de las autoridades ministeriales o gubernamentales.
Es de público conocimiento que la percepción sobre la figura de autoridad que trae consigo el docente, con el transcurrir del tiempo, ha sido modificada. A través del presente desarrollaremos los motivos que justifican por qué nos parece viable pensar la existencia del concepto de malestar docente, incluyendo al docente como agente de prevención en una sociedad que lo desvaloriza a través de la actividad que involucra a las personas que tienen a su cargo uno de los roles fundamentales en la formación de niños y jóvenes.
DESPERTAR EL INTERES
El interés se puede adquirir, mantener o aumentar en función de elementos intrínsecos y extrínsecos. Es este el interés que tiene o desarrolla el alumno por su propio aprendizaje o por las actividades que le conducen a él. Es de mayor importancia la motivación del docente que la del alumno, porque el docente es un generador de emociones y dinámicas. Un docente motivado es una pieza fundamental en las reglas de la enseñanza y debe plantearse un triple objetivo en su acción motivadora:
- Suscitar el interés.
- Dirigir y mantener el esfuerzo.
- Lograr el objetivo de aprendizaje prefijado.
Ante un problema que tiene múltiples dimensiones, es conveniente que nos cuestionemos algunos aspectos del quehacer docente: ¿Por qué no resultan atractivas las carreras de formación docente?, ¿a qué se debe el cansancio docente?, ¿cuáles son las causas del ausentismo?, ¿se debe a cierta “perversidad” docente?, ¿qué le deberíamos pedir al nivel central de conducción?, ¿por qué muchas veces se escucha ese “rezongo” sin esperanzas?
En mayor o menor medida se da por diversos factores:
- Sentimiento de desconcierto e insatisfacción ante los problemas reales de las prácticas docentes.
- Desarrollo de esquema de inhibición (¿yo qué puedo hacer?).
- Peticiones de traslado (para evitar las escuelas más conflictivas).
- Deseo de abandonar la docencia (si fuese posible).
- Ausentismo laboral.
- Agotamiento.
- Ansiedad.
- Estrés (fenómeno adaptativo de los seres humanos que contribuye a su supervivencia, a un mejor rendimiento en sus actividades y a un desempeño eficaz. Lo que llega ser negativo y nocivo es que esa experiencia sea excesiva, incontrolada o incontrolable).
- Depreciación del Yo. Autoculpabilización. (muchas veces estimulado por el discurso oficial)
- Ansiedad como estado permanente, enfermedad mental.
- Depresiones.
La tarea docente se encuentra sometida a múltiples presiones, de la administración, los alumnos, los padres y la sociedad en general. Todo esto nos permite empezar a configurar un panorama del “malestar docente”, que con distintos grados de intensidad, no respeta fronteras geográficas, niveles de enseñanza ni situaciones socioeconómicas. Se ha registrado un cambio en las funciones sustantivas de creación, recreación y distribución de saberes y conocimientos formalizados, se le suman las funciones relativas a lo administrativo, lo comunitario y lo asistencial.
Los nuevos contenidos de la tarea docente pasaron de ser funciones instrumentales o complementarias a funciones sustantivas. Esto no sólo aumentó los contenidos de la tarea docente sino que ha desplazado sus funciones pedagógico-didácticas. La incorporación de componentes asistenciales ha afectado de diferentes modos la vida de las escuelas y el trabajo de los docentes.
En contextos de crítica pobreza, las escuelas se asumen como instituciones que absorben las funciones que antes ejercían otros agentes sociales: alimentación, control y atención sanitaria, orientación familiar, provisión de recursos escolares, servicios psicopedagógicos. Hoy en día se ha modificado el status social del profesor. La sociedad tiende a establecerlo sobre la base del nivel de ingresos. Las ideas de saber, abnegación y vocación han caído en picado en la valoración social.
En la actualidad, los docentes se encuentran con una nueva fuente de malestar al intentar definir qué deben hacer, que valores van a defender: porque se ha perdido el anterior consenso, al que ha sucedido un proceso de socialización conflictivo y fuertemente divergente.
EL MALESTAR DOCENTE
El estrés es un mecanismo normal de reacción de nuestro organismo a perturbaciones del ambiente en que nos desarrollamos; es un dispositivo de defensa que nos ayuda a sortear peligros. El estrés no es la enfermedad, no es la causa; es el efecto producido por los agentes o factores estresantes. Pueden ser peligros físicos (accidentes, presencia de elementos extraños, etc.), y/o peligros psíquicos (sobrexigencia de tareas, crisis, desempleo, etc.).
La acción nociva del estrés dependerá de la intensidad y frecuencia de los agentes estresantes y de la capacidad del sujeto para adaptarse a ellos. Las reacciones ante los estímulos estresantes se dan en tres etapas: en primer lugar, la reacción de alarma (incertidumbre e indefensión); luego la etapa de resistencia (mantenimiento de la intensidad del estímulo, se ponen en marcha recursos defensivos); y por último el agotamiento (incapacidad del organismo para mantener respuestas adaptativas, mientras, psicológicamente, se le siguen pidiendo esfuerzos).
Al referirnos al malestar docente no estamos afirmando que todos los docentes que sienten malestar finalizarán estresados, sino que la persistencia de algunos aspectos del malestar o agente estresante puede llegar a desencadenar estrés. La situación actual de los docentes parece ser muy distinta a la de décadas anteriores, los jóvenes ya no los reconocen como “modelo”, proyectan su vida a partir de otros patrones sociales, los gobiernos orientan sus políticas a contracorriente de las nuevas tendencias y sin consultar a la comunidad educativa; estas nuevas condiciones generan malestar, crisis de autoridad pero al mismo tiempo la posibilidad de entender el nuevo sentido de la acción docente.
El sistema educativo es uno de los más afectados por la turbulencia y la rapidez de los cambios y es en el que acontece el malestar docente, ya que la incidencia de la globalización repercute en la subjetividad de cada trabajador que participa de la educación. Específicamente, existen indicadores del malestar docente en el contexto educativo, y se los puede dividir en factores de primer orden que aluden a los que inciden sobre la acción del maestro en su clase como lo son los recursos materiales, las condiciones de trabajo, la violencia y el agotamiento, haciendo que la práctica se vea limitada y que se generen tensiones en la realización de la misma; los demás son caracterizados como factores de segundo orden que son aquellos que enfatizan en las condiciones ambientales, sociales y culturales en las que el maestro ejerce su profesión. En estos pueden incluirse el cambio y la crisis de la imagen del docente y la falta de apoyo del contexto social.
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