La Tercera Revolucion Educativa
Enviado por bbkii • 22 de Marzo de 2013 • 1.208 Palabras (5 Páginas) • 734 Visitas
LA TERCERA REVOLUCIÓN EDUCATIVA. UNA REFLEXIÓN SOBRE NUESTROS PROFESORES Y NUESTRO SISTEMA EDUCATIVO EN LOS INICIOS DEL SIGLO XXI
José M. Esteve Zarazaga. Catedrático de Teoría de la Educación. Universidad de Málaga.
La tercera revolución educativa se ha hecho en los últimos veinte años al definir la educación como un derecho y no como el privilegio que ha sido siempre, extendiendo la educación, por primera vez en nuestra Historia, a toda la población infantil e incluyendo la secundaria como escolaridad obligatoria. La definición de la educación como un derecho básico acaba con la anterior pedagogía excluyente, que, ante el menor problema, reaccionaba expulsando del sistema educativo a los niños más torpes o a los más problemáticos. Naturalmente, esta nueva situación plantea problemas nunca antes afrontados. Ahora tenemos en nuestras aulas a todos los niños más difíciles, a los menos inteligentes, a los más agresivos, a todos los que reciben palizas de sus padres, a todos los niños que se drogan, a todos los niños bloqueados para aprender porque acceden a nuestras aulas con todo tipo de problemas personales pendientes; y cuando los profesores preguntan qué hacer con ellos, no tenemos respuestas ni procedimientos: antes nos limitábamos a echarlos, lo cual hacía más tranquilo y agradable el trabajo de nuestros profesores; pero no solucionaba el problema de los niños. Pese a las cifras que se citan de fracaso escolar, el nivel educativo de nuestros países sube cada año, porque aunque muchos de estos alumnos no lleguen a los altos niveles de rendimiento académico que antes alcanzaba una selecta minoría, ahora todos alcanzan algún nivel educativo y todos reciben alguna atención educativa. El núcleo del trabajo de los profesores se desplaza desde la enseñanza de materias a la educación de individuos, lo cual es mucho más difícil. Y éste es el mejor capital de los países desarrollados de Europa: la mejora y el alto nivel en la formación de sus ciudadanos.
En primer lugar, no se han modificado las condiciones de trabajo de los profesores. En efecto, nuestras instituciones escolares siguen organizando el trabajo de las escuelas sólo para enseñar, sobre la base de las horas lectivas como elemento central del trabajo en la escuela: no hay tiempo para educar, para atender personalmente a esos nuevos niños que plantean muy distintos problemas y que exigen un trato especial previo, porque están bloqueados para aprender. Pedimos a nuestros profesores que atiendan al cien por cien de los niños con el cien por cien de los problemas sociales y personales pendientes; pero no cambiamos sus condiciones de trabajo para que puedan hacerlo. De esta forma, los innegables avances que supone la tercera revolución educativa, han cargado nuevas responsabilidades sobre nuestros profesores, con muy escaso reconocimiento social por el nuevo trabajo que realizan; mientras que son ellos, con su esfuerzo cotidiano, quienes nos mantienen en la nómina de los países cultos y civilizados. Nuestros profesores, desde los barrios más conflictivos de las grandes ciudades hasta los pueblos más alejados, son quienes dan calidad a la educación; generalmente desde el voluntarismo de quienes suplen con su esfuerzo personal la improvisación inevitable de un sistema educativo que aún no ha asimilado los profundos cambios sociales que han modificado profundamente su trabajo en los centros educativos.
En segundo lugar, no se han modificado los programas de formación inicial de profesores, que siguen anclados en la situación previa preparando a los profesores para un sistema educativo que ya ha dejado de existir. Pedimos ahora a nuestros profesores que hagan un trabajo mucho más educativo que académico; sin embargo, nuestras instituciones de formación no acaban de asimilar las nuevas responsabilidades que nuestros profesores deben afrontar. En efecto, nuestra sociedad les pide ahora que hagan educación
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