NUTRICION ADOLESCENTE
Enviado por xezar • 7 de Mayo de 2013 • 2.886 Palabras (12 Páginas) • 535 Visitas
¿Estás comiendo BIEN?
Para hablar de la alimentación y nutrición
de los jóvenes es necesario empezar
por diferenciar la adolescencia de la pubertad.
La pubertad es un proceso fisiológico
que se inicia con el llamado segundo brote
de crecimiento y corresponde al periodo
de máxima diferenciación sexual. En este
periodo se producen cambios en los órganos
reproductivos, aparecen las características
sexuales secundarias y se modifican el
tamaño y la composición corporales (las
proporciones de músculo, grasa y esqueleto
cambian). En términos generales, se
considera que la pubertad termina cuando el
individuo deja de crecer y está apto para la
reproducción. Por su parte, la adolescencia
es un proceso psicosocial propio del ser
humano, que comprende todos aquellos
cambios que constituyen la transición de
niño a adulto, y que se acompaña de una
serie de ajustes que finalmente le permiten
aceptar los cambios corporales, buscar un
nuevo concepto de identidad y realizar un
plan de vida.
La energía es importante
Después de que el individuo abandona el
seno materno, en ningún otro momento de
la vida éste crece en forma tan acelerada
como en la pubertad. Esta condición supone
un aumento en las necesidades de energía,
lo que se caracteriza por un mayor apetito.
Cuando esta avidez de alimento se satisface
en forma excesiva o no se realiza suficiente
actividad física, puede aparecer sobrepeso
e incluso obesidad. Se ha demostrado que
las dietas basadas en alimentos que aportan
gran cantidad de energía en poco volumen
(alta densidad energética), como los pastelillos,
los helados, las bebidas azucaradas
y las frituras suelen ser deficientes en vitaminas
y nutrimentos inorgánicos.
En países como Estados Unidos, Inglaterra,
Bélgica o Brasil alrededor de un
tercio de la población infantil y juvenil
tiene obesidad o sobrepeso, especialmente
las niñas. México no es la excepción, la
Encuesta Nacional de Nutrición y Salud
realizada en el año 2006, señala que 22%
de los adolescentes tienen sobrepeso y el
10% obesidad. Estas cifras se incrementan
notablemente entre los 20 y 30 años, en
los que la actividad física se reduce, provocando
que el exceso de peso se presente
en más de la mitad de la población. Estos
datos resultan un tanto paradójicos, pues
se considera con frecuencia que las principales
enfermedades relacionadas con la
alimentación de este grupo de edad son la
anorexia y la bulimia.
El problema de la obesidad va más
allá de la estética, ya que a diferencia de
lo que se pensaba, suele ir acompañado de
otras enfermedades crónicas. Por ejemplo,
se puede mencionar un estudio realizado
por la Universidad Autónoma del Estado
de México que incluyó a 1 366 niños y
adolescentes originarios de la ciudad de
Toluca. Se encontró que el 20% presentaba
simultáneamente hipertensión, obesidad y
concentraciones de glucosa, colesterol y
triglicéridos por encima de lo recomendable
y sólo el 10% no tuvo ninguna de estas patologías.
Lo alarmante es que este estudio
bien podría ser un reflejo de
lo que está pasando con los 35
millones de mexicanos que tienen
entre 10 y 30 años de edad.
Afortunadamente, la desnutrición
por deficiencia de energía y proteína ha
disminuido y sólo en algunas regiones
constituye un problema de salud pública.
Es más, como un indicador de la mejora del
estado nutricio, el promedio de estatura se
ha incrementado cuatro centímetros en los
últimos 25 años.
Clavos y gises
Si bien se reconoce que todos los nutrimentos
son importantes —pues la carencia
de cualquiera de ellos puede conducir a
cuadros de deficiencia y, si la situación se
prolonga, a la muerte—, durante la pubertad
es necesario poner particular atención en el
hierro, el calcio y el cinc.
El hierro se requiere para asegurar la
adecuada oxigenación de la sangre y la
eficiente generación de energía a lo largo
de toda la vida, pero en la adolescencia su
demanda aumenta debido al crecimiento
de los tejidos corporales (en los varones
este crecimiento corresponde sobre todo al
tejido muscular) y el aumento en el volumen
sanguíneo. En las mujeres el hierro es necesario
para reponer las pérdidas debidas a
la menstruación. Cuando la dieta no aporta
la cantidad requerida de hierro, se produce
una disminución de la reserva
corporal (deficiencia) y, si no se
corrige, anemia. La deficiencia
de hierro puede afectar
la respuesta inmune, lo
que disminuye la
resistencia a infecciones
y
deteriora
la capacidad
de
aprendizaje,
pues se ha demostrado
que la anemia afecta la memoria
de corto plazo.
En un estudio realizado en
diversos países se encontró que la anemia
es el problema nutricio más frecuente
entre los adolescentes, su prevalencia es
de 22 a 55%, sin diferencias significativas
entre sexos.
La necesidad de hierro asociada con
el crecimiento está en función de la masa
muscular o magra. Se requieren aproximadamente
476 miligramos de hierro por kilogramo
de masa magra. Esto significa que
durante la pubertad los varones necesitan 42
miligramos de hierro por cada kilogramo de
peso que aumentan, mientras que las mujeres,
debido a su mayor proporción de grasa,
requieren 31 miligramos de hierro por cada
nuevo kilogramo de peso. Se ha demostrado
que si bien es cierto que las adolescentes
pierden más hierro que los hombres debido
a la menstruación, los hombres pueden
llegar a tener requerimientos más elevados
por kilogramo de peso ganado, así como
un mayor crecimiento y desarrollo de masa
muscular que las mujeres. Recientemente
se elaboraron las recomendaciones de ingestión
de nutrimentos para la población
mexicana, donde la ingestión diaria sugerida
(IDS) para el hierro es de 22 mg/día.
El hierro se puede obtener de las carnes
rojas; las leguminosas como los frijoles y
...