Sindrome MIA
Enviado por vivisanchez93 • 8 de Octubre de 2014 • 1.454 Palabras (6 Páginas) • 381 Visitas
Síndrome de Mediocridad Inoperante Activa
El elemento común de los trastornos por mediocridad es el defecto o inhibición de la disposición o actitud que se ha denominado “presión por los resultados” y cuya presencia, más o menos operativa, se considera propia de la naturaleza humana. Cuando cualquier persona que está bajo “la presión del entorno” debido a los resultados negativos obtenidos supera las posibilidades de expresión, pueden aparecer distintos tipos de patología, de tipo neurótico, psicótico o adictivo.
Según las formas de asociación de este defecto con otros síntomas los han clasificado los síndromes de mediocridad en los siguientes tipos principales los cuales fue descrito por González de Rivera:
1. Forma Simple: Constituye la manifestación más sencilla, que no es grave, y puede fácilmente pasar desapercibida. La mediocridad favorece la conformidad, y, en muchas culturas, la conformidad asegura la felicidad. El mediocre simple, aunque es incapaz de toda creatividad, puede seguir caminos ya bien trazados, es un buen consumidor, se adapta bien al mundo materialista actual, y, con un poco de entrenamiento, puede llegar a reproducir en su conducta las formas externas de procesos creativos de índole tanto artística como científica, distinguiéndose por una híper-adaptación y falta de originalidad. Aquí están los acomodaticios, los agazapados, los temerosos a todo y a todos, los silenciosos intencionales y los arribistas en general, no suelen dar la cara.
2. Mediocridad Inoperante: Un poco más grave, mientras que el mediocre simple sigue razonablemente las directrices predominantes, sin esforzarse más allá de las mínimas exigencias externas, en este segundo tipo se añaden elementos pasivo-agresivos y una cierta tendencia a imitar los procesos de actualización del sujeto normal. Al serle todo igual y no distinguir lo bello de lo feo, ni lo bueno de lo malo, el mediocre inoperante no siente inclinación por propiciar progresos de ningún tipo, y todo aquello en lo que interviene está condenado al estancamiento. Como ocurre con muchos trastornos de la personalidad, son las personas del entorno las que sufren, más que el propio enfermo, distinguiéndose resumidamente en actuaciones inoperantes o pseudo-creativas, con tendencias miméticas a reproducir las formas externas de los procesos normales de actualización.
La persona mediocre inoperante produce y estimula maniobras repetitivas e imitativas, es más propenso a la adaptación que al descubrimiento, y prefiere lo trillado a lo innovador. En la mayoría de los casos, esta patología no tiene grandes repercusiones sociales, excepto cuando el mediocre inoperante ocupa puestos clave de lideranza o de cierta responsabilidad. Cuando ocupa puestos de relevancia, la organización que lo sufre empieza a dar muestras crecientes de parálisis funcional, acompañándose de hiperfunción burocrática bien justificada por demás que intenta disimular la falta de operatividad.
3. Mediocre Inoperante Activo: Según el autor citado es una variante maligna, tanto por sus efectos como por sus tendencias invasivas. El sujeto desarrolla una gran actividad que termina por hacerlo inoperante, tiende a querer influir en los demás. Tiende a infiltrar organizaciones complejas y crea grupos, comités improductivos con funciones de seguimiento y control, posibilitando el entorpecimiento (en ocasiones hasta destrucción) de los individuos más brillantes. Con puestos de poder (académicos, especial sensibilidad a la infección, administrativos, políticos u otro punto sensible) pueden generar enorme cantidades de trabajo absolutamente innecesario que se impone a los demás y dificulta el desarrollo, el avance y la realización de actividades creativas.
Además es un sujeto proclive a la envidia, puesto que sufre ante el progreso ajeno y, por ello, tiende a destruir la excelencia, desarrollando sofisticados mecanismos de control, persecución y entorpecimiento. Se tiende a destruir el sujeto mínimamente brillante o vivido como amenazante o al que señala como vulnerable, para ello se callan sus logros, se difunden insidias y amplificará todo rumor o dato equívoco que invite a la descalificación y desprestigio de las personas brillantes, amenazantes o simplemente vulnerables.
La Mediocridad Inoperante Activa, abreviadamente, síndrome “MIA”. Es la variante realmente peligrosa por sus tendencias destructivas e invasivas. En primer lugar, la persona afectada de MIA desarrolla fácilmente una gran actividad, pero inoperante, por supuesto, acompañada de un gran deseo de notoriedad y de control e influencia sobre los demás, que puede revestir de tintes casi mesiánicos (estilo actitudinal de los líderes autocráticos) cuando se desenvuelve en ambientes académicos. Por otra parte, es muy susceptibles a la infección por MIA, adopta poses de maestro, sin ningún mérito para ello.
El afectado de MIA tiende a infiltrar organizaciones complejas, particularmente aquéllas que ya están perturbadas
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