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Trabajos De Educacion


Enviado por   •  1 de Noviembre de 2012  •  2.779 Palabras (12 Páginas)  •  294 Visitas

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CIENCIA Y PEDAGOGIA

La reflexión en torno al estatuto científico de la Pedagogía resulta obligada para quienes dedican buena parte de su quehacer a la investigación educativa; esto es, si ese saber pedagógico que se deriva de la práctica indagatoria y de aquel que se reconoce como fundamento de la profesionalidad docente, conforman un campo que define a la Pedagogía como ciencia.

Un primer intento de análisis remitiría a los criterios que a su vez definen la constitución de los campos disciplinares, entre otros los que tienen que ver con la definición del objeto de estudio de manera clara e inequívoca, así como la determinación de los conceptos básicos y problemática que le conciernen exclusivamente a ella, amén de la(s) metodología(s) particulares que se aplica a la solución de los problemas que formula. A simple examen se podría corroborar que tales inquisiciones pueden tener respuesta cierta en referencia al campo de la Pedagogía, pero desde el punto de vista epistemológico la tarea no ha sido fácil. Ello se apareja con la añeja controversia sobre el unitarismo o dualismo de las ciencias naturales y las ciencias sociales, producto de la tradición impuesta por el positivismo, a propósito de delimitar y definir los objetos de la ciencia y las posibilidades de acercamiento a los mismos para construir conocimiento "válido y verdadero".

Es sabido que el desarrollo de las ciencias en el siglo XV y XVI se sustentó en una concepción estática del mundo y en la creencia acerca de la posibilidad de conocer y comprender dicho mundo por medio de experiencias sensoriales. El postulado Baconiano "veo porque lo experimento" resume la corriente del pensamiento que llegó a conocerse como realismo (Cook y Reichardt, 1986). Desde esta perspectiva, lo científico se asocia a lo objetivo, esto es, la realidad como existencia fuera del investigador, regida por regularidades expresables en forma de leyes universales, capaces de explicar y predecir los fenómenos de esa realidad.

Con estos presupuestos como fundamento, la reflexión epistemológica pone en duda el estatuto de las ciencias sociales, en términos de su posibilidad de satisfacer los requerimientos de cientificidad aceptados por las comunidades científicas. Helvetius, por ejemplo, advertía que las ciencias morales sólo podían progresar en su fundamentación si se acogían al método de experimentación física, lo que implicaba la naturalización de los fenómenos humano-sociales como forma de explicarlos objetivamente (Colom, 1982); antecedente que también se encuentra en el dualismo "mente-cuerpo", "espíritu-materia", "naturaleza y pensamiento" de Descartes y en lo que Bacon llamaría ciencias "del cuerpo" y "del alma".

Pero no solamente el problema radicaba en que la Pedagogía en tanto ciencia de la educación llegase a reunir los requisitos de las ciencias, sino además, que la educación era excluida del campo de las llamadas ciencias humanas, visto el carácter práctico que se le otorgaba. Como bien refiere Colom (ob. cit.), con el advenimiento de la Ilustración se plantea una nueva moralidad para hacer compatible el sentido espiritual de la vida con los nuevos valores de carácter más bien utilitario, de modo que el papel que se asigna a la educación es la formación de las masas para servir mejor a la sociedad. De este modo se rechaza cualquier discusión teórica sobre la educación que no sea sobre sus connotaciones utilitaristas. Visto así, lo que definiría al discurso educativo sería su carácter prescriptivo, o en otras palabras, las referencias de medios a utilizar para lograr fines y objetivos deseables socialmente.

Quiere decir que desde el enfoque positivista la teoría educativa no tendría carácter científico, en tanto se adjudica a toda teoría científica un alcance explicativo y predictivo de los fenómenos. Moore (1995) sintetiza algunas diferencias por supuesto en el marco del enfoque positivista: las teorías científicas se orientan a proporcionar una explicación general de un fenómeno (en tanto tienden a producirse de acuerdo con determinadas pautas que constituyen uniformidades discernibles en la experiencia), además de establecer conexiones entre los fenómenos, de modo que su validez exige compatibilidad con los hechos, es decir, evidencia o confirmación en el mundo empírico. Mientras que la teoría educativa, tal como fue planteada por grandes pensadores (Rousseau, Fröebel, Commenio, entre otros), contiene escasas referencias a la observación y a la experimentación sistemática como fundamentos de medios o procedimientos educativos efectivos. Por el contrario, constituyen más bien reflexiones de carácter filosófico que buscan establecer principios (teoría filosófica) y recomendaciones generales acerca de la educación (teoría práctica). De acuerdo con esta concepción, la función de la teoría educativa sería de guía para la acción.

Ello explica por qué la Pedagogía asiste al fraccionamiento de su propio objeto desde disciplinas vecinas, cuyo tema de estudio también es el hombre como ser cultural; tal es el caso de la sociología, la psicología, la lingüística, la antropología, etc., bajo el nombre de "ciencias de la educación". Estas ciencias asumen dentro de su campo y con sus propios métodos el estudio del proceso educativo, al punto de que la psicología, por ejemplo, es considerada por Wundt como marco ideal y modelo predilecto para el replanteamiento positivo de las ciencias humanas (Wundt citado por Colom, 1982). También las corrientes del pensamiento sociologista hacen suyo el objeto de la Pedagogía, en especial, con respecto al estudio de la socialización de niños y jóvenes, de modo que psicologismo y sociologismo se han disputado el estudio del proceso educativo. No en vano Mialaret (1985) manifiesta dudas de si estas "ciencias de la educación" existen como tales o no son otra cosa que parte de las ciencias ya existentes y que artificialmente se denominan de tal manera. Lo cierto es que en su afán de apegarse a los rigores exigidos a las ciencias, este discurso teórico respecto del proceso educativo proveniente de otros campos, se mantuvo centrado en la realidad del hombre desde la perspectiva individual o de su relación con los otros y soslayó el ámbito de los valores, ante la dificultad de explicar objetivamente un conocimiento que, por su naturaleza, pertenece más al dominio subjetivo del ser humano.

Es por ello que consecuente con el modelo aceptado por la ciencia y con gran auge, fundamentalmente, en el campo de la Psicología, la investigación educativa propone la observación y experimentación como referentes de la teoría pedagógica, en oposición a los discursos filosóficos considerados improductivos, aunque el interés giraba más en

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