Discurso De Grado

Discurso (relatoría) Por: Mauricio Castañeda T. Documento original Hoy, apenas pasados unos pocos minutos, en que el primer rayo de Sol cruzó a través de una de las ventanas de mi habitación, filtrándose en un tímido intento de alejar; al inclemente frio matutino que ocupa cada rincón, pero no, solo se desvanece derrotado, como rindiéndose al ver el poder colosal del invierno, el cual no desaprovecha su largo reinado para burlarse de algunas mujeres que con vanidad lucen su nuevo alisado, o de los distraídos que pretenden combinar sus ropas claras, con las salpicaduras de barro al anticuado estilo leopardo. Suspiro, en una actitud de conformidad, camino hacia el escritorio donde tengo las hojas impresas del discurso que preparé algunos días atrás, para ofrecerlo a las directivas, administrativos, cuerpo de docentes, padres y madres de familia, demás asistentes y muy especialmente para nuestros graduandos, nuestro orgullo y el motivo de tan festivo día. Inicio la lectura en voz alta, buscando el tono adecuado e intentando practicar para no cometer errores. Al terminar mi lectura, observo las hojas con un poco de desprecio e inconformidad… Se llena mi cabeza con infinidad de imágenes… imágenes, de un auditorio desatento, aburrido, desordenado. Lleno de graduandos, rezando para que el locutor termine pronto su intervención y así seguir con la toma de fotos y con el tan esperado festejo. Imagino a padres y madres divagando, pensando que si LA LECHONA QUE PEDI, SERA SUFICIENTE PARA TANTOS COMESALES. Pensando… “A MI HIJO O.. HIJA LE TOCÓ SOPORTARLO 4 SEMESTRES .. HOY ME TOCO A MI” Imagino a niños corriendo y jugando con cualquier objeto por simple que fuese… porque es más divertido. Imagino a Jóvenes visualizado una proyección de su grado, como un instante al cual no quieren llegar o… como un paciente en la sala de espera, preparándose a la extracción de alguna de sus cordales “QUE PASE RAPIDO”, “QUE PASE RAPIDO”. Era claro, Dicho texto al que le dediqué bastante tiempo, que en algún momento después de haber realizado todas las correcciones y modificaciones y fue motivo de orgullo…. Se convirtió en un conjunto de párrafos estériles e insulsos, saturados de conceptos pedagógicos, filosóficos, con algo de superación personal… y justificado con retórica. Pero, No había mucho… de tanto… de lo que quería expresar…

Con una intensa reflexión, critica al extremo, me invade una tristeza profunda, al ver que mi discurso no era más que otra de mis cátedras, convirtiendo el auditorio en un salón de clase y a los asistentes en un magnifico grupo de estudiantes. Digo en voz alta… “SOLO ME FALTÓ DISEÑAR UN PARCIAL PARA EVALUAR LA COMPRENCION DE LA TEMÁTICA”. Así que: Que podría hacer? Solo faltan algunas horas para llegar a tiempo al evento de graduación, a qué hora realizo los cambios necesarios sin convertir el discurso en documento incoherente y absurdo? No! es imposible, ¡Pero cómo?... Me asalta una especie de terror y algo de taquicardia, al pensar que representaría de manera desastrosa a mi institución y a mis compañeros…. Y que el recuerdo de mis estudiantes seria… una clase más…

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