Trabajo Infantil En El Salvador
Enviado por Lidia9514 • 4 de Septiembre de 2013 • 1.783 Palabras (8 Páginas) • 444 Visitas
“La luz se torna roja en el semáforo cerca del redondel El Platillo, en Ciudad Merliot. Sin perder tiempo, una niña de 11 años se reclina frente a los autos, su hermanito de cinco años se sube sobre su espalda y ambos realizan una ingeniosa rutina de malabares con tres limones.
La pequeña gira sobre sus extremidades mientras el niño, aún sobre ella, continúa lanzando los limones al aire. Cinco segundos más y han terminado.
Apresurados, desarman la estructura y corren, a tocar la ventana de cuatro o cinco carros, extienden sus manos, reciben un par de monedas, corren a la orilla antes de que el semáforo cambie a verde y las bocinas suenen.
Los pequeños se aglutinan en la acera entre carriles mientras esperan a dar la próxima función. Aunque al principio son huraños, después de repetirles varias veces que no vengo del ISNA, terminan hablando conmigo entre cada luz roja.
De los cuatro trabajando en esa esquina, tres son hermanos: “El Chele”, el pequeño de cinco años, con parches de mugre en su rostro sonriente, cabello castaño, el más hablantín de todos. Le sigue Mary, de 11 años, muy parecida al Chele, pero con mirada perdida y pocas palabras que regalar. Por último está Chico, quien no aparenta los 14 años que dice tener, de cuerpo delgado y dientes grandes.
“Éste es chuco, no se baña” dice El Chele con una sonrisa pícara sobre el mayor de todos, Toño “Pechuga”, un joven de 15 años, más moreno que el resto, con dientes amarillos y cabello negro. Todos viven en la Comunidad Santa Gertrudis, calle al Boquerón, dicen.
Se vienen en bus todas las mañanas hasta este punto, donde ya llevan más de dos años haciendo malabares por dinero. Viven con su mamá, una vendedora de flores en la esquina opuesta del semáforo, completamente fuera de la vista de ellos. Todos los niños están descalzos.
“¿Y sus zapatos?” les pregunto, consciente de la pila de "chancletas" y tenis gastados que se ve en la esquina. Dan una explicación a medias del por qué es mejor hacer el show “a chuña”, que tiene que ver con sudor y “andar más libre”. La luz es roja de nuevo.
Toño cuenta que él ya tiene 3 años en estos rumbos. Vive con sus padres, un jardinero y una vendedora en el centro de San Salvador –lo cual resulta ser mentira, su madre también vende flores al otro lado de la calle–. Toño trabajó por largo tiempo en una panadería.
Dice que en esos días iba a almorzar a un comedor y siempre pedía pechugas de pollo, por eso le quedó el apodo. En la panadería “se arruinaron las máquinas” y él se avocó a la calle a buscar el sustento.
“¿Por qué no están estudiando?” les pregunto. Toño dice que sí va a la escuela de la comunidad, donde está sacando “tercero y quinto” grado al mismo tiempo, yendo dos días a la semana. Mary evade la pregunta y se aleja del grupo.
“Yo me quedé en quinto grado, pero aprendí a leer y escribir” dice Chico, orgulloso de lo logrado. “¿Y no quisieras seguir en la escuela mejor?” le pregunto, pero no tiene tiempo de contestar: la luz ya está roja y sin Mary, es su turno de servir como tarima al pequeño Chele.
De la nada, alertada por Mary y otra vendedora de la zona, la mamá de los niños
llega furiosa, repartiendo insultos desde su rostro requemado, enrojecido con ira y temor, regañando al que se le ponga enfrente.
Se lleva al Chele a regañadientes, se cruza la calle sin reparar en el semáforo en rojo, ignora mis intentos de dirigirle la palabra. Al otro lado de la calle, hace una señal para que el resto de niños la sigan.
“Ella es bien enojada. Pero si quiere, vaya más arriba, por la Plaza Merliot. Ahí va a encontrar a otros niños así como nosotros, con ellos sí va a poder hablar”, dice Chico al alejarse. “
Emerson Ayala, lapagina.com
Los datos de la DIGESTYC muestran que son 132,464 niños los que trabajan y 55,879 niñas, de la población total de niños trabajadores.
Se conoce como trabajo infantil a toda actividad económica o de supervivencia, remunerada o no, formal o informal, realizada por menores de edad, la cual atenta contra su desarrollo pleno.
Existen varios niveles del trabajo infantil, dependiendo de las condiciones en las que se dé, las razones detrás del trabajo, los beneficios obtenidos e incluso, la situación familiar de los niños. Se estima que unos 100 millones de niñas y niños son víctimas de trabajo infantil a nivel mundial.
Este fenómeno ha estado arraigado culturalmente en la sociedad salvadoreña, sobre todo en zonas rurales, donde el trabajo de un niño o joven es virtualmente indispensable para que una familia sobreviva.
En El Salvador, la mayoría de menores de edad que laboran lo hacen en áreas como la zafra (corta de caña), extracción de curiles (conchas), elaboración de cohetes, recogiendo basura, vendedores y servicios informales en las calles, y empleados de servicios domésticos. Cuatro de cada diez niños y niñas que trabajan no asisten a la escuela, detalló un documento de la ONU que data del 2010.
“Casi 190 mil niños y niñas no van a la escuela porque trabajan o asisten cansados y poco motivados para estudiar, revela el estudio realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), El Ministerio de Trabajo y la Dirección General de Estadísticas y Censos (DIGESTYC).”
El Ministerio de Educación reveló también que alrededor de 108,158 estudiantes, menores de edad, están registrados como trabajadores de algún tipo, muchos de ellos sin recibir remuneración directa.
El Salvador ha firmado varios compromisos internacionales de protección integral de los Derechos de la Niñez y Adolescencia, y ha ratificado convenios
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