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Vocación versus vocacionalismo. La teoría del Capital Humano


Enviado por   •  27 de Septiembre de 2019  •  Trabajo  •  1.746 Palabras (7 Páginas)  •  1.006 Visitas

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Para comprender el surgimiento de la Teoría del Capital Humano es importante remontarnos primero a la década del ‘40 y a Talcott Parsons, quien concebía la sociedad como un sistema de partes y funciones que le dan movimiento a una estructura. Los componentes estructurales son las normas, valores, roles, subgrupos, entre otros y según Parsons su función principal es la integración social. Este estructural funcionalismo da lugar al funcionalismo tecno económico materializado en las décadas del ‘50 y ‘60.

La teoría del capital humano tiene dos versiones, una primera que surge en la década del ‘50 de la mano de los economistas de la Escuela de Chicago ante la necesidad de mejorar la calidad de la mano de obra como medio para lograr el crecimiento económico, entre ellos Theodor William Schultz y Gary Becker. Y una segunda versión que se desarrolla a partir de 1980. Esta última proporciona los fundamentos y metodologías para el cambio educativo actual, en un mundo globalizado que determina las diferencias entre una y otra versión. “Tal como es tematizada actualmente, la educación refleja un enfoque que al igual que el que investiga la producción y distribución de conocimientos, se haya atravesado por la consideración del conjunto de circunstancias que instaura la globalización.” (Aronson, 2007)

Más allá de las diferencias ambas versiones presentan similitudes importantes: relevancia de la educación en cuanto a su posibilidad de operar como motor de progreso tanto económico como social así como también a su función de brindar lo necesario para desempeñarse de forma satisfactoria en el mundo laboral; define también el papel del Estado y de la sociedad en relación a la educación, promoviendo y demandando respectivamente. Por último busca modelos para solucionar problemas derivados de la pobreza y la exclusión social.

En la década del 50, el mundo se encontraba saliendo de la Segunda Guerra Mundial, se requería crecimiento económico y para lograrlo se apuesta al recurso humano concebido en ese momento como Capital Humano. Este concepto relaciona el capital económico al ser humano, capital como sinónimo de stock. Los hombres acumulan Capital Humano, visto como: “el conjunto de habilidades, talentos y conocimientos de un individuo” (Capocasale, 2000). Las habilidades son entendidas como el conjunto de competencias, destrezas y modos de hacer las cosas, las cuales se adquieren mediante la práctica. Por otra parte, los talentos son aquello que se adquiere con la experiencia y los conocimientos se adquieren a través del sistema educativo formal. Según Parsons, estos tres factores se pueden adquirir y así acumular Capital Humano. El funcionalismo está en el individuo como sujeto individual y en el Estado en función del desarrollo del país y del sujeto. La Teoría del Capital Humano plantea a nivel individual, que si el sujeto invierte en educación, conseguirá un mejor empleo y tendrá mejor salario; y si el Estado invierte en educación conseguirá mayor crecimiento económico, tendrá mayor productividad y logrará mayor desarrollo. “Desde el punto de vista económico la educación no sólo ha sido considerada como elemento fundamental constitutivo del proceso de socialización, sino que también se la concibe como ligada a la capacidad de trabajo de toda persona” (Capocasale, 2000).

        Esta teoría llega a América Latina en la década de los ‘90 en un intento de modernización política y económica, en línea con organismos internacionales tales como la UNESCO y el Banco Mundial. Se hace foco en la educación con relación al empleo y la productividad, según Bonal es así como el optimismo tecnológico llega el sistema escolar y se instala en las aulas. Por consejo de los organismos internacionales América Latina debía invertir fuertemente en la educación para mejorar la calidad de la mano de obra, universalizar la escolarización y lograr la equidad social. En este marco se dan reformas educativas alineadas con la teoría del capital humano para lograr que el sujeto se inserte rápida y seguramente en el mercado laboral obteniendo además un salario adecuado. Se vincula así lo educativo y lo económico ya que invertir en educación permite la movilidad social intergeneracional ascendente en términos salariales.

        Teniendo en cuenta todo lo anterior debemos agregar la necesidad de adaptación al proceso de globalización. “La globalización genera circuitos mundiales de circulación de bienes, servicios y recursos humanos que rompen con las fronteras nacionales, generando nuevas exigencias para todos aquellos (países, empresas y personas) que pretenden participar del intercambio mundial” (Tiramonti, 1997).

Nos encontramos en un mundo globalizado en donde la tecnología se encuentra inmersa en el sistema educativo formal y en donde el crecimiento económico es visto como desarrollo. El individuo debe desarrollarse a partir del vocacionalismo, concepto que surge con el economista John Bates Clark. El vocacionalismo refiere a la formación del sujeto en base a los intereses del mercado y las posibilidades dentro de este. Lo que está en juego en este momento histórico es contribuir al crecimiento económico nacional, en base a los méritos acreditados del individuo. Lo económico comienza a condicionar lo educativo, el esfuerzo personal se mide en relación al saber navegar el mercado laboral, más flexible y con un nivel de competitividad profesional muy fuerte. En línea con el paradigma funcionalista todo se centra en el sujeto y su esfuerzo personal.

Ya desde la década del ’60 surgen detractores de la Teoría del Capital Humano que señalan las debilidades de la misma. La educación no producía el desarrollo económico esperado y se demuestra la poca relación entre formación y remuneración, también se prueba que la meritocracia funciona dentro de las escuelas y universidades pero no contribuye a remediar la disparidad de oportunidades sociales. En este paradigma individualista se considera que todos los sujetos están en condiciones de conocer el rendimiento que puede tener su inversión educativa, lo consideran un ser racional que puede calcular perfectamente las consecuencias de sus actos. Proponen que el sujeto llegará en función de lo que invierte en educación, el hombre es su propio inversor; pero no atienden al contexto del individuo, ni al sistema, ni al capitalismo.

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