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Fracaso Escolar


Enviado por   •  3 de Diciembre de 2013  •  2.758 Palabras (12 Páginas)  •  414 Visitas

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Introducción

La escuela secundaria en Argentina está siendo objeto de grandes transformaciones, la obligatoriedad de la enseñanza media plantea desafíos y responsabilidades a todos los actores sociales: en primer lugar, obviamente, al Estado; pero también a las familias, a los docentes, a los estudiantes y a la comunidad en su conjunto. Desde el momento que la sociedad ha definido por ley que todos tienen que culminar con éxito el nivel secundario, tenemos la obligación de garantizar condiciones para el acceso, la permanencia y el egreso de todos los estudiantes. En el escenario que plantea la Ley de Educación Nacional, el fracaso y la exclusión educativa ya no son sólo responsabilidad del alumno, sino fundamentalmente del Estado, del sistema educativo y del conjunto de la sociedad ( Juan Carlos Tedesco,2008)

Esto nos lleva a replantear el alcance de la expresión “fracaso escolar”, así como las modalidades de su ocurrencia. Para ello abordaremos la problemática del fracaso escolar en la educación secundaria resinificando el término. Abordaremos esta problemática desde diferentes puntos de vista, como lo enfrentan los docentes, los alumnos y el ámbito escolar en su conjunto.

Desarrollo

El fracaso escolar es uno de los temas más urgentes de la educación argentina, y sus dos caras — la repitencia y el abandono— constituyen aspectos recurrentes y asociados de un mismo proceso. Las estadísticas muestran que el sistema educativo tiene dificultades serias para garantizar el desarrollo de trayectorias escolares satisfactorias para todos los alumnos, tanto en la EGB como en el nivel medio. (Ana María Pérez Rubio, 2007)

El fracaso escolar es un fenómeno tan antiguo como la escuela misma; se proyecta y adquiere visibilidad todo el entramado de relaciones que en cada contexto social, institucional y personal tejen los vínculos siempre complejos entre la sociedad, los sujetos, la cultura y los saberes, la escuela como institución, en suma.

En términos generales, está ligado a la escuela como una institución que tiene sus propias reglas de juego para formar a los estudiantes en un determinado sistema de valores, conocimientos, capacidades y formas de vida.

El fracaso, por lo tanto, no es un fenómeno natural, sino una realidad construida en y por la escuela en sus relaciones con los estudiantes y, naturalmente, de éstos con ella.

Para colocar el fracaso escolar bajo la perspectiva de una escuela más justa y equitativa, que debe ser el marco desde el que combatirlo, es decisivo elaborar un discurso y una comprensión lo más adecuada posible. Su comprensión adecuada nos puede ser útil, asimismo, para ser ecuánimes a la hora de identificar y atribuir responsabilidades, que seguramente son diferentes. (Juan M. Escudero Muñoz,2005)

“La propuesta de escuela pensada desde el universal -todo a todos de igual manera, en el mismo tiempo y con el mismo resultado- está, desde su concepción, condenada al fracaso. De tanto controlar el objeto, observarlo, detectar sus problemas; de tanto tratar de interesarlo, y ofrecer fastidiosas excusas para atraerlo, expulsamos al sujeto. El problema del fracaso está ligado al de la calidad de la educación.

Es al fracaso escolar y no al alumno fracaso al que hay que poner bajo sospecha.” (Carina Rattero, 2002.)

Creada la escuela moderna, se advirtió tempranamente la presencia de niños que no aprendían según lo esperado. El fracaso escolar es un fenómeno contemporáneo de la escolarización masiva y, si analizamos el dispositivo escolar como sistema de actividad, según la perspectiva de Engeström (Engëstrom y Kallinen, 1988; Cole y Engeström, 2001), posiblemente sea funcional a algunas de las finalidades de la escolarización.

Lo cierto es que este sistema de actividad que es el dispositivo escolar ha producido a lo largo del siglo XX enormes avances en la escolarización de grandes sectores de la población durante un período cada vez más prolongado de sus vidas (Esteve, 2006). Al mismo tiempo, es necesario señalar que cada nuevo esfuerzo por ampliar la escolarización ha producido nuevos contingentes de niños, adolescentes y jóvenes:

• Que no ingresan a la escuela.

• Que ingresando no permanecen.

• Que permaneciendo no aprenden en los ritmos y de las formas en que lo espera la escuela.

• Que aprendiendo en los ritmos y de las formas en que lo espera la escuela acceden a contenidos de baja relevancia, por lo que ven comprometida su trayectoria escolar posterior debido a los condicionamientos que ello produce sobre sus aprendizajes ulteriores.

El fracaso escolar desde diferentes perspectivas.

La visión de los docentes.

A los docentes este énfasis en la problemática social les plantea una tensión permanente entre brindar conocimiento y brindar contención socio-afectiva; cualquiera sea la posición que se adopte los conocimientos que se proponen tienden a estar devaluados en razón de las características atribuidas a los alumnos: “no se puede ir más allá”, “hay que conformarse” y, en este sentido, las exigencias son acordes “ a lo que ellos pueden dar”, porque en caso contrario “no se sabe si el diez por ciento aprobaría”. Con todo, el nivel de requerimientos no es uniforme, y a algunas materias llegan alumnos sin los conocimientos previos esperados, mientras que en otras, los niveles de desaprobación superan el cincuenta por ciento.

Ante esta situación los profesores se sienten desbordados. Deben dar respuestas —que los alumnos no encuentran en el hogar—, a cuestiones de diversa índole o problemáticas que incluyen la violencia y el abuso: “tenemos que hacer de mamá, de asistente social, de psicóloga y por último de profesor”. Así, mientras constatan que la formación docente que recibieron no es congruente con las exigencias de su práctica, manifiestan, al mismo tiempo, temores, dudas e insatisfacciones, de aparecer como fracasando en su rol cuando los alumnos no aprenden, y cuestionándose acerca de la utilidad de la materia que enseñan: “creo que mi materia no es tan inútil”.

Sin embargo, niegan su responsabilidad o participación en los problemas educativos de sus alumnos, rechazando, como una incitación a la promoción indiscriminada, toda recomendación a prestar atención al número de alumnos no aprobados en su materia —“quieren que todos seamos analfabetos”— y consideran que todo deriva de cuestiones de orden socio-cultural, de la sociedad en general, y del sistema educativo

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