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Lenguaje inclusivo: lengua, política e ideología


Enviado por   •  30 de Marzo de 2022  •  Ensayo  •  1.036 Palabras (5 Páginas)  •  76 Visitas

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Tania Sofía Nasrallah

Lenguaje inclusivo: lengua, política e ideología

“En la lengua se libran las batallas”.

María Teresa Andruetto

El lenguaje inclusivo, en un principio, pretendía lograr la visibilidad de la mujer, pero luego se configuró como una alternativa del sistema de género binario.

Todes, amigues, chiques: son representámenes que forman parte de una práctica lingüística notablemente política y a su vez, son signos de un posicionamiento ideológico. Pero entonces, ¿toda práctica lingüística no pone en juego, también, estos componentes?.

El objetivo es promover una comunicación que no favorezca la reproducción de estereotipos y que visibilice (o al menos se nombren) las identidades de género. Es ideológico y no busca legitimación institucional, porque implica una intervención política en el presente.

Establece la problematización en torno a cómo la gramática del castellano está configurada desde un sistema patriarcal que no contempla la diversidad sexo-genérica. Tal como expresa Barthes “estoy siempre obligado a elegir entre el femenino y el masculino, y me son prohibidos lo neutro o lo complejo”[1].

Diversos fueron los intentos de emplear significados que refieran como significantes a otras identidades en la escritura, pero sin éxito en la oralidad (el caso del @ y la x). La “e” inclusiva es arbitraria - entendiendo por arbitrariedad el principio de la lengua de Saussure- no hay nada en “todes” que obligue a asociarla a un determinado significado. Paralelamente no es arbitrario elegir emplear el signo todes en lugar de todos o todas, qué no hacerlo. Inferencia un posicionamiento ideológico que busca no presumir que en un grupo de personas todes son varones o mujeres.

Si yo envío un mensaje en el que invito a “todes mis amigues, ese signo (todes, amigues), representa mi militancia feminista (es un signo que representa otra cosa); que a su vez produce un efecto o reacción en los receptores, que es también otro signo (interpretante). Es el signo triádico de Peirce, en el que la relación que un elemento establece con otro, cuya consecuencia es un tercero diferente de los dos primeros que lo producen.

El lenguaje inclusivo funciona como rasgo identitario, cuando lo ponemos en práctica estamos afirmando que pertenecemos a cierta comunidad que se opone a una estructura heteronormativa y patriarcal. También otros posibles interpretantes son el rechazo, y en parte es el objetivo: incomodar, reflexionar, cuestionar.

El empleo de chiques como signo despierta el proceso de semiosis infinita en el que, según Peirce, ese signo que es interpretado se convierte en representamen de un nuevo eslabón de la cadena infinita. Entonces ese signo en el aula de la facultad por ejemplo, busca interpelar ideológica y políticamente, provocando un proceso de semiosis ilimitada en el auditorio.

Saussure define diferentes tipos de relaciones que la lengua permite entre los signos que la conforman: las relaciones sintagmáticas en donde cada signo está en una posición concreta, por ejemplo optar por las fórmulas neutras como “las personas trabajadoras” en lugar de “los trabajadores”. Las relaciones asociativas son las que establecemos nosotres les hablantes mentalmente a la hora de seleccionar un signo para ser combinado con otro, como por ejemplo festejar el día de les niñes, el signo “niñes” despierta un número ilimitado de relaciones mentales tanto entre significado como entre significantes.

Si analizamos la relación de valor en el caso del significante “niñes” (refiriendo al género no binario), es lo que no es “niñas” (femenino) ni “niños” (masculino). Esa vocal establece relaciones opositivas que la distinguen de los otros significantes. El valor nos muestra que la lengua no es otra cosa que un sistema de diferencias.

El lenguaje entonces es sumamente político porque es lo que legitima (e interpela, socialmente) nuestras relaciones. Barthes define al lenguaje como legislación, y la lengua como su código, que a su vez es clasificación. Toda clasificación es opresiva porque determina algunas categorías y se dejan otras afuera. El lenguaje no impide situaciones de desigualdad, pero construye imaginarios que pueden fomentar estas prácticas. Como propone Fabbri, comprometiéndonos con la “realidad” es que la Semiótica recuperará su vocación empírica, esto implica que para realizar un análisis exhaustivo de algún fenómeno, es necesario hacerlo mediante un buen método descriptivo, que complemente a la reflexión filosófica y teórica, y que tenga como objetivo descubrir cosas nuevas.

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