Ortografia
Enviado por rosaura0208 • 6 de Noviembre de 2013 • 1.832 Palabras (8 Páginas) • 440 Visitas
PRÁCTICA DE LOS SIGNOS DE PUNTUACIÓN
1. Trate de leer, en voz alta, el siguiente fragmento de un trabajo de Gabriel
García Márquez. En él se han omitido todos los signos de puntación.
Tenía cinco años cuando mi abuelo el coronel me llevó a conocer los
animales de un circo que estaba de paso en Aracateca el que más me llamó la
atención fue una especie de caballo maltrecho y desolado con una expresión
de madre espantosa es un camello me dijo el abuelo alguien que estaba cerca
le salió al paso perdón coronel le dijo es un dromedario puedo imaginarme
ahora cómo debió sentirse el abuelo de que alguien lo hubiera corregido en
presencia del nieto pero lo superó con una pregunta digna
Cuál es la diferencia
No la sé le dijo el otro pero éste es un dromedario
El abuelo no era un hombre culto ni pretendía serlo pues a los catorce años
se había escapado de la clase para irse a tirar tiros en una de las incontables
guerras civiles del Caribe y nunca volvió a la escuela pero toda su vida fue
consciente de sus vacíos y tenía una avidez de conocimientos inmediatos que
compensaban de sobra sus defectos
Aquella tarde del circo volvió abatido a la casa y me llevó a su sobria oficina
con un escritorio de cortina un ventilador y un librero con un solo libro enorme
lo consultó con una atención infantil, asimiló las informaciones y comparó los
dibujos y entonces supo él y supe yo para siempre la diferencia entre un
dromedario y un camello al final me puso el mamotreto en el regazo y me dijo
Este libro no solo sabe todo sino que es el único que nunca se equivoca
Era el diccionario de la lengua
Léalo ahora en voz alta; ya se han incluido todos los signos de puntuación.
Tenía cinco años cuando mi abuelo el coronel me llevó a conocer los
animales de un circo que estaba de paso en Aracateca. El que más me llamó
la atención fue una especie de caballo maltrecho y desolado con una expresión
de madre, espantosa. “Es un camello”, me dijo el abuelo. Alguien que estaba
cerca le salió al paso. “Perdón, coronel”, le dijo. “Es un dromedario”. Puedo
imaginarme ahora cómo debió sentirse el abuelo de que alguien lo hubiera
corregido en presencia del nieto, pero lo superó con una pregunta digna:
― ¿Cuál es la diferencia?
― No la sé ― le dijo el otro―, pero éste es un dromedario.
El abuelo no era un hombre culto, ni pretendía serlo, pues a los catorce años
se había escapado de la clase para irse a tirar tiros en una de las incontables
guerras civiles del Caribe, y nunca volvió a la escuela. Pero toda su vida fue
consciente de sus vacíos, y tenía una avidez de conocimientos inmediatos que
compensaban de sobra sus defectos.
Aquella tarde del circo volvió abatido a la casa y me llevó a su sobria oficina
con un escritorio de cortina, un ventilador y un librero con un solo libro enorme.
Lo consultó con una atención infantil, asimiló las informaciones y comparó los
dibujos, y entonces supo él y supe yo para siempre la diferencia entre un
dromedario y un camello. Al final me puso el mamotreto en el regazo y me dijo:
Este libro no solo sabe todo, sino que es el único que nunca se equivoca.
Era el diccionario de la lengua (...)
2. Reflexione acerca de lo que se nos quiere advertir, con sentido del humor,
en cada uno de los siguientes incisos:
a. Un rey ordena de palabra a su escribiente, para eliminar a un reo, la
redacción de esta nota: “Perdón imposible; que cumpla su condena”.
El escribiente, compasivo, prefiere salvar la vida del reo y redacta la
nota, cambiando la puntuación de este modo: “Perdón; imposible que
cumpla su condena”.
Y de esta forma, el reo salvó la vida.
b. El hombre perdió la coma, empezó a temer a las oraciones complejas,
buscó frases más sencillas. Frases sencillas implicaron pensamientos
sencillos.
Después, perdió el signo de exclamación y comenzó a hablar en voz
baja, monótonamente. No le alegraba ni le indignaba nada, todo lo tenía
sin cuidado.
Más tarde, perdió el signo de interrogación y dejó de formular preguntas;
ningún acontecimiento le despertaba curiosidad, ya sucediera en el
Cosmos, en la Tierra o, incluso en su propio hogar.
Luego de un par de años perdió otro signo de puntuación –los dos
puntos– y dejó de explicar a la gente su conducta.
Hacia el final de su vida no le quedaron más que las comillas. No
expresaba ninguna idea propia sino que siempre citaba a otros... Así que
se desacostumbró a pensar y llegó hasta el punto final. ¡Cuide los signos
de puntuación!
3. En los dos incisos del ejercicio anterior se recogen algunos de los más
frecuentes usos de la mayoría de los signos de puntuación. Piense en las
razones que han obligado a utilizar cada uno de esos signos. Coméntelas con
sus compañeros.
4. En los siguientes enunciados se han eliminado las comas. Colóquelas
donde sea necesario.
a. En la habitación había sillas sillones butacas y mesas.
b. Serena pausada clara y firmemente respondió las preguntas.
c. La Revolución Francesa hizo famosa esta consigna: “Libertad
igualdad fraternidad”.
d. La energía la vitalidad la alegría y el entusiasmo reinaban en las
actividades.
e. Tráeme el libro Juan por favor.
f. Te he llamado querido amigo para hacerte una pregunta.
g. Mañana Luis empezaremos temprano.
5. También en estos enunciados se han eliminado las comas. Colóquelas
donde sea necesario.
a. La música que es una de las bellas artes me encanta.
b. En efecto recibimos a tiempo la invitación.
c. No creí sin embargo que demorara tanto.
d. Los asistentes al concierto que era el primero de la temporada se
mostraron muy interesados.
6. Complete los siguientes enunciados, teniendo en cuenta el lugar que se
señala para cada elemento intercalado.
a. _________________________, nuestro Héroe Nacional.
b. Por supuesto, ____________________________.
c. __________________, cuya vida fue un ejemplo de sacrificio,
______________________________.
d. ___________________, famoso autor de El reino de este mundo,
___________________________.
7. Coloque la coma donde sea necesario.
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