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EL SEGUNDO SEXO


Enviado por   •  1 de Mayo de 2012  •  3.639 Palabras (15 Páginas)  •  1.210 Visitas

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EL SEGUNDO SEXO

SIMONE DE BEAUVOIR

El sexo femenino ha sido menospreciado a través del tiempo, se le ha clasificado como “el otro” visto como el segundo sexo, ya que el primero es el del hombre. La autora considera que ha llegado el momento de emanciparse y ser una misma, y no resignarse a ser el sexo débil que siempre ha sido.

Un ejemplo de la forma en que se ha considerado a las mujeres, se ve reflejado claramente en las siguientes citas:

¡Que desgracia ser mujer! Y cuando se es mujer, sin embargo, la peor desgracia, en el fondo, es no comprender que es una desgracia.

Kierkegaard.

Hay un principio bueno que ha creado el orden, la luz y el hombre, y un principio malo que ha creado el caos, las tinieblas ¡y la mujer!

Pitágoras.

En este libro, la autora analiza en forma exhaustiva, tanto desde la psicología, la biología, la antropología y la historia, el rol que las mujeres han desempeñado en la humanidad.

“Una no nace mujer, sino que llega a serlo” con esta idea Simone de Beauvoir nos ayuda a comprender la problemática femenina y gracias al estudio que realizó sobre este tema, se convirtió en la feminista más relevante del siglo XX.

El punto central de “El segundo sexo” fue mostrar que las características humanas consideradas femeninas son adquiridas por las mujeres por el condicionamiento cultural y social, en vez de derivarse "naturalmente" de su biología.

De Beauvoir argumenta que para entender y comprender a la mujer como a un ser humano, tal como es el hombre, es preciso tener presente que la historia del mundo ha sido dirigida y configurada por los hombres, desde la antigüedad hasta nuestros días.

Todo está por decirse acerca de la mujer, ya que hasta ahora cuanto se ha dicho sobre ella, ha partido del punto de vista “hombre”.

Ha llegado el momento en el cual la mujer debe asumirse como tal, como un ser transcendente que debe superar la condición de segundo término en la que se ha visto reducida, para alcanzar el reconocimiento al que tiene derecho, como mujer y ser humano. La mujer no es un “objeto” del hombre, sino su igual en la lucha por la construcción del mundo y si hasta ahora su participación ha sido limitada en la medida en que el hombre se lo ha permitido, en lo sucesivo debe entender cuál es su parte y cumplirla en igualdad de condiciones superando así las derrotas que viene sufriendo desde todos los tiempos.

La historia nos muestra a la mujer permanentemente a la sombra del hombre, asumiendo el papel de ser dependiente; sin embargo, la mujer es un ser transcendente igual que el hombre.

Tras analizar la situación de la mujer en los diferentes grupos sociales que se han ido modificando y desapareciendo en el transcurso de los siglos, la condición femenina no ha sufrido mayores modificaciones, pero de hecho, y esto es lo que importa, la mujer no ha conocido la igualdad respecto al hombre.

La tradición y el egoísmo de los hombres por un lado y la auto complacencia, indiferencia y resignación de las mujeres por el otro, han sido los motivos fundamentales de este hecho.

Simone de Beauvoir nos lleva desde el primitivo matriarcado hasta los movimientos feministas y penetra en el alma y la biología de la mujer, en su psiquismo y sus anormalidades, sus ideales y sus claudicaciones.

La mujer sólo mediante una actitud valiente y convencida de que conquistando lo que le corresponde se integra a la categoría de ser humano, dejará de considerarse un ser subestimado al cual se haya reducida por la sociedad y por su propia indiferencia.

Concluyendo, el significado cultural se monta sobre el dato biológico, es decir, que lo determinante en la construcción de la feminidad es el conjunto de procesos culturales y psicológicos que marcan con determinadas atribuciones y prescripciones a las personas con sexo de mujer.

La fuerza de “El segundo sexo” radicó en su capacidad para responder a las inquietudes femeninas del momento y consagró a Simone de Beauvoir como la pionera de ese campo de investigación llamado estudios de género.

Considero que los seres humanos somos muy semejantes cuando nacemos, las sensaciones, miedos, disfrutes que vamos experimentando no son diferentes entre el hombre y la mujer; sin embargo, nos van condicionando para “ser” como la cultura y sociedad lo dictan.

No es que las mujeres descubran el mundo de diferente forma que los hombres, de forma natural lo hacen igual, y cuando se inculcan ciertas influencias, es cuando van apareciendo actitudes distintas, donde desde mi punto de vista se rompe con lo auténtico, porque si no se ejercieran las influencias, es seguro que habrían distintos comportamientos, que no serian ni buenos ni malos, simplemente se darían, y a eso es a lo que le llamaría ser libre.

Lo mismo pasa con las emociones y sentimientos, cuando se es infante, se va pasando por diferentes situaciones, como es el destete, los celos, la necesidad de reconocimiento y la búsqueda de amor de los adultos, pero cuando empieza la intervención de un tercero, es cuando se le infunda a la niña el cómo tiene que comportarse y se le va educando y formando con situaciones que la hagan “mujer”.

Una de las diferencias que se inculcan a las mujeres respecto de los hombres, es que se le asigna la condición de ser más débil, donde se tiene el “permiso” de llorar, no así a los hombres, ya que ellos son fuertes y valientes.

Otra situación inculcada, es referente a la programación que van teniendo las niñas para su desarrollo en el futuro, utilizando juguetes propios para tal efecto, sea con muñecas, trastecitos, escoba, trapeador, etc. La niña trata a su muñeca como quisiera ser tratada, la adorna como quisiera ser adornada, empieza a notar que es “lindo” y “ feo” y empieza a hacer cosas, para ser tratada por los adultos como linda, y para esto aprende que hay que serlo para ser aceptada, entonces empieza a disfrazarse y mirarse al espejo, añorando ser una princesa o hada de los cuentos, donde el premio mayor que se puede tener, es ser elegida por el príncipe, y para lograrlo hay que estar como a “el otro” le gusta; entonces su valor va a depender de que tan admirada es por los otros, convirtiendo en una gran virtud a la belleza.

Son las mismas mujeres, las que estandarizan a las niñas, son quienes las van formando como objetos, las que imponen las buenas costumbres, y también quienes las van haciendo débiles. Esto es muy notorio, porque cuando por diferentes circunstancias, el padre es quién educa a las niñas,

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