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El Contractualismo


Enviado por   •  23 de Octubre de 2013  •  3.714 Palabras (15 Páginas)  •  402 Visitas

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El contractualismo (término derivado de la palabra contrato) es una corriente de la filosofía política y del derecho que se originó en el siglo XVII. No es una doctrina política única o uniforme, sino un conjunto de ideas con un nexo común, si bien extremadamente adaptable a diferentes contextos, lo que explica su vitalidad y su capacidad para ir evolucionando y redefiniéndose hasta la actualidad. Como teoría política es posiblemente una de las más influyentes de los últimos trescientos años, configurando, en mayor o menor grado, la estructura actual de los distintos estados y naciones. No debe confundirse el contractualismo con la democracia, pues no todas las teorías contractualistas, como veremos, defienden modelos políticos democráticos. Tampoco debe confundirse contractualismo con nacionalismo, pues, siendo ambos movimientos políticos nucleares y casi simultáneos de los estados modernos, expresan concepciones distintas.

THOMAS HOBBES

Hobbes nace en Inglaterra en 1558, era considerado un hombre de gran especie intelectual, curioso y tímido. Su destino quiso que viviese en una época poco propicia para un amador de la paz y la tranquilidad.

Hobbes desde su juventud, cogió horror a las discusiones político religiosas, sobre la interpretación de la Biblia y los derechos de la conciencia individual. En su opinión estas discusiones debilitaban Inglaterra, minaban la autoridad por su base y preparaban la guerra civil.

En 1640, cuando la guerra parecía aproximarse, huye de Inglaterra a París y en su destierro voluntario de once años preparo su Leviatán. Mientras tanto, Inglaterra desde que había caído en las manos fuertes y hábiles de los Tudor, en las torpes de los Estuardos, no había conocido mas que convulsiones. En el furor de las disputas religiosas (protestantes y católicos, entre protestantes anglicanos y disidentes) agrava allí el furor de las pasiones políticas, formando todo ello una mezcla incendiaria.

En 1642, comienza la lucha armada entre Carlos I Estuardo y su parlamento, la mayoría puritana. Una vez vencido el Rey por el ejército parlamentario de Cromwell, el rey es ejecutado.

En 1651, Cromwell reina en Inglaterra, convertida en república y es en ese entonces cuando aparece en Londres este libro de extraño título: El Leviatán.

La concepción hobbesiana del estado de naturaleza se aparta del sentido paradisíaco, que a ese estado, asigna el pensamiento teológico. Hobbes separa con claridad dos etapas: una situación de barbarie y de guerra de todos contra todos ,un mundo sin germen de derecho , y por otra parte , un estado creado y sostenido por el derecho , un estado con suficiente poder para iniciar y reformar su estructura.

Según Hobbes la naturaleza ha hecho a los hombres tan iguales en las facultades del cuerpo y del espíritu que , si un hombre es más fuerte de cuerpo o más sagaz de entendimiento que otro, cuando este se considera en conjunto, la diferencia entre los hombres, no es tan importante. De manera que estos puedan reclamar a base de ella y para sí mismos, un beneficio cualquiera al que otro no pueda aspirar .

La inclinación general de la humanidad entera es entonces un perpetuo e incesante afán de poder que cesa solamente con la muerte. La pugna de riquezas, placeres, honores u otras formas de poder, inclina a la lucha, la enemistad y a la guerra. Por ello en la naturaleza del hombre se encuentran tres causas principales de discordia: la competencia, la desconfianza y la gloria. De esta manera la competencia impulsa a los hombres a atacarse para lograr un beneficio, la desconfianza para lograr la seguridad y la gloria para ganar reputación. Con todo esto, mientras el hombre viva sin un poder común que los atemorice a todos, se hallan en la condición o estado que se llama guerra. Una guerra que es la de los todos contra todos.

Sin embargo Hobbes advierte que nunca existió un tiempo en que los hombres particulares se hallaran en una situación de guerra del uno contra el otro, sino que en diferentes épocas el ser humano se halla en estado de continua enemistad, en la situación y postura de los gladiadores, con las armas asestadas y los ojos fijos uno en otro. Por ende en esta guerra nada puede ser injusto. Las nociones de derecho e ilegalidad, justicia e injusticia están fuera de lugar .Donde no hay poder común, la ley no existe. Donde no hay ley, no hay justicia.

En esta condición en que el hombre se encuentra por obra de la simple naturaleza, en una guerra de todos contra todos, el puede tener la posibilidad de superar ese estado, en parte por sus pasiones y también por su razón.

Las pasiones que inclinan a los hombres a la paz son el temor a la muerte, el deseo de las cosas que son necesarias para una vida confortable, y la esperanza de obtenerlas por medio del trabajo. En otras palabras, la pasión inclina a los hombres a desear y conseguir los bienes y privilegios del prójimo. Esto sería entonces la necesidad del hombre, pues su naturaleza es estar en guerra los unos con los otros. Mientras tanto y por otro lado la razón los hace pensar que sin seguridad y duración, los bienes y privilegios deseados no tienen sentido porque no se pueden disfrutar. La razón entonces sugiere normas adecuadas de paz, a las cuales pueden llegar los hombres por mutuo consenso. Estas normas son las que Hobbes llama Leyes de la naturaleza, las cuales servirán para que el hombre salga de ese estado de guerra.

Hobbes define 19 leyes de naturaleza sin embargo existen dos fundamentales de las cuales se derivan las restantes. La primera de ellas se refiere a que cada hombre debe esforzarse por la paz, mientras que tiene la esperanza de lograrla, y cuando no puede obtenerla, debe buscar y utilizar todas las ayudas y ventajas de la guerra. Es decir buscar la paz y seguirla defendiéndose por todos los medios posibles.

La segunda ley dice que el hombre debe acceder (si los demás consienten también y mientras se considere necesario para la paz y defensa de sí mismo) a renunciar este derecho de todas las cosas y a satisfacerse con la misma libertad, frente a los demás con respecto a él mismo. Es como la ley del evangelio: " no hagáis a los demás, lo que no queráis que os hagan a vosotros".

De la segunda ley de naturaleza según la cual los hombres están obligados a transferir a otros los derechos que perturban la paz, se deduce una tercera ley que se refiere a que los hombres cumplan los pactos que han celebrado. Entonces mientras las pasiones enfrentan a los hombres, la razón los hace pactar.

Ahora bien cuando los pactos se respetan y se llevan a cabo hay justicia, que quiere decir que existe una voluntad constante de dar a cada uno lo suyo. Todos los hombres tienen derecho a todas las cosas y por ende son iguales ante la ley. Esta inclinación de pactar

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