Historia latinoamericana.
Enviado por Gabriel Amadeo Durou • 11 de Septiembre de 2016 • Tesina • 5.642 Palabras (23 Páginas) • 336 Visitas
Introducción
El término democracia ha confluido a lo largo de los años desde la época del pacto colonial hasta la conformación de los estados nacionales por diversas relaciones de poder ligado al concepto de ciudadanía, para una vez encausar bajo esa conformación cívica una determinada participación de la población acorde a una relación de dominación, a lo largo y ancho del territorio con diferentes matices dependiendo de las regiones, de una clase y sector social determinado o conjunto de varios a través de alianzas. Es por eso que en este trabajo tomamos los conceptos de democracia y ciudadanía como interrelacionados, puesto que la integración como desintegración de las poblaciones latinoamericanas al ámbito democrático se rige por parámetros que obedecen a relaciones de poder que se reproducen y mutan con el correr de los años en los distintos procesos epocales que transcurren bajo las coyunturas socioeconómicas propias de cada país latinoamericano y su relación con los países centrales. Tomamos como ejemplo dos países que comparten sus fronteras en el mismo continente pero que a su vez tienen rasgos distintivos que permiten explicar las disimilitudes entre naciones colonizadas por diferentes países.
En el continente latinoamericano comienza a esbozarse un proceso de cambio social donde ya no puede ejemplificarse el traspaso de la sociedad tradicional a la moderna, sino que hay entre éstas un patrón intermedio que va a caracterizar a los países en desarrollo. Entendiendo por cambio social la posibilidad de explicarlo de modo tal que no se tengan como elementos causales del proceso a las diferentes formas que adoptaran tanto las clases como los grupos en el plano nacional para relacionarse, como también las tensiones que puedan producirse entre aquellos. A finales del siglo XIX se da la consolidación del orden oligárquico. El cual se caracteriza por concentrar en manos de pocos el poder político, cuando no pactado mediante alianzas orientando la actividad de los sectores dominantes hacia el ejercicio de funciones políticas y administrativas. El sistema de coaliciones de grupos y clases fortaleció las funciones reguladoras del Estado.
Con el afianzamiento de este orden se da la apertura de mercado que afirma la política librecambista de Gran Bretaña sobre América Latina. En la cual pueden citarse entre sus rasgos más notables; los cambios en el aspecto de las ciudades, como fueron las migraciones internas, del campo a la ciudad, aunque en Brasil se destacan también las provenientes de Europa, mayoritariamente italianos en los años de la Primera República. Los medios de transporte, específicamente el ferrocarril, en razón que vincula el centro productor interno con el puerto de exportación de ultramar, tanto en aquel país como en Perú. El reemplazo de la grasa vacuna o equina por el gas para la iluminación, primeramente en Río de Janeiro y luego en Lima.
En Perú particularmente, la oligarquía es una regida bajo la política tradicional caudillesca, donde prima la confianza al individuo antes que a su ideología. Aquél surge del núcleo de los jóvenes de tradición militar. Parece ser que el caudillo asentó las bases dentro de la mentalidad colectiva a partir de la espera de un salvador o un Mesías, un hombre que no podría surgir dentro del grupo. Así, la posibilidad de cambio, tendría inevitablemente que provenir desde arriba hacia abajo.
Es de cabal importancia también, ver la manera en que aparece el caudillo y cómo es percibido por la sociedad. El modo de aquél es arrollador y el del pueblo pasivo. Solo en apariencia el Estado oligárquico constituyó uno nacional. Esto puede verse reflejado en la fragmentación regional del país; donde el Norte (más próximo a la dimensión nacional) se caracteriza por la producción de caña de azúcar, la Sierra Central en cambio, orienta su economía a las actividades de la minería y la ganadería ovina y el Sur, por su parte se especifica en el comercio lanero. Por otro lado, obstaculizan además la conformación de una sociedad nacional la feudalidad, el gamonalismo, el enclave minero y el petrolero. El gamonalismo expresa un tipo de explotación terrateniente feudal, que conformado por un grupo heterogéneo en la sierra del Sur, se caracteriza por un feudalismo más primitivo, un conglomerado pequeño y mediano de propietarios de tierra y un poder al margen o en determinados casos en contra del gobierno central. La palabra gamonal hace referencia al escaso desarrollo de las fuerzas productivas, trabajo servil y mentalidad rentista, pues viene del vocablo gamonito, que es una planta parasitaria. Viene a significar entonces la política gamonal, una especie de regresión, pues el hacendado blanco vive como indio, en un mundo indígena, andino. No puede por tanto ignorar la convivencia de dos culturas en su ser, por un lado el catolicismo y la mentalidad rentista de occidente y por el otro la religiosidad de la cultura andina. Su poder se asienta en el consenso que surge como resultado del complicado conjunto de relaciones sociales y personales que se establecen entre el propietario y los grupos indígenas. El factor central será pues la hegemonía de la gran propiedad semifeudal.
El paternalismo va a legitimar la explotación gamonal a partir por ejemplo de los poderíos locales, donde se le impone a las masas campesinas y se enfrenta al gobierno central, tornándose agresivo en la década de 1920. Respecto a la economía de enclave debe tenerse en cuenta que es la base de la expansión nacional que centra sus posibilidades en la producción directa de capital mediante el aprovechamiento de la tierra y la fuerza de trabajo disponible. El enclave minero particularmente utiliza más capital y menos mano de obra, generando así la existencia previa de un grupo exportador nacional que se incorpora al mercado mundial al comenzar a perder control del sector.
Hasta 1895 frente a la inexistencia de una clase social dirigente, organizada y consciente de su rol, el ejército tomará el poder y se comprometerá a una permanente disputa de caudillos. Esto poco a poco ayudará a debilitar el poder central y permitirá el desarrollo del caciquismo serrano (el proveniente de la sierra). En contra posición, la oligarquía no solo centrará su control en el Estado sino que lo diversificará en posesiones mineras, petroleras y bancos. Pero al no contar con programa político alguno no dejará sumar otras clases al poder. Cierto es que tampoco le interesa a éste sector dominante formar un grupo de intelectuales que ayuden en su dominación, pues no era aquella una clase dirigente sino una dependiente del capital imperialista.
Lo característico de este gobierno de pocos, en relación al resto de la sociedad es la carencia de un sustrato cultural general, con esto se quiere significar entre otras cosas que el idioma no era común. Los oligarcas se expresaban en español (algunos además conocían la lengua inglesa y francesa por sus posibilidades de formarse en otros países) mientras las clases populares eran en su mayoría indígenas. De alguna manera puede en este momento comenzar a entenderse el por qué del dominio de este tipo de gobierno, sumado a la heterogeneidad de las clases populares y la marginalidad de las grandes masas, donde la persistente exclusión de los analfabetos en la vida politica es un claro ejemplo. En Brasil en el mismo marco temporal, el orden social poscolonial imperante es hasta 1889 la monarquía constitucional. La característica que se destaca en este régimen es la que combina y prevalece vigente en la constitución que data desde 1824, proclamando principios liberales, derechos y garantías individuales junto con un fuerte poder central.
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