Docentes Del Futuro
Enviado por concepcion681208 • 26 de Agosto de 2013 • 1.095 Palabras (5 Páginas) • 370 Visitas
Una reflexión desde la óptica de un maestro en servicio
Por Maestra Concepción Morales Sánchez, docente de la ENSFEP y IMM.
Correo electrónico: cone010298hotmail.com
Línea temática: Docentes del futuro o el futuro de los docentes
Resumen
Este trabajo está dividido en dos apartados, el primero tiene la intensión de analizar el papel que ha jugado en diferente momentos el docente bajo las condiciones que se presentan dentro de un contexto social, la manera en que las diferentes políticas le han pedido servirles a la sociedad y la manera en que su trabajo ha dejado a personas preparadas para enfrentar el presente y ver a hacia delante; en el segundo apartado reconocer que para el futuro no solo es el trabajo del docente sino de todo los elementos que intervienen en la sociedad ya que elemento debe cumplir con su respectiva responsabilidad.
“En este nuevo mundo, de entre todas las tareas que son profesionales o aspiran a serlo, la enseñanza es la única a la que se le ha encargado la tarea formidable de crear capacidades y destrezas que permitirán que las sociedades sobrevivan y tengan éxito en la edad de la información”. (Hargreaves)
Un recorrido general de cómo los docentes dejaron huella
En nuestro país a lo largo de su historia reconocemos que la figura del docente ha sido necesaria, al conceptualizarlo podemos utilizar referentes como tlatuani, profesor, docente, maestro, instructor, facilitador y otros, sin embargo, ellos dejaron huella en su tiempo y que se refleja en nuestro presente (sin querer el futuro).
A pesar de que cada uno de ellos haya usado su metodología, ya sea tradicional o siguiendo un modelo de las teorías de auge, formaron personajes que participaron en el contexto sociocultural de nuestro país. Por lo cual mi reflexión inicia con la manera como se reflejó en ciertos momentos, el papel del docente, de acuerdo con algunos autores:
Como lo plantea Hargreaves (1999) podemos decir que en el principio: El buen maestro era “el verdadero maestro” que se entregaba a su oficio demostraba lealtad y recibía una satisfacción personal al servir "sin trepidar en el costo". En este momento, los maestros eran prácticamente aficionados: todo lo que se les pedía era que "aplicaran las directrices provenientes de sus superiores con más experiencia". No se le pedía una gran preparación y eran más autónomos.
Para otro momento, se da una transición donde el autor Beeby (1966) la denomina la etapa del formalismo. En esta etapa se introduce la pedagogía que se entrega través de los sistemas de formación docente. El profesor recibe instrucciones sobre cómo diseñar clases, cómo traducir objetivos conductuales en actividades de enseñanza y evaluar en relación a esos objetivos. Estas tareas las asume con cierto grado de autonomía en el marco usual de su experiencia.
Para Guthrie (1990) estos esquemas representan más bien un conjunto de actividades de capacitación que tienen como objeto "vender" reformas; por ello, el docente asume la gran responsabilidad en la organización de su enseñanza. Es evidente que la mayoría de los docentes no lograron superar la etapa "formalista" y en el aislamiento de sus aulas siguen enseñando como lo hicieron antes su propios profesores, aprendieron a "implementar", pero no a entender y hacer suyo lo que implementaban.
Las
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