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El Principe


Enviado por   •  16 de Julio de 2013  •  1.463 Palabras (6 Páginas)  •  304 Visitas

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Para conocer el espíritu de un pueblo es necesario ser príncipe, y para ser príncipe es necesario pertenecer al pueblo. Todas las formas de gobierno y todos los territorios en los que han sido nominados los hombres han ejercido su autoridad por medio de una república o un principado.

Los principados suelen ser hereditarios o adquiridos. Se tiene como enemigos a cuantos has ofendido al ocupar el principado y pierdes a los amigos que te ayudaron a adquirirlo, a los hombres hay que vencerlos o con los hechos o con las palabras.

En la siguiente parte yo no encontré una manera de hacer una síntesis así que explicare lo que entendí, Maquiavelo nos habla de que debemos esperar lo peor de las personas que estaban con nosotros, Quien se convierte en dueño de una ciudad acostumbrada a vivir libre y no la destroza cuenta con ser destrozado por ella, porque esta siempre tiene por refugio en la rebelión, el nombre de la libertad y sus antiguas leyes, las cuales nunca se perderán ni por lo dilatado del tiempo, ni por los beneficios del conquistador; y por mas que se haga y se provea, si no desunen o dispersan los habitantes no olvidaran aquel nombre ni aquellas leyes e incluso recurrirán a ellos.

En las repúblicas hay mayor valentía, mayor odio, mas deseo de venganza; ni deja ni puede dejar perder la memoria de la antigua libertad, y por lo tanto el más seguro camino consiste en disolverlas o habitar en ellas.

Examinando las acciones y vida de Moisés, Ciro, Teseo, Rómulo y otros dignos de admiración, no se verá que ellos tuvieran cosa alguna de la fortuna más que una ocasión propicia, que les facilito el medio de poder introducir nuevos Estados a la forma que les convenía, el valor de su ánimo se habría extinguido y sin este valor la ocasión se habría presentado en vano, por lo tanto hicieron a estos hombres felices y su excelente valor hizo que fuera conocida la ocasión gracias a la cual su patria fue ennoblecida y consiguió la prosperidad. No hay cosa más difícil de tratar, ni más dudosa de conseguir, ni más peligrosa de manejar, que convertirse en jefe para introducir nuevos estatutos. Siempre que los enemigos tienen ocasión de atacar, lo hacen por el espíritu de partido, mientras que los otros se defienden tibiamente, de modo que un príncipe peligra con ellos.

Todos los profetas armados vencen, y los desarmados pierden, la naturaleza de los pueblos es variable, resulta fácil persuadirles de una cosa, pero es difícil mantenerlos en creencia. Conviene estar preparados de manera que, cuando ya no crean, se las pueda hacer creer a la fuerza.

Los estados que surgen de repente, que nacen y crecen con prontitud, no pueden tener las raíces y adherencias necesarias, de modo que el primer choque de la adversidad los arruina.

Asegurarse de los enemigos, ganarse amigos, vencer por la fuerza o con engaños, hacerse amar y temer por los pueblos, seguir y respetar por los soldados, ser severo y agradable, magnánimo y liberal, suprimir la tropa infiel conservar la amistad del rey y los príncipes de modo que tengan que beneficiarle con gracia u ofenderle con respeto. Los hombres ofenden por miedo o por odio.

Después nos dice los extremos a los que nos puede llevar el poder; matar, traicionar; no se puede llamar valor a matar a sus ciudadanos, traicionar a los amigos y carecer de fe, de humanidad y de religión, estos medios pueden llevar a adquirir el imperio pero no la gloria. Para conquistar a un estado y a sus ciudadanos es necesario tranquilizar a los hombres y ganárselos haciendo el bien.

En toda ciudad se encuentran dos inclinaciones distintas: el pueblo desea no ser dominado ni oprimido por los grandes, y los grandes desean dominar y oprimir al pueblo; de estos nace en las ciudades uno de los siguientes tres efectos: o un principado o libertad o anarquía. Cuando los tres grandes ven que no puede resistir al pueblo, comienzan a crear una gran reputación a uno de ellos, y le convierten en un príncipe; el pueblo viendo que no se puede resistir a los grandes apoya también a uno de ellos y lo nombra príncipe, para que con su autoridad le defienda. El que llega al principado con la ayuda de los grandes mantiene con más dificultad que el que llega con la ayuda del pueblo. El fin del pueblo

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