La Escuela Infantil
Enviado por almixita • 13 de Julio de 2014 • 1.952 Palabras (8 Páginas) • 294 Visitas
“Desarrollo, aprendizaje y evaluación en la escuela infantil”. Entrevista con Francesco Tonucci .
1. ¿Qué es lo que los niños deben obtener en la escuela infantil?
Si nos pusiéramos de acuerdo sobre esta cuestión, se podría también plantear correctamente el problema de la evaluación o de la valoración, como prefiero llamarle.
Todos sabemos que durante los primeros años de la vida tiene lugar en el niño un esfuerzo evolutivo de una dimensión tal que no tendrá igual en toda su vida posterior. Es en estos años cuando se construyen los fundamentos en que se apoyará todo el desarrollo, cognitivo, social, afectivo de toda la vida. En estos primeros años el niño deberá entrar en el sentido de la temporalidad, comprender lo espacial, extender sus relaciones, desenvolver sus afectos, delinear su carácter, dar nacimiento a su curiosidad. Si estos fundamentos no se construyen en los primeros años, difícilmente se podrán desenvolver después las competencias previstas por la educación familiar, por las normas sociales o por los programas escolares. En comparación con esta tarea prodigiosa que el niño realiza en los primeros años de su vida, casi sin darse cuenta y sin que lo perciban los adultos que le rodean, todos los aprendizajes futuros, por importantes que sean deben considerarse de un significado y esfuerzo menores. Aprender a leer y escribir sería banal si todo aquello que lo sustenta como prerrequisito o como motivación está débilmente fundado.
Lo que he dicho, si es cierto, implica que el enorme esfuerzo infantil requiere de condiciones familiares y ambientales favorables y eso significa afecto, alimento suficiente, higiene, riqueza de estímulos. La realidad nos dice que muchos niños en nuestros países carecen de estas garantías mínimas y que el desarrollo que deberíamos promover durante sus primeros años está en riesgo. Es por esto que los servicios públicos a la cabeza de éstos la escuela deben hacerse cargo de proporcionar a los niños las bases culturales necesarias para el desenvolvimiento fundamental de su personalidad.
La escuela infantil, que interviene en el período crítico de los 3 a los 6 años, tiene una tarea mucho más importante en comparación con las que asumirá sucesivamente el sistema escolar, desde la primaria hasta la universidad. Sería verdaderamente demencial que estos tres años fundamentales vinieran a dedicarse a preparar los aprendizajes posteriores con actividades de preescritura, prelectura y precálculo, mismas que en los hechos consisten en acostumbrar a los niños a sostener el lápiz en la mano, a rellenar formas sin salirse de los bordes, a permanecer sentados largos ratos, a escuchar sin molestar, etcétera.
Por el contrario, deberían identificarse aprendizajes mucho más de fondo, en la base. De manera que a la pregunta inicial yo respondería; en la escuela infantil los niños deberían aprender a estar juntos, a convivir con sus compañeros, a compartir experiencias y emociones, a expresarse por medio del lenguaje que cada uno prefiera, a observar la realidad, a asombrarse frente a las cosas nuevas, a buscar respuestas, a escuchar, a trabajar juntos. Se trata de poner a cada uno en situación de decir lo que piensa de cada cosa que se discute, en la certeza de que cada uno piensa algo y de que vale la pena que todos lo sepan.
En el campo de las ciencias, por ejemplo, la escuela deberá permitir al niño el contacto con la naturaleza y con los objetos biológicos, hoy de hecho prohibido, impedido, vedado por el desarrollo inhumano de la ciudad. A partir de estas experiencias, el niño aprenderá a observar-escuchar, a formular las primeras hipótesis, a contrastarlas con las de los otros, a arriesgarse a las primeras teorías, a reconocerlas superadas, etcétera.
Es sobre esas cosas, si es que somos capaces, que podríamos empeñarnos en valorar o evaluar. Pero ésta sería una valoración sobre la escuela, sobre los maestros, sobre los instrumentos que hemos escogido y ofrecido, sobre los ambientes que hemos creado y para verificar si todo eso ha sido suficiente para obtener el cumplimiento de todos esos objetivos por todos los niños. Si no hemos obtenido éxito, somos nosotros quienes debemos encontrar mejores soluciones, sin descargar la responsabilidad sobre la voluntad y disposición de los niños ni sobre la disposición de las familias.
2. El sentido de la evaluación
¿Quién tiene el valor para evaluar la creatividad de un niño? ¿Quién lo tiene para medir la capacidad del niño de sentir afecto por sus amigos o demostrar interés en un juego?
Un amigo italiano me contaba que durante una reunión con las madres y los padres, la maestra de la escuela infantil a que asiste su hijo de 5 años le informó que el pequeño estaba “retrasado” en dibujo. ¿Qué significa esta frase? ¿Qué significa estar “retrasado” en dibujo? O por el contrario ¿qué significa estar “adelantado” en dibujo? Serían valoraciones razonables si tuviésemos un modelo de aquello que debería ser el dibujo infantil a los 3, a los 4, o los 5 años, pero tal cosa no es posible. Deberíamos rechazar con decisión una valoración del dibujo infantil que diga, por ejemplo, que el pequeño debe pasar en un cierto período de la representación frontal de la figura humana a una representación de perfil, o de la transparencia a la opacidad en la representación de las ropas, o del desorden y la sobreposición de figuras a la perspectiva en la representación del espacio. Es verdad que los niños transitan por estas maneras de representar gráficamente la realidad, pero es muy difícil sostener que esto deba suceder en un periodo predecible y que deba ocurrir así necesariamente.
Muchos grandes pintores han desechado los rasgos de perfil o la perspectiva, buscando otros caminos en la representación de la realidad. ¿Deberían por eso ser valorados negativamente en dibujo? Sabemos que cuando los niños dibujan no están interesados tanto en la realidad tal como ésta es “mirada” sino sobre todo en la realidad así como él la percibe. Y, por tanto, ¿qué es lo que significaría evaluar? ¿Es
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