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El Hombre En Busca De Sentido


Enviado por   •  14 de Julio de 2015  •  1.750 Palabras (7 Páginas)  •  138 Visitas

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El hombre en busca de sentido relata su propia historia que implicó una época en campos de concentración. Él es un psiquiatra que alrededor de 1940 es perseguido por soldados nazis debido a su raza y creencias. Esto le hace caer y padecer el sufrimiento de los campos de concentración. Toda la experiencia vivida durante esos años le da la suficiente sapiencia para poder explicar cómo un hombre puede sobrevivir condiciones extremas e infrahumanas. Él decide estudiar el comportamiento tanto suyo como de sus compañeros en dicha situación, lo cual le lleva a desarrolla una teoría psicológica llamada logoterapia.

Explicaré a continuación cómo es el proceso que según el explica los hombres siguen durante este periodo extremo, procuraré que el resumen esté más ligado al aspecto psicológico por el cual pasaban las personas, que a la vivencia personal del autor y a las crueldades, y bien conocidas, que se manifestaban en los ya mencionados lugares. Dicho proceso se divide en tres fases, en las que la persona sufre cambios radicales y hasta cierto punto comprensibles.

La primera fase implica el internamiento en el campo, la característica principal aquí es el shock que presenta el individuo. La persona no sabe a dónde se dirige ni las circunstancias por las que tendrá que pasar. En un principio hay un estado de “ilusión del indulto” donde el prisionero imagina que por obra de magia o algún milagro todo esto pasará, se desvanecerá y él saldrá invicto. Los hombres pasaban por una primera examinación donde un capo de la SS o les permitía seguir viviendo o los mandaba directamente a la muerte. Dicho procedimiento se hacía en base a las características físicas del examinado. Los pocos que lograban superar esa etapa debían de despojarse de todas sus pertenencias, rasurarse todo el cuerpo y pasar a una sala de desinfección. De todo lo mencionado parecía que lo que más daño generaba en la persona era la pérdida de aquellas cosas materiales que implicaban un valor sentimental. Sin duda, a partir de ese momento los hombres dejaban su identidad atrás para convertirse en un número más de un amplia lista.

Las ilusiones que aún algunos de los prisioneros albergaban se iban debilitando conforme su persona perdía individualidad y su vida sentido. Por supuesto que los hombres en este estado primero cobraron un humor macabro y hasta sádico, pero posteriormente se vieron invadidos por un sentimiento de curiosidad, un tanto morbosa. El hecho más difícil de enfrentar era el contacto directo con la muerte y su posible aparición en la vida de cada uno de ellos. Lo cual, sin duda, comenzó a despertar la desesperación y la contemplación de una idea suicida. Esto lo justifica Frankl diciendo “Ante una situación anormal, la reacción anormal constituye una conducta normal.”

La segunda fase es la vida en el campo, que por supuesto se caracteriza por la apatía. El hombre que vive con el sufrimiento tan de cerca y a flor de piel no puede más que volverse indiferente ante las circunstancias. Los hombres se encargaban de ponerse una coraza que les impidiese desarrollar un sentimentalismo. Tal era la única vía de sobrevivir a las crueldades de las que eran testigos. Lo que más dañaba al hombre en dichas circunstancias no eran los golpes que le proferían, sino el insulto de no ser más que un número, de haber dejado de ser una persona con dignidad a ser ahora un animal más en un rebaño que no merecía ninguna clase de consideración. Existían algunas vías mediante las cueles algunos hombres fuertes de espíritu lograban abandonar la situación y sentir algún tipo de goce aunque fuese temporal.

Una de estas salidas eran los sueños, cuando dormían los prisioneros podían experimentar por unos momentos lo que es la vida fuera del campo y despertar con la satisfacción de aquel momento “vivido”, aunque la realidad les abofeteará de nuevo. El hambre hacía la reclusión aún más insoportable, puesto que los trabajos eran arduos, la ropa escasa en un clima de intenso frío y las jornadas interminables. El hambre no sólo lograba irritar a todos los prisioneros sino que también los debilitaba causándoles enfermedades y convirtiéndolos en cadáveres vivientes. Es por demás decir que el deseo sexual por lo general no estaba presente.

Otra salidas que los prisioneros llegaban a emplear era el individualismo y la huida al interior, es decir, a pesar de las circunstancias se albergaban en sí mismos y procuraban evadir la realidad. Algo sin duda importante es que los hombres fuertes de espíritu vivían y soportaban más el campo que los hombres fornidos pero débiles de espíritu. La salida más importante se lograba por medio del amor, ya sea hacia un ser todopoderoso o hacia un ser amado, esto implicaba una razón de ser, el hombre encontraba ahí su sentido. Llegaban momento de optimismo donde se llegaban hasta a admirar los paisajes y otros de humorismo que alejaban un poco a la mente de la realidad en la que vivía.

La soledad era algo que los hombres pedían sin duda, cada quien esperaba ese momento para estar consigo mismo y comprender la situación que está viviendo, pero muy pocas eran las oportunidades

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