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Es posible pensar otra escuela


Enviado por   •  17 de Julio de 2014  •  Ensayo  •  1.816 Palabras (8 Páginas)  •  315 Visitas

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¿Es posible pensar otra escuela?*

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* Publicado originalmente en Planteamientos

en Educación, «Conocimiento y cultura

», Vol. 3 No. 1, Escuela Pedagógica Experimental,

Santafé de Bogotá, julio 1998.

¿Es posible pensar otra escuela?

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Con frecuencia se escuchan críticas al sistema educativo, a la

institución escolar y a lo que hacen los maestros. La transformación

de la escuela es, incluso, una perspectiva deseable de acuerdo

con disposiciones y previsiones explícitas de la Ley General de la

Educación que manifiesta beneplácito por la innovación cuando afirma

que «el gobierno nacional establecerá estímulos e incentivos para

la investigación y las innovaciones educativas...» (art. 73).

Por otra parte, diversos investigadores, educadores y no educadores

plantean con frecuencia propuestas alternativas acerca de lo que debería

ser la escuela. Otro tanto se escucha de los productores de

insumos para la educación, por ejemplo de los textos o de los laboratorios,

que los presentan como avances significativos para hacer una

mejor escuela.

En este artículo queremos plantear, en una primera parte, que la escuela

tal y como es ahora es una institución sustentada científicamente

que, en general, ha sido exitosa en su gestión y, finalmente, que

corresponde a lo que la sociedad espera de ella. En la segunda parte,

se adelantará un planteamiento crítico acerca de los fundamentos de

la escuela, para terminar en la tercera con una discusión muy preliminar

sobre las posibilidades de innovación.

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Caracterización general

La escuela está organizada fundamentalmente en torno al conocimiento

(en nuestra sociedad en torno al conocimiento denominado

científico) y sobre tal opción es difícil disentir. ¿Cómo contradecir los

discursos usuales, que expresan que el mayor recurso de una nación

es el conocimiento? Pero, además, más allá de la retórica, debemos

reconocer que vivimos cotidianamente la importancia del conoci miento,

que concretado en objetos de la tecnología inunda y transforma permanentemente

la cotidianidad; por otra parte, los recursos naturales

se han ido remplazando por resultados del conocimiento (véase por

ejemplo la incursión de las fibras ópticas frente a la producción de

cobre y las investigaciones sorprendentes que se están adelantando

sobre nuevos materiales).

Y, cuando se discute acerca de cómo acceder al conocimiento en la

escuela, nos asalta otra angustia que nos remite al resultado de comparar

la velocidad de producción de nuevos resultados científicos con

la lentitud con que aprendemos en la escuela los conocimientos que

ya están disponibles. En nuestro medio esta angustia es acrecentada

en cuanto se constata permanentemente que la distancia que separa

a nuestro país de los grandes productores de conocimientos es cada

día mayor.

En alguna medida, es el resultado de esta angustia lo que ha conducido

a justificar e incentivar la investigación sobre cómo concebir (y

organizar) la escuela sobre bases derivadas de la ciencia, esto es, se

plantea como una necesidad urgente apoyar la actividad escolar (de

maestros, niños, directivos y padres de familia) en los resultados de la

investigación científica. Se trata de establecer desde la ciencia cómo

aprenden los niños, qué piensan y cómo es su interés por lo que los

rodea, y, a la par, determinar si es posible clasificar y ordenar los

conocimientos que deben ser aprendidos para acelerar su aprendizaje.

En efecto, si se consideran los procesos de enseñanza y aprendi9

zaje como situaciones de comunicación, entonces, la propuesta es

estudiar las posibilidades de aplicar al fenómeno escolar los resultados

de la investigación científica en la teoría de la comunicación; si

se piensa que la clase puede concebirse como un sistema abierto,

se tratará de establecer entonces los criterios de control y autorregulación,

de equifinalidad, etc., que lo caracterizan. Aparecen entonces

modelos de clase y de escuela inspirados en el procesamiento

de la información, en la interacción social, en los procesos de producción

en la ciencia: modelos inductivos, modelos reconstructivos,

desarrollistas, etc. El resultado de estas intenciones es la escuela

que tenemos que, como lo hemos señalado, está fundamentada científicamente.

Por otra parte, los padres de familia (representantes, en la escuela, de

la cultura, de la sociedad) usualmente encuentran en la escuela lo que

están buscando y cuando tienen dudas, centradas, por ejemplo, en

alguna situación de intolerancia en las relaciones interpersonales o en

la falta de compromiso de un maestro, o en el que no se aprende en

las clases lo que los padres creen que los niños deben aprender, sus

quejas se remiten a circunstancias accidentales que se resuelven cambiando

al maestro, transformando alguna práctica o, incluso, comprendiendo

la situación. Por lo demás, y este es el punto interesante

para nosotros en este momento, las quejas no se refieren a la escuela

como institución, a sus fundamentos, sino al funcionamiento de ciertas

piezas del engranaje, aspecto que puede corregirse fácilmente.

Entre tanto, la sociedad vive satisfecha con su escuela (con su institución

escolar). Y no es para menos: los avances científicos y tecnológicos

que nos sobrecogen son el resultado de la escuela, de esta escuela

que es idéntica, aquí en Colombia, a la que existe en Alemania

o en Francia o en los Estados Unidos, en sus aspectos determinantes:

la existencia de programas curriculares y de horarios en la organización

escolar, de reglamentos estudiantiles, de textos y de prácticas de

evaluación, entre otras. Es más, muchos de los textos escolares son

idénticos en diferentes países, los laboratorios que se suelen producir,

en países como el nuestro, son copias de los de los países más avanza-

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dos, de manera que los montajes “emblemáticos” que demuestran las

leyes o muestran sus aplicaciones recorren los laboratorios escolares

de todos

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