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Las Prácticas Pedagógicas En Las Escuelas: ¿Libertad O Dominación?


Enviado por   •  17 de Junio de 2014  •  1.446 Palabras (6 Páginas)  •  224 Visitas

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Las prácticas pedagógicas en las escuelas: ¿Libertad o dominación?

La naturaleza del hombre es ser libre y querer serlo.

Pero también su naturaleza es tal que, de una forma

natural, se inclina hacia donde lo lleva su educación.

(Boétie)

Volviendo un poco la mirada a hace 100 años aproximadamente, no era común ver a los niños y jóvenes asistir a un lugar donde les impartían clases. Es a partir de la modernidad que éstos comienzan a ser considerados como personas que hay que civilizar, y se piensa a la infancia como una categoría social a la que hay que educar, proteger y disciplinar; es así, como surgieron las escuelas. La educación escolar pasa a ser masiva y obligatoria, y adquiere diversas funciones: económica, disciplinaria, moralizadora, de alfabetización y de promoción individual. Todas intentaban convertir al joven en un adulto ciudadano y trabajador capaz de comportarse.

Según Durkheim, “La educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre las que todavía no están maduras para la vida social. Tiene por objeto suscitar y desarrollar en el niño cierto número de estados físicos, intelectuales y morales que exigen de él la sociedad política en su conjunto y el medio especial al que está particularmente destinado”. La escuela tiene el fin de proporcionar conocimientos, desarrollar habilidades y actitudes que preparen a las personas para asumir responsablemente las tareas de la participación social, les permitan aprender por cuenta propia y tener flexibilidad para adaptarse a un mundo en permanente transformación que garantice la atención a las necesidades de diferentes grupos en diversos espacios y situaciones, que sea incluyente. Es decir, una educación que propicie la equidad, independientemente del medio en que vivan.

La influencia de la escuela es necesaria porque infunde un progreso autónomo al niño, quien va tendiendo al propio desarrollo. Así, tanto la ayuda desde fuera, como el desarrollo interior de sus propias capacidades y la superación de sus limitaciones. Esta es una posición idealista de lo que debe ser la escuela, pues se refiere a un espacio donde se preparan personas para ser incorporadas a la sociedad, a la cultura, pero al mismo tiempo educado en valores como el respeto, ciudadanía y democracia.

En nuestro país empezamos la primera década del siglo XXI debatiéndonos entre una educación para la autonomía y el ejercicio de la disciplina y la libertad y una escuela para la heteronomía y la obediencia que parece ser la que sigue orientando las prácticas educativas y pedagógicas actuales. Es decir, no hemos construido una educación moderna para formar a las generaciones presentes para la autonomía y la libertad y, por consiguiente, hemos fallado en la construcción de una sociedad moderna, con instituciones modernas y un estado moderno.

Al ingresar a la escuela los alumnos deben realizar ciertas prácticas rutinarias que dan inicio a las actividades del día: saludar a las autoridades, izar la bandera, formar fila ordenadamente, permanecer en silencio y escuchar atentamente las palabras del profesor, entre otras. Si algún alumno va en contra de éstas serán amonestados. Para Baudelot, “Las prácticas escolares y su ritual son entonces un aspecto esencial del proceso de inculcación ideológica, deberes, disciplina, castigos y recompensas tras su aparente función educativa y técnica, aseguran la función esencial pero oculta de realizar en la escuela…”

Para Foucault, “La disposición en serie de las actividades sucesivas permite toda una fiscalización del poder: posibilidad de un control detallado y de una intervención puntual en cada momento del tiempo”. El objetivo del poder disciplinario ha sido lograr que el individuo sea moldeable, adaptable, obediente, mediante la vigilancia y la sanción de las desvia¬ciones que sufre el alumno, para poder llevar a cabo un control minucioso que permita corregir el error o la desviación. En definitiva, el poder disciplinario hace y constituye “cuerpos sometidos e instrumentalizados”. Y eso “incrementa las fuerzas del cuerpo en términos económicos de utilidad y disminuye estas fuerzas en términos políticos de obediencia” (Foucault, 1979:130. En: Ball, 1993:160).

El poder disciplinario procura la manipulación de los seres humanos infundiéndoles pautas de conducta sumisa tales como las descritas anteriormente. Para Paulo Freire (1970), el problema reside en la formación de la conciencia de los educandos, concebida como un acto de depositar, de transferir, de transmitir valores y conocimiento. Aquí el “saber”, el conocimiento, se entiende como una donación de aquellos que se juzgan sabios a los que se juzgan

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