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Liderazgo Educativo


Enviado por   •  6 de Julio de 2012  •  6.896 Palabras (28 Páginas)  •  750 Visitas

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3.-ESTILO DE LIDERAZGO APLICADO EN AULA

Cuando nos ubicamos como docente comúnmente nos imaginamos como aquel maestro que nos ha dejado una onda huellas en nuestra trayectoria académica, que se ha formado como un modelo a seguir. Pero lamentablemente a veces nuestra práctica docente dista mucho de ese pensamiento.

A veces pasamos por alto que al elegir se docente debemos tomar en cuenta:

a) Nuestra personalidad y con especial atención cómo expresamos nuestros sus sentimientos e ideas.

b) La estructura del grupo a que impartimos clases, dado que no es aconsejable aplicar tácticas democráticas allí donde existe una tradición autoritaria; por lo menos, durante el periodo inicial de la relación líder-grupo. Recordando que cada grupo es diferente porque sus características y necesidades lo son.

c) Tener presente la tarea que se tiene entre manos, en la medida que la realización de la misma requiera o no de consenso.

d) La situación por la que el grupo atraviesa, expresada en condiciones de emergencia que eventualmente parezcan requerir de acciones muy rápidas, tales como las situaciones de desastre. En las situaciones de un desastre natural, sería más recomendable un líder autoritario en un inicio para designar tareas que den solución al problema.

e) El tamaño del grupo, en grupos pequeños un líder democrático permite tomar decisiones llegando a un consenso. En grupos numerosos la presencia de un líder autoritario puede facilitar dicho proceso.

Como habremos visto el tipo de liderazgo aplicado en aula depende de situaciones y características especiales del grupo, así como de nuestra personalidad.

En razón a lo anterior, no es recomendable la aplicación permanente y rígida de un sólo estilo de liderazgo a lo largo de toda la existencia del grupo. Es preferible adaptar el mismo a las demandas de la personalidad, la estructura del grupo, la tarea, la situación y el tamaño del grupo.

Por lo que es necesario que el docente pueda:

• Expresar con franqueza sus ideas y sentimientos.

• Estar dispuesto a recibir ideas y sentimientos nuevos, es decir, permitir y alentar la recepción de nuevos datos acerca de sí mismo y de otros.

• Correr riesgos y experimentos con su propia conducta.

• La forma de dirigir un grupo influye poderosamente no sólo en su funcionamiento sino también en la calidad del aprendizaje.

• Generar las condiciones para crear un clima cordial de aceptación, exento de amenazas, que permita a los alumnos expresar libremente sus dudas e ignorancias y hacer las preguntas que consideren necesarias.

• Generar la colaboración en la ejecución de la tarea, teniendo como característica principal la ayuda mutua y la cabal comprensión del propósito.

Es por ello que debemos erradicar la idea de que el trabajo docente sólo consiste en transmitir únicamente el contenido del curso y no motivar; reflexionemos que cuando la transmisión de las asignaturas genera desinterés en los alumnos están desinteresados, no logran sus propósitos. Hawley (1983), sugiere que podría emplearse mucho más tiempo para motivar a los alumnos, y que si están bien motivados aprenden más aprisa que aquellos desmotivados y para ello se requiere una buena dirección y que el docente goce de una credibilidad y liderazgo al interior del aula.

De otro lado, considerando la importancia de la motivación del docente es un proceso que conduce a experiencias en las cuales puede ocurrir el aprendizaje; energiza y activa a los alumnos y los mantiene en la dirección correcta. Así pues, el liderazgo emanado en la motivación en el aula afecta tanto al aprendizaje como la conducta de los alumnos y estimula a aprender más. Y además una buena forma para evitar problemas de conducta es involucrar a los alumnos en el aprendizaje.

El docente no solo forma la sociedad del mañana, sino también a quien a de dirigirla, por lo tanto, es de vital importancia que nuestra práctica pedagógica considere los aspectos anteriores, que no haga ser mejores modelos de académicos y de vida. Recordemos que al optar por un estilo de liderazgo optamos por un estilo de sociedad, por un tipo de futuro ciudadano, por una forma futura de decidir y solucionar los problemas, por una forma de cambio, por el compromiso y solidaridad. Por ello nuestra función como líderes educativos es mucho más trascendental que la de cualquier otro líder organizacional.

4.-EL LIDERAZGO NUESTRAS VIDAS

Ubicar al liderazgo en nuestra vida personal implica hablar de la familia, un grupo que como la empresa o la escuela también posee roles y que en ella nos toca de igual manera adoptar y optar por uno de ellos. El liderazgo es y conforma parte de nuestra personalidad, en razón de que es la manera en que asumimos los retos, los encaramos y solucionamos; y que cada situación, escenarios y grupo determinarán la manera en que nos tocará decidir o asumir.

El estudiar el liderazgo en sus diversas formas: lectura, exposiciones, comentarios y experiencias nos hace comprender la importancia de nuestras acciones en cualquier escenario, la importancia de nuestro rol y quizás más reflexionar nuestras decisiones.

Entender las características de nuestros liderazgos no hará más consientes de nuestra personalidad, nuestras actitudes y habilidades.

CONCLUSIÓN

El profesor no sólo se debe limitar a ejercer funciones en un aula, sino que debe ser consciente que su labor puede extenderse a otros ámbitos de su entorno. Todo profesor está llamado a cumplir con una misión especial, y es la de ser líderes en el campo educativo en que se desenvuelve.

La influencia es el resultado de una interacción en la cual una persona cambia algún aspecto de su conducta en la dirección intentada por la otra. A diferencia del poder que se refiere a la fuerza que motiva el cambio. Es así como el profesor tiene la capacidad de influenciar y ejercer poder en sus alumnos, en forma positiva y compartida para el desarrollo de éstos como persona. Dicho de otra manera, el rol de profesor implica el ejercicio de un liderazgo, en la medida que como educador puede generar cambios en su interacción con su grupo de alumnos, padres de familia, colegas o con miembros de su comunidad.

El perfil del docente que debe actuar eficazmente como promotor dentro del ámbito de la comunidad educativa y de la comunidad circundante en general requiere reunir algunas de las siguientes cualidades:

Primero: La posesión de un estado de equilibrio y madurez psíquica que le permita enfrentarse adecuadamente a los diversos problemas

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