Mi Formación Docente
Enviado por enriquepatron • 19 de Agosto de 2013 • 1.740 Palabras (7 Páginas) • 242 Visitas
“SE APRENDE A SER MAESTRO POR ENSAYO Y POR ERROR”
Que mejor que esta frase de José M. Esteve del texto “La aventura de ser maestro” para ilustrar la importancia de que realicemos las jornadas de observación y práctica docente, teniendo como finalidad el que vayamos adquiriendo experiencias positivas y negativas que nos ayuden a crecer como materia docente. Por tanto hemos de reconocer su verdadero valor dentro del currículum de la educación normal. El presente trabajo intenta dar una visión global y a la vez específica de algunos aspectos importantes dentro de la labor docente: Las tareas y habilidades del profesor al trabajar con los niños del grupo así como los retos que implica el trabajo docente.
El maestro en formación se enfrenta a situaciones que le permiten poner en práctica sus conocimientos, pero también la aportan las experiencias necesarias para que se desarrolle como persona y como profesional, como bien menciona Sylvia Schmelkes en su texto La modernización educativa:
Actividades que permitan al maestro en formación, en forma graduada, observar y analizar; proponer y desarrollar; reflexionar a partir de lo hecho; generar hacia el final de su proceso de formación una hipótesis de trabajo -un modelo pedagógico hipotético- que el maestro pondrá a prueba durante su ejercicio profesional.
Estos periodos de práctica van brindando nuevas estrategias de enseñanza-aprendizaje, y formando poco a poco la identidad profesional de cada uno de los maestros en formación, que siendo aun novatos en el mundo de la educación; tienen una perspectiva clara, planean con detalle sus intervenciones y no desean perder ningún aspecto antes de entrar al aula, pero en ocasiones las cosas no son tan sencillas; citemos a la autora Andrea Trubbo en su relato “Estos cuentos no son una truchada”:
Familiarizarlos con la escritura y la lectura, poniéndolos en contacto con ellas. Trabajar en un mutuo intercambio donde los “como puedas”, “como te salga”, “te ayudo” fueran el constante estímulo para el aprendizaje. Pero me encontré con un grupo de 31 chicos inquietos, revoltosos, algunos con ganas de aprender y otros, la mayoría, que sólo jugaba, se golpeaban y corrían todo el tiempo. Mis expectativas y la realidad no coincidían, pero decidí que el proyecto merecía el intento de llevarlo a cabo.
Claro está que un aula es impredecible cuando no se está con ella por un periodo de tiempo específico; por tanto a los profesores con intervenciones cortas que sólo hacen presencia por algunos días, les es aun más complicado adaptarse y tomar decisiones del proceso de enseñanza aprendizaje de sus alumnos. Ahora bien una comparación entre dos citas de un diario de práctica:
PRIMERA JORNADA SEGUNDA JORNADA
De nuevo quise organizar el trabajo por equipos, esta vez conformados por afinidad, la estrategia del candadito funcionó en lo que se formaban estos, todos estaban atentos, hasta que comenzaron a discutir qué equipo ganaría la competencia, se perdió el control del grupo y el titular intervino, después de ello pusieron atención, les llamó la atención la manita de participación, pero fue un distractor más, ahora peleaban por quién tendría ésta. El grupo se mostró participativo, e interesado con el material y las actividades que les presenté, tanto que logré que lo realizaran por parejas, eso es un gran avance.
El diseño del material didáctico para utilizar, es una herramienta esencial que nos ayuda a encontrar y recibir una respuesta positiva en el grupo.
Como se puede observar, en ambas jornadas hubo preparación de material que se consideró adecuado para que los niños lograrán conectarse al trabajo; sin embargo no se obtuvieron los mismos resultados, en un inicio pudo ser que sucedió tal como lo menciona la autora (VER CITA 2) existían otras ideas de lo que sucedería; pero el hecho de que las situaciones del aula no permitieran una buena intervención, es un referente para que se estudie más sobre estrategias de control y dinámicas de clase porque realmente vale la pena lograr algo con los niños durante esos lapsos cortos de tiempo que estamos con ellos. Aquí aparece el “Momento pedagógico” que es el instante en el que el profesor debe de dar una respuesta inmediata a los sucesos que se presentan en el aula, pero actuando de tal forma que se busque solucionarlos positivamente.
Por ello la persona que se sitúa frente a un grupo de niños debe adquirir el rol que le pertenece: el del docente; pero esto no implica que debe mostrar actitudes de control, y rechazo ante el trabajo y el actuar de los alumnos; por el contrario debe ser facilitador del proceso de enseñanza-aprendizaje, y actuar pedagógicamente; es decir siendo un guía, un respaldo y un conductor de sus alumnos hacia el logro de objetivos claros.
Mediante las experiencias vividas a lo largo de los semestres, he reconocido que el rol del profesor está determinado en gran medida por las actitudes y las posibilidades de los niños a los que atiende. Por ello es necesario considerar que para lograr mantener una relación o una conexión con los educandos es necesario avanzar en el proceso de las habilidades de la comunicación en las que hace mucho énfasis el autor Joan Dean, que a continuación citaré:
La capacidad de establecer buenas relaciones con los niños es un requisito esencial de la buena comunicación y enseñanza. (…) La comunicación
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