ORIENTACION EDUCATIVA: UNA PROPUESTA CURRICULAR
Enviado por mariovall64 • 17 de Abril de 2013 • 5.399 Palabras (22 Páginas) • 645 Visitas
PROPUESTA CURRICULAR:
MAESTRÍA EN ORIENTACIÓN EDUCATIVA
INTRODUCCIÓN
(I)
La educación pública del país en el concierto de la historia de hoy, sin lugar a dudas, se encuentra enmarcada todavía en el proceso de modernización de la educación básica y que a partir de 1993 ha dado pauta a una serie de acuerdos, documentos, proyectos y programas con el propósito claro de elevar la calidad de la educación. En el 2006, con la reforma de la educación secundaria, la tónica sigue siendo en ese mismo tenor: “proporcionar una educación de calidad en la que el alumno tenga acceso a oportunidades para adquirir y desarrollar los conocimientos, las habilidades, los valores y las competencias básicas para seguir aprendiendo”. (PLAN DE ESTUDIOS DE SECUNDARIA, 2006).
Una cosa es clara: la reforma de 1993 planteó una formación general del alumno consistente en el desarrollo de habilidades y competencias básicas para seguir aprendiendo; impulsó programas para apoyar la actualización de los maestros; realizó acciones de mejoramiento de la gestión escolar y del equipamiento audiovisual y bibliográfico. Sin embargo, estas acciones no han sido suficientes para superar los retos que implica elevar la calidad de la educación; la reforma del 2006 ha pretendido consolidar esos retos en la educación secundaria.
Derivada de los dos párrafos anteriores surge la primera interrogante: ¿Cómo debe comprenderse el concepto de la calidad educativa en la escuela secundaria? Para la presente propuesta curricular Pablo Latapí (TIEMPO MEXICANO II, 1996) da respuesta a esa pregunta al afirmar que la educación de calidad es la que forma un hábito razonable de autoexigencia. Resulta obvio señalar que muchas escuelas públicas no cuentan con circunstancias favorables para desarrollar dicho hábito de autoexigencia, siendo esa precisamente la tarea de la política educativa: procurar que sea posible la transmisión de estándares de excelencia y el impulso hacia la autoexigencia, aún en condiciones desfavorables (pobreza, marginación, profesores de escasa formación…).
“Usar el termino calidad en el ámbito educativo podría ser legítimo si significara mejoramiento. Educar siempre ha implicado crecimiento, desarrollo de capacidades, maduración; el proceso corresponde al impulso innato por llegar a ser algo más. Una buena educación, una educación de calidad será, en lo esencial, la que deje una huella de razonable autoexigencia”.
Aunque el problema de la educación secundaria es un problema muy complejo y en el cual concurren, en mayor o menor medida, los diversos elementos del Sistema Educativo Nacional, la propuesta curricular “Maestría en Orientación Educativa” ha determinado poner en un espacio de estudio dos de ellos: la práctica docente del profesor de educación secundaria y la actualización y capacitación del magisterio en ejercicio. Se hace imperativo un docente capaz de ejercer en su ámbito cotidiano la intervención de la orientación educativa como un proceso coadyuvante de la calidad educativa.
Así pues, resulta evidente una propuesta curricular encaminada hacia este reto: actualizar y capacitar al profesor de educación secundaria a través de programas formativos con el objetivo que le permita desarrollar una práctica docente de calidad para mejorar los aprendizajes reales de todos los alumnos en función de las necesidades y expectativas vigentes, como bien lo señala Sylvia Schmelkes (HACIA UNA NUEVA CALIDAD DE NUESTRAS ESCUELAS, 1995).
“La calidad que estamos buscando como resultado de la educación básica debe entenderse claramente como su capacidad de proporcionar a los alumnos el dominio de los códigos culturales básicos, las capacidades para la participación democrática y ciudadana, el desarrollo de la capacidad para resolver problemas y seguir aprendiendo, y el desarrollo de valores y actitudes acordes con una sociedad que desea una vida de calidad para todos sus habitantes”.
En este marco de apreciaciones iniciales y teóricas planteado hasta ahora se desenvuelve el profesor de educación secundaria. Si se hiciera un examen muy general sobre el perfil del profesor se podría aseverar la falta de definición del mismo. El profesor en su práctica cotidiana parece un complejo histórico sin definición: hoy no se puede concebir su figura como aquella de la Escuela Rural Mexicana, comprometida con su tiempo y con un espíritu revolucionario y transformalista; tampoco se conceptualiza como aquel apóstol de la Educción Socialista en tiempos de Lázaro Cárdenas; está, desde luego, apartado de ser el ciudadano patriota y nacionalista al servicio del Estado delineado por Torres Bodet; no es tampoco el profesionista perfilado por la teoría de la Modernización Educativa de Guevara Niebla; la reforma del 2006 y la Alianza por la Calidad de la Educación (2008) lo pretenden guiar hacia la profesionalización, como sinónimo de competencia y de calidad… y aún falta tiempo. El profesor de hoy, se reitera, no ha encontrado su definición.
De 1993 hasta la actualidad han transcurrido poco menos de 15 años en los que la lucha sistemática por definir la función del profesor de educación secundaria ha sido la voluntad de la política educativa mediante la implementación de cursos de actualización y capacitación permanentes. La realidad es clara y tajante: la educación pública no ha logrado los propósitos de calidad emanados a partir del ’93 y, muy por el contrario, ha reducido sus índices de aprovechamiento. Baste retomar la estadística y algunos indicadores insertados en la página Web de la Secretaría de Educación Pública (SEP) para comprender la magnitud del problema de la educación y su bajo rendimiento:
31,662 escuelas primarias y secundarias públicas (3,370,859 alumnos) del país tienen un rendimiento escolar considerado como crítico.
Es decir, más del 50% de los alumnos de estas escuelas obtuvieron resultados calificados como insuficientes en la prueba ENLACE 2007.
14,634 escuelas primarias (= 751,600 alumnos) son escuelas de bajo rendimiento
17,028 escuelas secundarias (= 2,619,259 alumnos) son escuelas de bajo rendimiento.
¿Qué ha fallado? ¿No será que el discurso de la política educativa sexenio tras sexenio ha sido una moda de modernidad y calidad convertida en membrete y amparada en el mimetismo? ¿Acaso no será que el argumento de la estadística educativa en cuestión de aprovechamiento escolar es propio de la anarquía y la mediocridad por la que se desenvuelven los elementos del Sistema Educativo Nacional?
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