Lecturas De Secundaria
Enviado por omarmoreno10 • 5 de Julio de 2014 • 5.131 Palabras (21 Páginas) • 287 Visitas
LA BELLADONA Y LA FLOR
Hace mucho tiempo, vivía junto a unos grandes bosques de Nicaragua una tribu poderosa y fuerte.
Su jefe era un guerrero llamado Kuma. Una noche Kuma oyó unos ruidos extraños, salió de su tienda y encontró una pequeña niña hambrienta y casi desnuda. Kuma sintió mucha lástima y decidió hacerse cargo de ella
para criarla con sus hijos.
Pasaron los años y la niña se hizo mayor. Se convirtió en una muchacha muy bella y todos los hijos de Kuma querían tomarla por esposa. Decidieron combatir entre ellos. De este modo, el que resultara ganador del combate, se casaría con ella.
El padre, al enterarse de todo esto, para evitar que sus hijos se pelearan, decidió matar a la joven. Y así lo intentó. La muchacha quedó en el bosque malherida. Cuando recobró el conocimiento empezó a caminar y, para refugiarse, se escondió en el cáliz de una flor.
De esta forma nació la belladona, una de las flores más hermosas que pueblan los bosques de Nicaragua.
Los hijos de Kuma decidieron salir en su busca. Después de dar vueltas por los alrededores, vieron una bella flor que cerraba sus grandes pétalos cuando los hijos de Kuma se acercaban a ella. En ese momento, de forma mágica, los hijos de Kuma se convirtieron en siete ágiles mariposas que comenzaron a dar vueltas alrededor de la flor.
El BAILE DE LA CALLE
Frode era un niño pequeño que estaba un día afilando un palo en la calle, cuando pasó por allí otro niño mayor que él que se llamaba Simme - ¿Qué hace un niño tan pequeño como tú en la calle?- Preguntó Simme. - Aquí estoy, afilando un palo – dijo Frode.
- Pues vaya aburrimiento, si quieres te puede enseñar el truco del baile de la calle.
- ¿No será peligroso?- preguntó Frode.
- No, no, nada de eso; solamente hay que pararse en la calle y señalar al cielo.
Frode y Simme se pusieron en la acera, muy quietos, mirando hacia arriba y señalando al cielo.
Al poco tiempo, una señora, que paseaba con su perro, pasó al lado de los niños y empezó a mirar hacia arriba. Al rato pasó un señor y también se paró a mirar. Después se fueron sumando otras personas y, en pocos minutos, toda la acera se llenó de gente que miraba al cielo.
Unos ciclistas también pararon a mirar. Luego un coche, y al poco rato, otros tres coches más.
En ese momento, Simme susurró a Frode:
- Ven, vámonos de aquí.
Al rato ya no se podía andar por la calle, toda estaba llena de gente que miraba al cielo. había gran ruido de timbres, gritos y bocinas de coches…
Frode y Simme se partían de risa viendo aquel tremendo lío que se había preparado.
- ¿Has visto?- dijo Simme- Este es el truco del baile de la calle. Otro día te enseñaré más trucos.
- Gracias, me gustaría mucho,- dijo Frode- ¡ha sido muy divertido!
EL HOMBRE QUE PERDIÓ SU TIEMPO
trabajando hasta que se ocultaba el Sol. Luego, volvía a casa con su
familia y, aunque eran muy pobres, él se sentía feliz.
Una mañana, antes de salir para el campo, sus hijos le pidieron que
volviera antes para ir a la fiesta de los farolillos. Wang-Chih trabajó toda la
mañana en el campo y a la hora de comer se metió en una cueva para
protegerse del Sol. En la cueva había dos ancianos jugando al ajedrez y
Wang-Chih se quedó un rato mirando cómo jugaban. Al rato, observó que las
barbas de los En un pequeño pueblo de Japón vivió hace mucho tiempo un pobre
campesino llamado Wang-Chih con su mujer y sus dos hijos.
Todas las mañanas, al salir el Sol, Wang-Chih se iba a su parcela y
estaba ancianos habían crecido hasta el suelo; esto ocurría porque
dentro de la cueva una hora de tiempo era igual que cincuenta años fuera.
Cuando Wang-Chih volvió a su casa, el pequeño pueblo se había
convertido en una gran ciudad y en el lugar de su casa había un gran palacio.
Wang-Chih preguntó por su familia, le contestaron que la mujer y los hijos
de un campesino que se fue al campo y no volvió habían muerto pobres y
tristes hacía muchos años.
Wang-Chih regresó a la cueva y le pidió por favor a los viejos que le
ayudaran a volver a su tiempo. Ellos le contestaron que tenía que ir hasta la
Luna y, una vez allí, beber el elixir de la vida que guarda la liebre blanca de
la Luna.
Wang-Chih viajó hasta la Luna y le pidió a la liebre que lo devolviera a
su tiempo, porque aunque ahora el pueblo era más grande, próspero y rico,
ya no estaba allí su familia y él no era feliz.
La liebre le concedió el deseo y Wang-Chih volvió a su pequeño pueblo
con su mujer y sus hijos.
LA NINFA ECO
El Olimpo era el lugar donde vivían los dioses
griegos. Allí el dios Zeus gobernaba y dirigía la vida de los
demás dioses, de los héroes y de las ninfas. Las ninfas eran
mujeres que tenían cualidades casi divinas. Eco era una
hermosa ninfa que, además de ser inteligente y educada,
hablaba muy bien y contaba estupendas historias. A Hera,
la esposa de Zeus, y por tanto la reina de todos los dioses,
le encantaba hablar con la ninfa Eco, y las dos se pasaban
las horas muertas charlando.
Pero, en una ocasión, Eco, si querer, ofendió a la reina. Ésta, que era cruel y
despiadada, sin pensarlo dos veces, ideó un extraño y duro castigo para la inocente
ninfa: la condenó a no poder hablar cuando quisiera, a estar callada a no ser que
alguien la hablase, y en ese caso, repetiría, como si fuera un loro, los últimos
sonidos que escuchara.
Así, Eco, antes tan alegre y llena de vida, ahora resultaba aburrida y todo el
mundo se alejaba de ella nada más verla.
Un día, cuando Eco vagaba por un bosque triste y afligida, un bello joven,
llamado Narciso, la vio pasar y quedó prendado de su hermosura. Quiso hablar con
ella, pero Eco sólo repetía las últimas palabras que decía el joven:
- ¿Quién eres, muchacha? ¿Qué haces aquí?
- Aquí, aquí, aquí... – contestó Eco sin remedio.
- Sí, aquí, pero ¿quién eres? – volvió a preguntar Narciso.
- Eres, eres, eres... - replicó la ninfa.
- Yo me llamo Narciso, ¿y tú?
- Tú, tú, tú...
Narciso volvió a hablarle y Eco repetía e imitaba sus palabras, su tono de
voz... Ofendido, porque creía que se estaba burlando de él, se alejó molesto y
dolido y dejó a la pobre ninfa hecha un mar de lágrimas.
Finalmente, Eco se quedó sin amigos, sin ilusiones, sin compañía; y
...