Cartas A Quien Pretende Enseñar
Enviado por abiieuribe • 22 de Septiembre de 2013 • 4.518 Palabras (19 Páginas) • 290 Visitas
Introducción
Este libro esta dirigido expresamente a los maestros —no a los
educadores de adultos que trabajan en la periferia del aparato escolar sino a los educadores
de niños que enseñan todos los días en las aulas— y que lo haga en estos términos
—no apuntándolos con el dedo, ni siquiera solidarizándose con ellos desde afuera, sino
interpelándolos desde un "nosotros" en el que Freire se incluye
habla de temas que han acompañado de manera permanente y recurrente la trayectoria, la obra
y la búsqueda de Freire la inseguridad y el miedo, la opción
por el magisterio, las cualidades del buen educador, el primer día de clases, la
relación entre educadores y educandos, la diferencia entre hablar al educando y
hablar con él, los vínculos entre identidad cultural y educación así como entre
contexto concreto y contexto teórico, el tema crítico de la disciplina. los maestros y sus organizaciones han dejado erosionar su propia formación y capacitación permanente como un derecho y como una condición fundamental de su ejercicio y valoración profesionales y estrechez de las reivindicaciones sindicales, los no-maestros y sus organizaciones izan la consigna de la "(re) valorización" de los maestros, despojándola hasta donde es posible de sus implicaciones económicas (valorización expresada entre otros en salarios y calidad de vida dignos) y sesgándola hacia sus determinantes sociales y afectivos (respeto, legitimidad, reconocimiento, aprecio, gratificación, autorrealización, autoestima).
Fraire ofrece tratar ambos temas (des) profesionalización y (des)valorización.
Este libro fue escrito en portugués por ese motivo no se le puso el nombre original que es “tia” los niños les llaman asi a los maestros por eso fue que mejor se le puso el nombre de cartas a quien pretende enseñar.
Cartas a quien pretende enseñar
ROSA MARÍA TORRES
Intolerablemente bajos y malos son los salarios, la calidad de vida, la autoestima, la
valoración social, las condiciones de enseñanza, las oportunidades de formación y
perfeccionamiento, el reconocimiento y la investigación del problema, y los presupuestos
destinados a resolverlo para tornar mínimamente viables los ambiciosos objetivos y metas
planteados en el discurso educativo de este último decenio del siglo
En realidad, la educación que algunos avizoran como la educación del siglo XXI —televisión, video,
computadoras y aparatos de todo tipo, modalidades a distancia, autodidactismo,
enseñanza individualizada, aprendizaje programado, paquetes multimedia— tal parecería
no incluir a los maestros y tener reservado para ellos, por el contrario, un proyecto de
extinción.
Las realidades son contundentes y se expresan en escala mundial: pauperización y
proletarización de los maestros, nivel educativo precario de amplios sectores del
magisterio en servicio (incluyendo pobres niveles de alfabetización y educación básica),
reducción de la matrícula y bajas expectativas y motivación de los aspirantes al
magisterio (ser maestro o maestra como último recurso), ausentismo marcado,
abandono de la profesión, creciente incorporación de maestros empíricos o
legos, pérdida de identidad y legitimidad social del oficio docente, falta de
oportunidades de avance y superación personal, huelgas y paros cada vez más
violentos, frecuentes y prolongados
los maestros perciben como problema: no hay dinero para incrementar los salarios;
los maestros tienen de todos modos un horario holgado y trabajan poco; los incrementos
salariales (y la capacitación misma) no han traído consigo los esperados mejores
resultados de aprendizaje de los alumnos una de las maneras de reducir costos es aumentar el número de
alumnos por aula, bajo el entendido de que, desde la perspectiva de los alumnos y de sus
rendimientos de aprendizaje, no hace diferencia si el grupo es numeroso o numerosísimo
(da lo mismo —nos dicen— 30 que 50 u 80 alumnos en una clase).
Políticas y estrategias que hablan de protagonismo, profesionalización,
autonomía docentes, pero que continúan de hecho profundizando el perfil
subordinado y subvalorado del oficio docente, condenando a los maestros a la
enajenación y a la mediocridad, a ser ciudadanos de segunda,
implementadores de currículos y textos escolares, facilitadores de aprendizajes
en cuya definición y orientación no participan ni tienen control los maestros y sus
organizaciones van dejado erosionar su propia formación y capacitación permanente
como un derecho y como una condición fundamental de su ejercicio y valoración
profesionales.
Maestra- tía:* la trampa
hacer, escribir, leer, pensamiento, lenguaje, realidad, experimento la solidaridad entre
estos diversos momentos, la total imposibilidad de separarlos, de victimizarlos.
Si bien esto no significa que después de pensar, o mientras pienso, debo escribir
automáticamente, significa sin embargo que al pensar guardo en mi cuerpo consciente y
hablante la posibilidad de escribir, de la misma manera que al escribir continúo
pensando y repensando tanto lo que se está pensando, como lo ya pensado.
Ésta es una de las violencias que realiza el analfabetismo, la de castrar el cuerpo
consciente y hablante de mujeres y de hombres prohibiéndoles leer y escribir, con lo
que se limitan en la capacidad de, leyendo el mundo, escribir sobre su lectura, y al
hacerlo repensar su propia lectura se constituye en un obstáculo para asumir la plena ciudadanía. Y las mutila
porque, en las culturas letradas, impide a analfabetos y analfabetas contemplar el
ciclo de las relaciones entre lenguaje, pensamiento y realidad al cerrar las puertas, en esas relaciones, al lado necesario del lenguaje escrito el enseñar, aprender, leer, escribir, estudiar.
En el fondo estudiar, en su significado más profundo, abarca todas esas
operaciones solidarias la intención en este texto es mostrar que
la tarea del docente, que también es aprendiz, es placentera y a la vez exigente.
Exige seriedad, preparación científica, preparación física, emocional, afectiva. Es
una tarea que requiere, de quien se compromete con ella, un gusto especial de
querer bien, no sólo a los otros sino al propio proceso que ella implica. Es
imposible enseñar sin ese coraje
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