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LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA FUERA DEL AULA


Enviado por   •  11 de Enero de 2013  •  5.047 Palabras (21 Páginas)  •  538 Visitas

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LA HISTORIA FUERA DEL AULA., por Joan Santacana

Historia dentro y fuera de las aulas

La mayor parte de las historias se desarrollan realmente fuera de las aulas; en las aulas tan solo se intenta reproducirlas, comprenderlas o explicarlas. Y es evidente que hay muchas formas de contar la Historia. Sin embargo, si quisiéramos hacer una división simple de estas formas, diríamos que hay una historia académica, que se estudia en las aulas y otra que no lo es tanto y que, en realidad se aprende fuera de las aulas; estas dos formulas para relatar el pasado se suelen asociar a diversos grados de rigor científico en el relato: se da por supuesto que la historia académica es la historia rigurosa, la que emana de la investigación, la que se asocia al conocimiento, mientras que las otras formas de relatar la Historia se asocian al ocio, al entretenimiento, al puro placer intelectual; en el fondo se trata de una historia para diletantes pensada para el consumo; en todo caso siempre se da por supuesto que la primera historia es la “verdadera”, mientras que la segunda, al ser menos rigurosa, contiene una buena proporción de mitos.

La historia la conocemos a través de productos culturales

La historia que se genera en las aulas, en especial en las aulas de la enseñanza reglada, en las etapas de la educación obligatoria se transmite fundamentalmente mediante manuales, libros de texto o similares. Se genera en las editoriales o bien en los seminarios de determinados centros educativos. También en las universidades se genera este tipo de historia. Afecta ciertamente a menos numero de personas; es leída y consumida de forma endogámica por por propios autores e investigadores que la producen y es volcada en todo tipo de soportes académicos, desde materiales on line, a apuntes, libros de texto o revistas especializadas. En todo caso, las formulas mediante las cuales llega esta historia a los usuarios, pasan siempre por las industrias culturales (editoriales, plataformas digitales, revistas especializadas, etc)

La historia que no se genera en las aulas, ¿dónde se genera? Sabemos que es la de los mas media; es la que se visualiza en las producciones cinematográficas, en los series y reportajes de las televisiones, en los denominados “canales de Historia”, en la literatura, a través de los subgéneros de la novela histórica” y también en presentaciones de videojuegos y similares. También existe una prensa de divulgación histórica, que se presenta bajo formulas diversas, mas o menos serias, dirigidas a todos los públicos o profesionales del sector. Por lo tanto, la historia que se aprende fuera de las aulas tiene unos orígenes muy diversos que se enlazan con diversas industrias culturales. Consumimos esta historia en muchas ocasiones: oyendo la radio, viendo la televisión, yendo al cine o al teatro, leyendo los suplementos de los periódicos o acudiendo al quiosco a comprar determinadas revistas.

De hecho, estamos rodeados por industrias culturales cuya base es precisamente la Historia. Sin embargo, entre las múltiples fórmulas que existen para generar productos culturales de base histórica, hay uno muy importante que es precisamente el patrimonio arqueológico, histórico, arquitectónico y cultural, tangible e intangible. Y el patrimonio al que estamos haciendo alusión se consume mediante formulas muy vinculadas al turismo cultural. Estos tipos de historia generan también relatos a los que accedemos cada vez que visitamos una ciudad, contenedora de patrimonio, o un monumento o un resto del pasado. En realidad las ciudades y los pueblos constituyen museos al aire libre que permiten, si se dispone de los instrumentos mentales suficientes para descodificarlas, aprender mucho sobre lo que ocurrió en el pasado. Las ciudades en las cuales nos movemos suelen ser escenarios de la historia, desde la más remota a la más reciente. Si sólo nos centráramos en la historia europea no cabe la menor duda que centros urbanos tales como Atenas, Roma, Florencia, Nápoles, Madrid, Lisboa, Berlín, Paris, Londres o Estambul han sido auténticos escenarios del pasado; y de estos escenarios no quedan ya los actores pero nos restan una buena parte de los decorados. Y estos decorados en forma de edificios, palacios iglesias, plazas, museos y otros elementos patrimoniales, son contenedores de información histórica.

Naturalmente el patrimonio histórico no se reduce a los monumentos urbanos, a pesar de su gran importancia, sino que existe un patrimonio fuera de ellas que es igualmente muy significativo. Estos escenario son los campos de batalla que van desde la costa de Alalia a la batalla del Maret, en Túnez; ahí está Calatañazor, los Arapiles, Waterloo, y otras muchas. Estos escenarios sangrientos son también patrimonio y en ocasiones los visitamos para comprender qué ocurrió; y que decir toda la arqueología industrial que nos remite a estas sociedades de finales del siglo XVIII, cuando Europa se transformó en la fábrica del Mundo. ¿Cómo comprender este pasado sin contemplar los restos de las chimeneas, de los barrios obreros, de las naves industriales, de las máquinas de tres o de los buques a vapor?

Este patrimonio es un libro abierto a la historia que tiene muchas lecturas; puede leerse en muchas claves: e clave emotiva, cuando evoca sucesos que afectan a nuestro mundo de emociones y sentimientos; en clave lúdica, cuando las utilizamos como escenario para nuestro ocio; en clave científica, cuando las analizamos buscando información para comprender que ocurrió o porque ocurrió[1].

Sin embargo, la historia de que se enseña o que se puede aprender mediante el patrimonio suele ser una historia que utiliza canales muy diferentes de los de la historia académica; también en este caso existe una industria cultural detrás, pero en muchísimas ocasiones es una industria de turismo cultural.

Aburrimiento e historia académica

No vamos a discutir aquí sobre la historia académica, la de las aulas. Solo apuntar que, hoy, en general, la historia académica, la que impartimos en las aulas, genera aburrimiento entre los estudiantes, pero no porque la historia sea aburrida; como decía Moreno Freginals, “la historia es la vida ¿Cómo puede ser aburrida la Vida? ¡Los aburridos somos los historiadores!” O los profesores de Historia… La historia académica tiene un formato muy concreto: sus contenidos, a menudo fuertemente influidos por las realidades políticas del presente –no podría ser de otra forma- o por los objetivos de un determinado gabinete de gobierno, constituyen un listado de conceptos mas o menos útiles a algún segmento social. El control de esta historia académica, la que se enseña, siempre ha sido un objetivo de cualquier tipo de poder político, y habitualmente

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