El nivel de madurez para el aprendizaje de la lectura-escritura.
Enviado por Natalia Galván • 25 de Septiembre de 2016 • Apuntes • 1.755 Palabras (8 Páginas) • 464 Visitas
El nivel de madurez para el aprendizaje de la lectura-escritura.
En el ambiente educativo con frecuencia se utilizan los términos crecimiento y desarrollo, peo en muchos casos no se establece la adecuada diferencia entre ellos y comúnmente se usan en forma indiscriminada o como sinónimos.
En general, por crecimiento debe entenderse todo cambio de tipo físico que afecta a lo cuantitativo. En cambio, el desarrollo apunta a lo funcional y tiene tendencias cualitativas. Por otra parte, la vida humana en su aspecto referido al crecimiento, tiene un concepto fásico (véase “El estímulo de los intereses” pág. 32); por ejemplo, Se dice que la infancia Dura aproximadamente de cero a 12 años. Ahora bien, al considerar e desarrollo de la misma vida humana, se hace alusión a las principales tendencias psíquicas (necesidades, intereses) o fisiológicas (maduración sexual), etc., que caracterizan q cada fase y sus respectivos periodos.
El crecimiento es, en primer lugar, continuó, pero a pesar de esto puede ser más rápido en determinados momentos. Por ejemplo, El Niño en su primer año de vida crece en estatura más rápidamente que en cualquier otro periodo subsecuente de un año de duración. Es fácil observar que en condiciones normales de cuidado y alimentación, el ser humano crecerá en estatura y peso. En cambio, con el desarrollo no acontece lo mismo, pues está supeditado en principio a múltiples factores; por ejemplo, un niño afectado por una severa enfermedad en sus primeros años de vida, no desarrollará sus funciones mentales; el caso más característico es el del niño que padece encefalitis (crece físicamente, pero sus funciones psíquicas se destruyen). Al respecto Sánchez Hidalgo, E. (1979), afirma:
“Aunque las palabras desarrollo y crecimiento se pares en mucho, no significan lo mismo; crecimiento se refiere al aumento de tamaño y peso, mientras que desarrolló se aplica a los cambios de composición o complejidad. Los huesos por ejemplo crecen, en tamaño y peso, se desarrollan endureciéndose o cambian su naturaleza."
Determinación empírica de la edad
La legislación educativa de México determina la edad de 6 años como la indicada para ingresar a la escuela primaria.
Larroyo, F. (1960), señala, respeto a los pueblos clásicos, que en la educación ateniéndose "a la edad de 6 años eran confiados los niños a un pedagogo que los acompañaba de continuo y los conducía a la escuela".
Aunque no entraremos en reflexiones metódicas, conviene citar, acerca de la educación romana, lo siguiente: "El aprendizaje de la lectura se lleva a cabo por el procedimiento del deletreo, que ya Quintiliano criticaba justificadamente. La escritura se enseñaba haciendo copia al niño con un estilo en una tábula de cera..., etc. Todo esto, se aprendía de los siete a los 12 años."
Uno de los investigadores más serio del problema, el psicopedagogo Filho, L. (1961) dice:
“Se ha decretado que la edad de 6 años es la de la mayoría escolar. Por fuerza de una disposición legal, los niños de 7 años deben ser aptos para el trabajo en la escuela primaria y, por tanto, para el de la lectura y el trabajo en la escuela primaria y, por tanto, para el de la lectura y el de la escritura. Sólo él empirismo y las necesidades de la vida práctica, extrañas a la intimidad de la labor didáctica, han llevado a fijar por ley una edad. De modo general, Clara está que es acertado. Hay un elevado porcentaje de niños de 7 años que son aptos para la vida escolar. Son capaces de ir a la escuela y de volver a sus casa solos; atienden sus necesidades fisiológicas; poseen desenvolvimiento de lenguaje, variable por el medio social, que los torna capaces de manifestar interés por la cultura simbólica; reproducen con facilidad las palabras que se les dice; han trabajado relaciones con el lápiz, carbón o tiza, lo que les asegura desembarazo de coordinación visual-motora. Dibujan a su modo. Son capaces de recortar una figura. En esta edad, también, el coeficiente de egocentrismo normal del niño comienza a decrecer. Esto, a medias, no de manera absoluta. Las variaciones individuales son enormes. Particularmente, para las coordinaciones visual-motora y auditivo-motora de la palabra, importantísimas en el aprendizaje de la lectura y de la escritura, como en la capacidad de atención y fatigabilidad. La escuela no las ha respetado. Así como empíricamente no acepta niños de menos de 6 años, aunque sean perfectamente desenvueltos desde el punto de vista fisiopsicológico para el aprendizaje inicial, admite a los que no prestan todavía la madurez suficiente, por la sencilla razón de haber alcanzado la edad cronológica prefijada. Y hace más: reúne en una sola clase de maduros e inmaduros, a los capaces de aprendizaje A leer en 3 meses y a los que no lo lograrían ni en 3 años con tal régimen (...). Será preciso sustituido este criterio empírico por otro de mayor garantía científica que permita, de un lado, la apreciación rápida simple y eficiente de la capacidad de aprender el simbolismo de la lectura y escritura, y otro, la organización de las clases selectivas para la distinta velocidad en la enseñanza, con lo que se tenderá a la mayor economía de tiempo y de energía de los maestros y al consiguiente aumento de la producción útil total de la maquinaria escolar.”
Maduración y aprendizaje
Como se observa en el presente tema, el problema inicial de la tarea didáctica radica en logró un adecuado diagnóstico del escolar. Antes de abordar en forma detallada este aspecto. Conviene precisar algunas ideas básicas.
Por maduración, dice Sánchez Hidalgo, E. (1979), se entiende "el desenvolvimiento de rasgos heredados no provocados por el ejercicio ni por la experiencia del individuo. A pesar de que ambos factores pueden estimularlo". Por ejemplo, para que El Niño aprenda a andar se requiere en el cierto grado de maduración nerviosa y muscular; antes de que ésta se haya logrado, el efecto de la práctica en la actividad de andar, es nulo.
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