Metafísica De Descartes
Enviado por Engiqueen • 27 de Junio de 2014 • 1.810 Palabras (8 Páginas) • 312 Visitas
Las Meditaciones Metafísicas de Descartes.
Felipe Garrido Bernabeu
http://antesdelascenizas.com
1. La duda metódica
Para Descartes el conocimiento se asemeja a un edificio en el que unas verdades se sostienen sobre otras. Por ello es necesario encontrar una verdad que sirva de base y fundamento a todo el edificio. Esta primera verdad debe ser lo suficientemente sólida como para asegurar la estabilidad del resto. En este caso la ‘solidez’ significa evidencia.
Se trata, pues, de encontrar una verdad tan evidente que no pueda ser falsa.
En nuestra vida diaria aceptamos muchas opiniones que no son en absoluto evidentes, sin embargo en la vida diaria no estamos haciendo ciencia. Sin embargo, cuando subimos a un avión, por ejemplo, esperamos que el ingeniero no lo haya construido basándose en teorías científicas dudosas. Aceptar creencias dudosas en la vida diaria es algo inevitable, pero aceptarlas cuando estamos haciendo ciencia es una chapuza. El científico debe poner todos los medios a su alcance para evitar que se le 'cuelen' creencias falsas. Pero ¿cómo garantizar que las creencias que admitimos son verdaderas? El método que nos propone Descartes consiste, ante todo, en someter todas esas creencias a una duda implacable y sólo aceptar aquellas creencias que no puedan ser puestas en duda sin contradicción. Esta duda que nos propone Descartes es una duda metódica porque no se duda por dudar o por fastidiar, sino que se duda para encontrar alguna afirmación indudable y, por lo tanto, verdadera. El punto de partida del científico será, para Descartes, la duda metódica.
Hay que advertir que del hecho de que algo sea dudoso no se sigue que sea falso. Podría ser que aceptáramos una opinión dudosa y que resultara verdadera, la cuestión es que al aceptar tal opinión dudosa nos hemos arriesgado. En ciencia, sin embargo, no debemos, según Descartes, aceptar riesgo alguno, por ello las opiniones dudosas, aun pudiendo ser verdaderas, serán rechazadas sistemáticamente. Para Descartes, si no somos capaces de encontrar una afirmación indudable, tendríamos que admitir que no sabemos nada.
Hay que deshacerse, pues, de todas nuestras opiniones dudosas. Sin embargo parece
una tarea ciertamente difícil, si no imposible, hacer un listado de todas nuestras creencias para ir rechazándolas una por una. Por ello Descartes elabora una serie de argumentos para mostrar el carácter dudoso de todas nuestras creencias de forma general. En las
Meditaciones Metafísicas
Descartes propone tres argumentos:
1)La falibilidad de los sentidos. Según este argumento, debemos rechazar como si fueran falsas todas las creencias que procedan de nuestros sentidos. La razón es que no parece prudente confiar en quien nos ha engañado alguna vez, y nuestros sentidos nos engañan de vez en cuando. Dado que no queremos correr ningún riesgo a
la hora de decidir cuál es la verdad sobre la que edificamos la ciencia, lo mejor parece ser rechazar los sentidos como fuente de conocimiento. El rechazo de Descartes a fundamentar el conocimiento en los sentidos nos permite afirmar que Descartes no es un empirista. Los filósofos empiristas sostienen que la única fuente de conocimiento son los sentidos. De hecho es una idea bastante generalizada la de pensar que la ciencia se basa en los sentidos. Pero nada más lejos de la realidad. Para Descartes los sentidos no pueden en absoluto ser la base o el fundamento de la ciencia, eso sería edificar sobre arenas movedizas. ¿Cuál será entonces ese fundamento?
2) La dificultad para distinguir la vigilia del sueño. Aunque lo sentidos nos engañen a veces en cosas concretas, podríamos afirmar, sin embargo, que no nos engañan en cosas más generales como que estamos donde creemos estar ahora, por ejemplo.
Pero Descartes advierte que no hay en mi experiencia actual nada que pudiera estar soñando. Todo lo que me pasa estando despierto, me puede pasar estando dormido.
Por lo que tengo que concluir que no sé si estoy despierto o dormido y por lo tanto tampoco sé si estoy ahora aquí o estoy durmiendo en cama. De nuevo hay que advertir que Descartes no afirma que estemos durmiendo ahora, sino que si estuviéramos durmiendo, no podríamos saberlo, y por lo tanto debemos rechazar como si fueran falsas todas aquellas creencias cuya verdad dependa de que sepamos que estamos durmiendo o no.
3) La hipótesis del genio maligno. Sin embargo, aun estando durmiendo podríamos resolver una ecuación matemática, por ejemplo, y esta ecuación podría ser correcta independientemente de que estemos en un sueño o no. De modo que aunque durmamos todavía podemos afirmar que sabemos que dos y dos son cuatro o que la suma de los ángulos de un triángulo es 180º. Pero Descartes encuentra una endemoniada manera de poner en cuestión incluso esas afirmaciones tan aparentemente claras. Descartes imagina que podría existir un ser muy poderoso y malvado, un genio maligno, que se dedicara a engañarnos sistemáticamente en todo, de forma que, aun estando completa y absolutamente seguros de algo, pudiera ser que esa certeza fuera provocada en nosotros por dicho genio de forma falaz. Quizás al afirmar que dos y dos son cuatro y pensar que es una verdad completamente cierta, estamos siendo engañados por ese malvado genio. La hipótesis es descabellada, y nadie sensato creería en la existencia de ese genio pero... ¿podemos afirmar que no existe? Aun siendo muy, pero que muy improbable que exista, es, sin embargo, posible, y como no queremos correr riesgo alguno, tenemos que tener en cuenta esa posibilidad y dudar
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