TÉCNICAS DE INTEGRACION
Enviado por gabbcg • 30 de Junio de 2014 • 587 Palabras (3 Páginas) • 197 Visitas
¿Y para qué las técnicas de dinámica de
grupos?
Hace ya bastantes años, unos treinta y cinco,
más que menos, surgió en el mundo de la educación
el deseo de aplicar las experiencias de dinámica de
grupos, iniciadas en el ámbito de la empresa, para
conseguir una enseñanza más socializadora, más activa
y más participativa; en una palabra, más humanizadora.
Posiblemente, el aislacionismo social a raíz
de la facilidad de traslado (digamos «el fenómeno del
600», para entendernos) indujo a pedagogos y sociólogos
a intentar recuperar la dinámica viva de los
grupos naturales a través de métodos artificiales; en
especial, los «urbanitas» sintieron la necesidad de
agruparse en torno a centros distintos de los tradicionales
(vecinos, paisanos, familia, parroquia, barrio,
café, peña...); esta artificialidad pedía la implantación
de técnicas que ayudaran a la aproximación
de los componentes de los nuevos grupos humanos.
Los alumnos sólo se encontraban entre sí en la
escuela; ya no formaban grupos naturales en el barrio,
puesto que durante los fines de semana podían
ir a la sierra o a la playa o, simplemente, salían en el
coche familiar. La irrupción de la televisión en los
hogares agravó la microatomización de la sociedad.
Era necesario un esfuerzo suplementario en los distintos
movimientos juveniles a fin de recuperar
aquello que consideramos imprescindible para estructurar
un grupo humano coherente, como el conocimiento
mutuo, la confianza, la cooperación, la
organización grupal, el descubrimiento y ejercicio
de los roles sociales, etc.
Las técnicas de la dinámica de grupos facilitaron
esta labor entre los educadores profesionales y
también entre los educadores voluntariosos del
tiempo de ocio.
Los grupos «dinamizados» resultaban más
atractivos, más eficaces, más operativos... o incluso,
quizá, simplemente, más novedosos, más «progres».
En nuestros días, la generalización de los ordenadores
personales ha agravado la situación; todos
nos pasamos muchas horas al cabo del día delante
de nuestra pantalla. El automóvil permite aislarme
dentro de él, a pesar de encontrarme dentro
de una autopista superpoblada de otros automóviles;
lo mismo me ocurre con mi ordenador, aunque
esté conectado con todas las autopistas de la información
que quiera: el contacto con millones de personas
se establece desde mi aislamiento, encerrado
en mi torre de marfil; no puedo mirarles a los ojos ni
sacudirles amablemente la espalda ni pellizcarles socarronamente
la mejilla;
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