Caminando Juntos...
Enviado por Clottysburgos • 14 de Julio de 2013 • 1.958 Palabras (8 Páginas) • 379 Visitas
Caminamos juntos…
Prof. Burgos Claudia.
Introducción:
El presente trabajo intenta recuperar algunas preguntas nodales, ¿a qué llamamos educar/educación?
Hablar de educación en su etimología , es hablar de educare, que significa crear, nutrir o alimentar y exducere, que significa sacar, llevar o conducir desde adentro hacia afuera y como encauzamiento de las facultades que existen en el sujeto que se educa. Pero un concepto más general puede expresar que la educación consiste en el proceso de formación del hombre durante toda la vida, a partir de las influencias exteriores a que es sometido y por virtud de su voluntad. En este sentido, hablar de educación implica hablar del hombre capaz de ser nutrido, alimentado desde adentro hacia afuera y desde afuera hacia adentro a lo largo de toda la vida buscando el camino de la perfección. Tomando las palabras de Kant citado por Graciela Diker “educar es desarrollar la perfección inherente a la naturaleza humana. Únicamente por la educación el hombre puede llegar a ser hombre. No es sino lo que la educación le hace ser” (2004:225).
A su vez, la educación se transmite de generación en generación, ya que los que recién llegan deben ser formados, he aquí la definición clásica de Durkeim citada por Graciela Diker: “la educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre las que todavía no están maduras para la vida social. Tienen por objeto suscitar y desarrollar en el niño cierto número de estados físicos, intelectuales y morales, que exigen de él la sociedad política en su conjunto y el medio espacial al que está particularmente destinado” (2004:225). De aquí se desprenden las preguntas que guiarán este proceso ¿Quiénes son los que se ocupan de la educación? ¿Se habla de educación o de transmisión? ¿Hacia dónde va la educación? Preguntas que nos conectan con diversos problemas a pensar: la inmadurez de la cría sapiens y las distintas estrategias de enseñanza para que esa cría entre al mundo del adulto, las prácticas pedagógicas de quienes se ocupan de brindar esa educación, la forma escolar y la función del adulto y de la transmisión de la cultura.
Cría ¡entra al mundo!
La educación está en manos del adulto. El adulto es el que educa y ayuda a la cría sapiens a completarse. Ya que el hombre es la única criatura que ha de ser educada. El hombre es niño pequeño, educando y estudiante que tiene la necesidad de cuidados y de educación (comprendiendo a esta como disciplina e instrucción), a diferencia de los animales que no necesitan de cierta protección ya que estos lo son todo por sus instintos los que los hacen ser independientes capaz de sobrevivir al medio. Pero el hombre, incompleto, con “falta de ser”, necesita de un adulto que lo cuide, lo nutra, lo instruya y los discipline ya que esta última lo convierte en humano.
Los adultos que se ocupan de esta educación son los herederos de un trabajo sobre los otros. Son los que “moldean” la infancia intentando “transmitir el gusto por el saber” viendo a este niño inmediatamente como alumno. Meirieu plantea que el infante presenta incompletud, ya que presenta carencia, falta de palabra, imposibilidad de satisfacer sus necesidades, ausencia de autonomía. He aquí la figura del adulto que lo acompañe, que le transmita costumbres, experiencias, lo ayude entrar al mundo.
En palabras de Rousseau citado por Dubet “cada niño es una planta que hace falta ayudar a ganar empuje conforme a su naturaleza”, se considera aquí que el niño es una persona que debe desarrollar sus posibilidades y su autentica naturaleza ya que “carece de ser” y es en la institución escuela tomado como objeto de asedio pedagógico donde debe desarrollar ese potencial para llegar a “ser” pero a su vez medido en la obtención de logros como resultado de la educación.
El niño es quien necesita ayuda y le corresponde al adulto acompañar y transmitir costumbres, experiencias acumuladas. Educar al niño es “alimentarlo” lo mejor posible. De allí y retomando lo dicho anteriormente educar educare significa nutrir, alimentar, “guiar hacia”… en este sentido el niño pasa a ser alumno inmediatamente resignando su autonomía para posicionarse en un lugar de dependencia frente al adulto docente que decidirá para qué, qué y cómo introducirlo al mundo.
La educación existe porque caminamos juntos…
Siguiendo con la concepción de que la educación se transmite de generación en generación, ya que los que recién llegan deben ser formados, volvemos a re-afirmar que son las generaciones de adultos educadores los encargados de transmitir la cultura a un “ser incompleto”. Esta transmisión genera una relación recíproca de dependencia entre un “ser incompleto” y un “ser” en donde ambos deben caminar juntos. Es decir, ambos “seres” se necesitan ya que existe una persona no formada que necesita de un formador y el formador necesita de la legitimación y el reconocimiento de un no formado. Torodov frente a esto sostiene que “el profesor es confirmado en su sentimiento de existir por los alumnos que dependen de él” (2008:120) de esta manera el docente imprime una huella en el ser incompleto, una marca, una evidencia, lo que le otorga legitimidad al oficio. Dubet expone que el oficio de docente es una puesta a prueba personal, y sitúa a la subjetividad en un lugar prioritario respecto a lo que es el vínculo pedagógico. Sumado a esto, otro aspecto relevante es la vocación del docente, Abramowski sostiene que este término se aggiorna, se conecta con la noción de trabajo y se define como un plus, un rasgo distintivo del oficio docente. Pero, para que la educación suceda se necesita, además de la legitimación del rol del formador y el formado, lo afectivo que hace a este “caminar juntos”. En este sentido, Abramowski sostiene que la educación sin amor no sucede. Es apelando al amor que las transmisiones ocurren y los encuentros pedagógicos se consumen. Es un camino de la instrucción donde el docente ama, motiva y crea el camino para llegar al “ser incompleto”. Sennett expresa “la motivación importa más que el talento” (2009:23). En suma, lo afectivo y motivacional recobra un lugar omnipresente frente al declive de las instituciones y del rol.
Para finalizar este apartado,
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