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Emociones de los universitarios y sus efectos sobre el aprendizaje


Enviado por   •  31 de Enero de 2023  •  Ensayo  •  1.574 Palabras (7 Páginas)  •  214 Visitas

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Facultad de Ciencias de la Educación

Licenciatura en Ciencias de la Educación

U.A: Fundamentos de la Investigación Educativa

Grupo: 100-C

    ENSAYO: Emociones de los universitarios y sus efectos sobre el aprendizaje                  

“Lo que realmente importa para el éxito, el carácter, la felicidad y los logros vitales es un conjunto definido de habilidades sociales, no solo habilidades cognitivas, que son medidas por test convencionales de cociente intelectual” -Daniel Goleman

La educación es un proceso vital por el que pasa cualquier ser humano, desde que nace hasta que muere nunca deja de aprender; cuando una persona pasa por la etapa de la escuela es normal que pase por dificultades que a todos nos pueden ocurrir; en nuestra realidad podemos observar como cada día, en nuestro círculo social, familia, amigos, conocidos, etc. se preocupan más por nuestras calificaciones que por nuestro real desempeño. Actualmente se sigue pensando que tener un 10 es igual a excelencia, igual a que posees mucha inteligencia e igual a que lo tendrás todo en la vida, es por eso que hemos decidido abordar el tema de “Emociones de los estudiantes y sus efectos en el aprendizaje” ya que es algo de lo que no se suele hablar, pero, por el contrario, sucede más de lo que quisiéramos.

Las emociones que experimentan los seres humanos juegan un papel fundamental en la dinámica de todos los fenómenos sociales, nos informan, nos movilizan a la acción y nos permiten actuar de una manera más precisa. Somos seres sociales, por ende, las emociones facilitan la adaptación externa al medio cultural y contribuyen en la construcción de la identidad en el ámbito social.

No existen las emociones “buenas o malas” ni “positivas o negativas”, sino agradables o desagradables. Esto dependerá de la relación que tengamos con la emoción. Todas las emociones son válidas y tienen una función, sentir enojo, miedo, alegría o asco es algo tan natural como el respirar. El problema no está en no sentirlas, pues eso es imposible ya que no podemos negarlas ni ocultarlas, el problema radica en cuando nos dejamos llevar por estas mismas, cuando nos dejamos controlar, haciendo que nuestra vida diaria se vea completamente afectada y desordenada.

La educación juega un papel fundamental en todo este asunto. Bisquerra (2001, 2012), destaca que los currículos académicos del siglo XX se centraron principalmente en el desarrollo cognitivo, es decir en la adquisición de conocimientos, dejando de lado a las emociones; pero hoy sabemos que, para un buen y completo desarrollo de nuestros alumnos, ambas dimensiones son esenciales y complementarias. Las emociones se fundamentan en una compleja red de zonas cerebrales, muchas de las cuales están también implicadas en el aprendizaje. Algunas de estas regiones del cerebro son el córtex prefrontal, el hipocampo, la amígdala o el hipotálamo (Lang & Davis, 2006; Morgane, Galler & Mokler, 2005). Por tanto, se podría decir que cuando un estudiante adquiere nuevo conocimiento, la parte emocional y la cognitiva operan de forma interrelacionada en su cerebro.

Está comprobado que los estados emocionales desagradables, surgidos a partir de situaciones de miedo o estrés, propician una activación de la amígdala que deriva en una liberación de adrenalina, noradrenalina y glucocorticoides (cortisol). La presencia de estas hormonas provoca, a su vez, una serie de eventos corporales como el aumento de la tasa de pulsaciones y de transpiración. De esta manera, si bien es cierto que un nivel leve o moderado de estrés es esencial para una adaptación óptima que puede favorecer el rendimiento cognitivo, en la medida que se eleva el nivel general de alerta provocando situaciones de estrés intenso tienen un efecto nocivo sobre el aprendizaje y la memoria, bloqueando el proceso cognitivo, y pudiendo suponer, si el estrés se prolonga, el deterioro de las neuronas del hipocampo, estructura que resulta esencial para adquirir conocimiento.

Por el contrario, los estados emocionales agradables activan los llamados núcleos dopaminérgicos liberando dopamina que, a su vez, estimula, en los ganglios basales, la producción de neuropéptidos. De esta forma fortalece las sinapsis que estén activas en ese momento, favoreciendo el aprendizaje (Wise, Spinder, De Wit & Gerber, 1978; Wise, 1982). Es decir, parece claro que, en situaciones de bienestar emocional, aumenta la eficiencia del proceso cognitivo.

Según estudios de la UNAM, alrededor de 60% de los alumnos universitarios en México sufren de estrés relacionado con sus estudios. Los expertos en el tema identifican varios aspectos que intensifican el estrés académico, entre estos encontramos: la presión por tener éxito académico, la incertidumbre del campo laboral, la competitividad cada vez mayor y la saturación de contenidos y materias de los planes de estudios. Algunas consecuencias del estrés académico constante pueden ser: bajo rendimiento académico, falta de motivación para los estudios o actividades extracurriculares, enfermedades físicas (problemas estomacales, migrañas, infecciones, etc.), o mentales (ansiedad o depresión).

Otro problema muy común es la ansiedad, Los estudiantes universitarios presentan una mayor tasa de ansiedad en comparación a la población en general, pues no sólo se enfrentan al bombardeo de información académica, sino al de los medios de comunicación, a las exigencias sociales, perfección en su vida, de felicidad, entre otras cosas, explicó la Mtra. María Luisa Hinojosa, coordinadora del Programa de Desarrollo de Habilidades Emocionales y Prevención de la Universidad Iberoamericana.

“La universidad pone a prueba las competencias y habilidades durante el periodo de formación profesional en el que los estudiantes se ven sometidos continuamente a una gran carga de exigencia académica, trabajos y exámenes, así como a la adaptación de un nuevo ambiente social, la experimentación de problemas económicos y familiares e incluso el desarraigo de su lugar de origen, ya que cada vez más jóvenes dejan su ciudad natal y viajan a la capital del país para continuar su educación”, dijo Hinojosa.

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