LIDERAZGO
Enviado por ESRIN • 11 de Marzo de 2013 • 2.742 Palabras (11 Páginas) • 283 Visitas
1. Recomendaciones para lograr
que este libro sea realmente productivo
Diferentes instituciones pedagógicas a nivel mundial han manifestado su preocupación por la escasa asimilación que tienen los alumnos al asistir a una clase, en una conferencia o durante el estudio, en donde normalmente asimilan de 15 a 20% de la información transmitida o leída. La excepción a esta regla se da en el 2% de las personas, que logran asimilar hasta el 95%. ¿Cuál es la diferencia entre unas y otras?
Usted seguramente ha sido testigo de que existen niños que sin necesidad de estudiar intensamente obtienen magnificas calificaciones en el colegio; en cambio, la gran mayoría sufre bastante para obtener una calificación aprobatoria. Otro ejemplo es que muchas veces tenemos que releer algún escrito porque de la primera lectura retuvimos muy poco. La diferencia es la concentración. Desde luego, algunas personas dominan en forma innata este proceso. Tal cualidad no sólo se posee como un don natural, sino que se puede adquirir, es decir, es un proceso cognoscitivo, uno se puede entrenar en los procedimientos de concentración.
Para poder comprender correctamente en qué consiste el proceso de concentración, es necesario hacer un breve paréntesis para analizar cómo funciona nuestro cerebro.
Durante siglos los seres humanos nos hemos sentido muy orgullosos de ser los únicos seres racionales de la creación, pero recientes investigaciones en relación con el cerebro humano han demostrado que 50% del mismo es totalmente irracional. Y si usted tiene alguna duda, pregúntese: ¿Por qué en los últimos 3438 años de la humanidad solamente 268 han estado exentos de
guerra?; ¿por qué destruimos la naturaleza?; ¿por qué fumamos?, etcétera. ¿Acaso no son absurdas todas estas conductas?
El lado izquierdo del cerebro es totalmente racional, lógico, hace lo adecuado, ahí almacenamos datos ordenadamente. Este lado contiene el lenguaje, es la parte del deber ser de los seres humanos; en cambio, en el lado derecho están todas las funciones creativas, ilógicas, la imaginación, el absurdo del ser. Este lado es la parte flexible del cerebro.
En Estados Unidos se ha observado con asombro el gran milagro japonés. Este milagro ha causado a los norteamericanos cuantiosas pérdidas comerciales, razón por la cual se han abocado a investigar profundamente qué ha sucedido con su productividad; ésta ha disminuido considerablemente en relación con la productividad nipona en los últimos 20 años. Si tomamos como base el año de 1960, se puede observar que Estados Unidos ha crecido en materia de productividad un promedio de 2.7% anual; en cambio, los japoneses lo han hecho en 9.9% en el mismo periodo. Esta situación los ha llevado a revisar mi-nuciosamente todos los elementos que intervinieron en los procesos productivos.
La causa que se identificó como la que más ha influido en esta baja productividad, según los investigadores Robert Waterman y Thomas Peters, autores del libro En busca de la Excelencia, son los modelos educativos de aquel país, en donde la educación se ha circunscrito al entrenamiento del lado izquierdo del cerebro, produciendo seres 98% racionales y muy poco imaginativos y soñadores, lo que se ha reflejado en un decaimiento considerable de su creatividad en lo que a innovaciones tecnológicas y administrativas se refiere.
Todas las innovaciones y cambios en la historia de la humanidad son producto de un sueño, de la parte absurda del cerebro, ilógica e imaginativa. ¿Acaso no nos parece una locura que un automóvil hable informando al conductor de las fallas del vehículo?; ¿el que los alimentos vengan en latas que pueden calentarse solas?; ¿el que el hombre construya laboratorios en el espacio sideral, o vuele y envíe fotocopias al otro lado del mundo vía telefónica?
Al lado derecho del cerebro le corresponde soñar y al lado izquierdo llevar los sueños a la práctica. Thomas Alva Edison decía: “1 % de chispa y 99% de transpiración”, lo que se traduce en que a una idea genial le deben seguir muchas horas de arduo trabajo para convertirla en realidad.
De hecho, lograr la Excelencia en cualquier campo, ya sea en la administración, la tecnología, las artes, corresponde, más que a una decisión lógica, a un impulso de lograr lo imposible, lo cual por supuesto no está ubicado en el lado izquierdo del cerebro, pues ser excepcional no es normal, es más bien extraordinario.
Albert Einstein, considerado por muchos como el cerebro más brillante de nuestro tiempo, decía que era más importante “la imaginación que el conocimiento”, ya que todos los avances del hombre se inician con un gran sueño, por lo que deberíamos preguntarnos: ¿qué sería del mundo sin los soñadores, los que hacen avanzar a la humanidad?
El señor Einstein, quien además se caracterizaba por su buen humor y sencillez, tuvo a bien heredar su cerebro a varias instituciones científicas que en vida lo asediaban tratando de descubrir qué características tendría en su cabeza que tan geniales aportaciones hizo a la ciencia.
El cerebro de este gran científico fue conservado y estudiado intensamente después de su muerte, y hace algunos años se revelaron los grandes secretos que guardaba. La primera gran conclusión fue: desde el punto de vista fisiológico su cerebro era totalmente normal, salvo que era una quinta parte más pequeña que los cerebros comunes; era cerebrito, con lo cual se descarta la teoría de que la cabeza más grande en volumen es sinónimo de inteligencia. Por último, se descubrió una característica no menos reveladora que las anteriores: su cerebro denotaba que había sido intensamente ejercitado; al igual que un campeón olímpico, el cual mostrara un desarrollo muscular y una condición física extraordinarios, así el cerebro de este hombre mostraba que había sido sometido a un constante entrenamiento.
A Albert Einstein se le dificultaba la utilización del lado izquierdo del cerebro, ya que una de sus grandes limitaciones era la memorización. Así, en su infancia, uno de sus maestros llegó a considerarlo como niño de lento aprendizaje. Ya adulto, como maestro, presentaba a sus alumnos algunas de sus teorías, las cuales no podía demostrar porque no tenía elementos lógicos que comprobaran su validez; solía dar por concluida su explicación diciendo: “No puedo demostrárselos por ahora, pero estoy convencido de que es posible”, afirmación que sus alumnos cuestionaban sorprendidos. Einstein contestaba ingenuamente: “Sé que es posible, lo estoy viendo ahora, aquí dentro de mi cerebro”. Y agregaba: “Todo lo que el hombre puede imaginar y creer, lo puede realizar”. En otras palabras: si el lado derecho lo puede creer, el lado izquierdo lo puede lograr.
Una de las funciones más bellas que tiene
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