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La Practica Reflexiva


Enviado por   •  20 de Febrero de 2013  •  1.584 Palabras (7 Páginas)  •  1.364 Visitas

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: ENSAYO

La sociedad en la que vivimos puede describirse como una sociedad que aprende, porque la clave del éxito es el conocimiento. Es una sociedad caracterizada por el intercambio fluido de información y en la que el aprendizaje no es un proceso aislado y solitario. Así, la sociedad pone a disposición de los ciudadanos infinidad de recursos formativos, recursos que deben aprovecharse para que las personas que aprenden las distintas profesiones y roles asuman la noción de aprender durante toda la vida.

A ello no escapa la profesión docente. Aprender a enseñar no es un acontecimiento ocasional ni de duración limitada, sino un proceso que dura toda la vida, comienza cuando quien sueña con hacer de la docencia su vocación, recibe su primera clase en una institución de formación docente y culmina cuando la vida lo coloca por última vez frente a sus alumnos.

El proceso de aprender a enseñar se asemeja a un río al que van confluyendo experiencias, conocimientos, situaciones, que se producen en contextos diferentes e igualmente válidos, en nuestro caso, la universidad y las instituciones educativas que brindan sus espacios y recursos para que nuestros estudiantes lleven a cabo sus prácticas; por tanto, se hace necesaria una cooperación más estrecha entre ambos contextos para que los sujetos implicados: estudiantes, maestros y profesores, aprendan continuamente e investiguen y construyan el conocimiento sobre la enseñanza.

Visto así, el aprender a enseñar, como un proceso contínuo y construido socialmente, apunta a transformaciones dinámicas en las prácticas educativas de los docentes. Transformaciones que deben responder a las inquietudes y necesidades particulares de cada uno y a las que sólo se llega cuestionando la propia práctica, reflexionando desde ella.

Nuestra tarea como formadores es preparar para el futuro, cabe preguntarse qué conocimientos y habilidades pensamos que debe poseer un profesor reflexivo; esto tanto desde el punto de vista del docente que debemos formar, como desde nuestra propia práctica docente, ya que es inevitable cuestionarnos acerca de la capacidad que tenemos para ejercer la reflexión desde la práctica o enseñanza reflexiva.

En un primer intento de dar respuesta a estas interrogantes citamos a De Vicente Rodríguez (1999) quien señala:

Se necesita capacitar a los profesores para que se empeñen en procesos cognitivos de pensamiento reflexivo, para que adquieran la capacidad cognitiva y las creencias, valores, actitudes y emociones facilitadoras de tales procesos. Y si la persona tiene que empeñarse en un acto particular de reflexión, debe poseer la motivación necesaria para la reflexión. (1999, p. 60).

Villar (1999) también nos ofrece su visión del profesor reflexivo enfatizando en los aspectos afectivos, morales y sociales de su práctica:

Llegar a ser un profesor reflexivo significa e implica algo más que la probidad intelectual de utilizar procesos cognoscitivos de análisis interno de los fenómenos curriculares y educativos. Incluye, además, la realización de actividades afectivas y morales en las aulas de los centros escolares, en la comunidad escolar y en las asociaciones sociopolíticas. (1999, p. 22).

De acuerdo con Dewey (1989), el profesor reflexivo se caracteriza por poseer una mente abierta y ser sincero, se pregunta por las razones que determinan sus acciones y las consecuencias de las mismas, haciéndose responsable por los resultados, no se conforma con el logro de los objetivos sino que cuestiona si los resultados son satisfactorios, y la reflexión la realiza antes, durante y después de la acción.

La apertura mental se refiere a la búsqueda y construcción propia de alternativas, vale decir, asentimientos y desacuerdos dentro de los campos científico y educativo. Esta disposición lleva a los profesores a rechazar lo no verificado y lo predefinido en los problemas curriculares y educativos y les ayuda a verlos bajo la perspectiva de soluciones plurales, autónomas y contextualizadas, examinando las hipótesis a partir de sus experiencias.

La disposición para revisar las consecuencias de su quehacer en el aula nos dice de la responsabilidad de los profesores, las decisiones educativas que toman a raíz de esa revisión son esencialmente morales y la indagación se hace a la luz de presupuestos éticos, acentuándose en esas decisiones el valor de los contextos social, político y económico.

Por otra parte, para Zeichner (1993) la reflexión desde la práctica, se sustenta en dos principios básicos. El primero reconoce la condición profesional de los educadores y su papel protagónico en el proceso de enseñanza y aprendizaje; el segundo, establece la capacidad de los docentes para generar saber pedagógico. Desde esta perspectiva, el conocimiento de los profesores es útil y les sirve no solo para desarrollar saber práctico sino para investigar su práctica y producir saber teórico, no tienen por qué limitarse a aplicar ideas creadas por otros.

Con esa convicción deben egresar los estudiantes de las universidades e instituciones de formación docente, seguros de su capacidad y autonomía para ejercer la labor pedagógica y transformarla en virtud

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